Los santos inocentes, novela negra rural de Miguel Delibes en eminente versión teatral

Horacio Otheguy Riveira.

Autor de una obra abundante, con títulos admirados, llevados al cine, la televisión o al teatro como La hoja roja, Cinco horas con Mario, El camino, Las guerras de nuestros antepasados… en 1981, Miguel Delibes nos sorprendió con un testimonio de crónica negra, a su vez utilizando un estilo literario diferente, fundiendo el realismo habitual con una macrovisión del poder omnímodo de un poderoso hacendado, aprovechando los muy ricos recursos del lenguaje rural con su carga de poética surrealista. Así sucedió con Los santos inocentes donde abordó una tragedia, a través del absoluto dominio de un terrateniente sobre cuantos le rodeaban, especialmente la familia de uno de sus peones, esencial en sus travesías de cazador.

En 1984 Mario Camus la llevó al cine con gran elenco y enorme éxito, en gran parte por el impacto de unir a dos actores tan distintos como Francisco Rabal y Alfredo Landa.

Lo mejor que se puede decir de esta versión teatral —firmada por un gran novelista y feliz hombre de teatro como Fernando Marías (1958-2022) junto al director Hernández-Simón— es su fidelidad al espíritu crítico de un trama narrada con un ritmo casi musical, logrando entre muchos otros méritos, que dejemos de lado el memorial de la versión cinematográfica para entregarnos de lleno a los  acontecimientos de los personajes.

No más empezar, a manera de un cuadro vivo, se nos presenta la familia de Régula y Paco, el bajo, con sus hijos Quirce y la enfermiza Niña chica. Nos miran. Entramos con ellos al sutil ambiente ideado por Ricardo Sánchez Cuerda, quien con pocos elementos huye del naturalismo para conformar un ambiente donde lo mágico de la naturaleza, tierra y aves, se enfrenta a la ferocidad humana de quien detenta un poder clasista que va de una primitiva afición por la caza de pájaros a la prohibición de que los jóvenes peones estudien, con decidida imposición sexual ante las mujeres que le rodean. La prepotencia del señorito Iván tiene en Jacobo Dicenta una representación lindante con el terror. Nada que ver con aquel Drácula de Ramón Paso, más bien su opuesto, dado el cariz romántico del “no muerto” de Bram Stoker, pues más miedo proyecta quien desprecia a quienes le sirven y odia a quien no acepta una de sus generosas propinas, siempre bien dispuesto a regocijarse en el cuerpo de una mujer casada con su capataz o una menor, hija de subalterno… A su lado, en el otro extremo de miseria, retraso mental e insólita valentía final, Azarías, con un Luis Bermejo que, como Javier Gutiérrez en su cuñado, Paco, el bajo, marcan con gran solidez los perfiles propios de sus personajes, separándolos por completo de las poderosas imágenes de la película.

Dentro del armónico elenco, la gran Pepa Pedroche (Macbeth, Enrique VIII, Paura!) asume la dolorosa peripecia de Régula, madre y esposa sufriente, que afronta una sumisión absoluta al poder, como todos, menos su hermano el Azarías, hombre primitivo y también niño sin límites. Entre tantas desgracias, Régula/Pedroche es una vitalista imparable, probablemente el personaje más conmovedor de un espectáculo tremendo en su belleza trágica, horneado con precisión por el director Javier Hernández-Simón quien logra representar la novela de Miguel Delibes con armas propias de un arte escénico depurado, que avanza a buen ritmo hasta un final seco, para asombro y maravilla de todos los personajes.

 —mientras Azarías, arriba, mascaba salivilla y reía bobamente al cielo, a la nada, milana bonita, milana bonita, repetía mecánicamente, en ese instante, un apretado bando de zuritas batió el aire rasando la copa de la encina en que se ocultaba.

 

 

De: Miguel Delibes
Adaptación: Fernando Marías y Javier Hernández-Simón
Dirección: Javier Hernández-Simón

Reparto:

Javier Gutiérrez (Paco, el bajo)

Pepa Pedroche (Régula)

Fernando Huesca (D. Pedro/D. Manuel)

Yune Nogueiras (Nieves)

Marta Gómez (Marquesita / Niña chica)

Luis Bermejo (Azarías)

José Fernández (Quirce/René)

Raquel Varela (Doña Pura)

Jacobo Dicenta (Señorito Iván)

Diseño de iluminación Juan Gómez-Cornejo (AAI) e Ion Aníbal (AAI)

Diseño de espacio escénico Ricardo Sánchez Cuerda

Diseño de vestuario Elda Noriega (AAPEE)

Composición música original y espacio sonoro Álvaro Renedo

Fotografías MarcosGPunto

Una producción de GG Producción Escénica y Teatro del Nómada en coproducción con Carallada!!, AJ Claqué, María Díaz Comunicación, Mardo, Juan Carlos Castro, Saga Producciones y Diodati se mueve.

Del 11 de mayo al 11 de junio de 2023. Naves del Español. Sala Fernando Arrabal

 

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