Los puercoespines (relato)

«Un grupo de puercoespines se apiñaba en un frío día de invierno para evitar congelarse calentándose mutuamente. Sin embargo, pronto comenzaron a sentir unos las púas de los otros, lo cual les hizo volver a alejarse. Cuando la necesidad de calentarse les llevó a acercarse otra vez, se repitió aquel segundo mal; de modo que anduvieron de acá para allá entre ambos sufrimientos hasta que encontraron una distancia mediana en la que pudieran resistir mejor. Así la necesidad de la compañía, nacida del vacío y la monotonía del propio interior, impulsa a los hombres a unirse; pero sus muchas cualidades repugnantes y defectos insoportables les vuelven a apartar unos de otros. La distancia intermedia que al final encuentran y en la cual es posible que se mantengan juntos es la cortesía y las buenas costumbres. En Inglaterra a quien no se mantiene a esa distancia se le grita: keep your distance! [¡mantén la distancia!]. Debido a ella la necesidad de calentarse mutuamente no se satisface por completo, pero a cambio no se siente el pinchazo de las púas. No obstante, el que posea mucho calor interno propio hará mejor en mantenerse lejos de la sociedad para no causar ni sufrir ninguna molestia».

A. Schopenhauer, Parerga y Paralipómena II. Trotta: Madrid, 2009, p. 665.

5 thoughts on “Los puercoespines (relato)

  • el 3 junio, 2010 a las 1:12 pm
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    Muy interesante, y yo que creía que eso de la distancia era una rareza mía…

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  • el 3 junio, 2010 a las 2:06 pm
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    Muchas gracias por el comentario, Desirée.
    Schopenhauer es mi autor favorito, tanto en el plano filosófico como literario. Su forma de escribir es muy clara -tanto en alemán como en español-, y posee cierto halo de «maestro de vida».
    En fin, me alegra que haya gustado.
    Un saludo;).

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  • el 4 junio, 2010 a las 11:25 am
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    Hay dias que le clavaria mis puas a mucha gente que se me pone cerca..si no fuera por las buenas costumbres…tambien aqui se aplica el respetar el espacio del otro. Los animales son los primero en hacerlo y a nosotros se nos olvida muy a menudo. Saludos Carlos.

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  • el 4 junio, 2010 a las 12:58 pm
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    Gracias, Alex.
    Tu comentario sobre las «buenas costumbres» me ha recordado mucho a un fragmento de la «Antropología en sentido pragmático» de Kant, donde explica que aquéllas se sitúan como un necesario medio a la hora de relacionarnos con los demás -aunque tal medio posea en ocasiones efectos, digamos, negativos… como las púas.
    Aquí te dejo la cita: «Toda virtud humana en el trato social es moneda de vellón; niño es quien la toma por verdadero oro. Es, empero, mejor tener en circulación moneda de vellón que carecer de un medio como éste, y finalmente puede cambiarse por oro puro, aunque sea con una pérdida considerable. Considerarlas como puras ‘fichas de juego’, que no tienen por sí ningún valor […] es una alta traición cometida contra la Humanidad. Hasta la pura apariencia del bien en los demás ha de sernos estimable…».
    Un saludo cordial.

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  • el 11 junio, 2010 a las 7:04 pm
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    Hay personas que poseen mucho calor interno propio y lo que necesitan es compartirlo con otros aunque ello implique salir dañado y lleno de pinchazos y más tarde buscar una gran distancia para así poder curar las heridas y volver a dar calor…..Fascinante este relato

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