«Voltaire», de Juan Mayorga: cruce de historias que cautivan

Por Horacio Otheguy Riveira

Hablan tanto las voces como las manos de cuatro jóvenes intérpretes dentro y alrededor de un gran espacio vacío: suelo blanco donde las luces juegan con su propio lenguaje; sillas de color rojo con muy diverso significado, y la sombra de Voltaire (París, 1694-1778), quien con su cuestionamiento de lo establecido influyó en la revolución que estalló en 1789, once años después de su muerte. El recuerdo de su condena de las tres grandes religiones como freno de toda evolución humana sirve de arranque para que, con la parsimonia de un ballet en cámara lenta, los intérpretes se cuenten historias ligadas a aquel brillante «ilustrado» que padeció cárcel por enfrentarse a la monarquía imperante, y a la vez, tuvo la oposición de quienes luchaban por cambios sociales más radicales, como Rousseau: Qué fácil es hablar así, cuando se tiene el culo cubierto de seda.

Historias ligadas o colaterales al genial, polémico y lógicamente contradictorio François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire, escritor, historiador, filósofo y abogado con mucho que decir a jóvenes de aquí y ahora en una sociedad que exalta el barullo permanente.

Voltaire planteaba incómodos puntos de vista para una sociedad estratificada. Además de filósofo fue un autor teatral de éxito, ostentando un poder económico muy solvente. Bregaba por la tolerancia sobre aquellos con los que disentimos, pero a la vez no se cortó un pelo en pedir la pena de muerte para el colérico Juan Jacobo Rousseau. Tolerar hasta lo intolerable o asumir que en todo devaneo filosófico hay constancia de una fuga inmediata: huir del vacío que a menudo se sobrecarga de voces que hablan al mismo tiempo, incapaces de entenderse.

Las historias que se cruzan tienen un buen ritmo poético. Cuando la función termina continúo enredado, incluso horas después, en las cautivadoras voces de actores que nunca dejan de serlo y consiguen que yo mismo me incorpore al cuarteto: tal la dimensión lograda por la puesta en escena de Ernesto Caballero con asesoría de Fernanda Orazi.

Cada relato tiene peso y enlaza con otros distintos y dos grandes situaciones dramáticas: la del ingenuo productor de mapas para localizar viviendas y paisajes en Madrid sin conciencia ética alguna, pues lo mismo le da la ruta para dar con jueces o diputados que los mejores locales donde insultar en libertad. En este cuadro destacan ampliamente: Alberto Fonseca, como el buen chico que solo accedió a la propuesta de su hermana y Karina Garantivá, quien lo va acorralando, sin que él se dé por enterado, en la noble causa de cuestionar las consecuencias de su original negocio.

La otra escena de peso, la más valiosa, es en torno a una «dulcemente» autoritaria directora de Escuela (Karina Garantivá con un impactante dominio del medio tono para deslizarse al abuso de poder en un final sobrecogedor) que se empeña en cortar las alas a su alumna más brillante (Tábata Cerezo: muy logrado encuentro entre su cuerpo tímido ante la imponente autoridad y su verbalizada capacidad de defensa).

Entre ambos cuadros se suceden otros con una suavidad que profundiza el clímax singular entre poético y narrativo (al estilo de las antiguas ceremonias de relatos orales) de un espectáculo siempre insólito, tan grato como inquietante. Sin duda reconforta la emotiva armonía de un equipo técnico y artístico que logra la precisa atmósfera para que escuchemos, pensemos y hablemos entre afines y disidentes, sobre todo entre los afines y disidentes que están en nosotros mismos: un ejercicio filosófico-teatral estupendamente interpretado.

Los intérpretes con el autor, sentado abajo a la izquierda, y el director, de pie a la derecha.
Tábata Cerezo, Alberto Fonseca, Pablo Quijano y Karina Garantivá: cuarteto relajado que transmite inquietudes y emociones con mínimos recursos sumamente enriquecedores.

Dramaturgia: Juan Mayorga
Dirección: Ernesto Caballero
Reparto: Tábata Cerezo, Alberto Fonseca, Karina Garantivá y Pablo Quijano
Asesoría en la interpretación: Fernanda Orazi
Ayudante de dirección: Nanda Abella
Diseñador: Fer Muratori
Iluminación: Paco Ariza

Un espectáculo producido por Teatro Urgente en Residencia en el Teatro Quique San Francisco y con el apoyo del Instituto Nacional de las Artes escénicas y la Música (INAEM).

TEATRO GALILEO (QUIQUE SAN FRANCISCO) DEL 7 DE OCTUBRE AL 7 DE NOVIEMBRE

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