La escuela secreta de Nasreen

La escuela secreta de Nasreen. Una historia real de Afganistán, de Jeanette Winter. Barcelona, Juventud, colección Álbumes Ilustrados, 2010. Cartoné, 29×23 cm., 48 pps., 13€.

Por Anabel Sáiz Ripoll.

La pequeña Nasreen lleva el miedo pintado en el rostro. Ha tenido que vivir muy malas experiencias a su corta edad y nada la hace feliz. Nunca sonríe, siempre está triste y taciturna.  Sus padres han desaparecido, víctimas de la sinrazón de los gobernantes de su país. Y a su abuela, para solucionarlo, se le ocurre algo, que puede ser muy peligroso, pero que para la niña es la salvación: la lleva a una escuela de niñas. No es una escuela normal, sino clandestina, porque donde vive Nasreen, las niñas no pueden ir a la escuela. Gracias al aprendizaje, “las ventanas del mundo se abrieron por fin” y Nasreen descubrió que había otra vida más allá de la que los talibanes la estaban obligando a vivir. Todo sucede en la hermosa Herat, la ciudad que un día fue un vergel cultural y que acabó silenciada y vencida.

La escuela secreta de Nasreen es una defensa de la libertad, la libertad de las niñas, la libertad de las mujeres, la libertad de todo un país. Una defensa de la libertad y del sagrado derecho que niños y niñas tienen de ir al colegio, en igualdad de condiciones. Nada ni nadie puede justificar que las niñas queden relegadas a un segundo término y que toda una generación de mujeres, válidas y con capacidad de pensamiento, sea aplastada por la intolerancia.

La acción, pues, sucede en Afganistán, un país que, aun después del régimen talibán, sigue siendo masacrado y humillado. Jeanette Winter, la autora del relato, nos ofrece, de una manera hermosa, llena de esperanza, la visión de una niña que, por fin, puede aprender. En esa niña y todas las demás está el futuro del país, que no hay que olvidar.

En Occidente, que los niños y niñas vayan al colegio en igualdad de condiciones es algo tan normal que nadie le presta atención, ni los propios alumnos, quienes, a veces, se despistan y piensan que aprender es una imposición de sus mayores, padres y profesorado; pues bien, gracias a Nasreen tal vez descubran que tienen mucha suerte de poder ir a clase todos los días sin esconderse y sin temer por sus vidas. Y de paso aprenderán algo más importante: nadie puede imponer a la fuerza sus ideas ni sus leyes.

La tolerancia, el respeto, la igualdad son valores tan importantes que nunca está de más refrescarlos, como en este libro.

La escuela secreta de Nasreen, en formato de álbum, está narrada en primera persona, por la abuela de Nasreen, una mujer valiente y arriesgada que decide plantarle cara al presente de su nieta y cambiar la amargura y tristeza por esperanza. Las ilustraciones, de la propia autora, representan cuadros, instantáneas del relato, con toda una gama de colores, para simbolizar la alegría del aprendizaje. Nasreen encuentra, en la escuela, la amistad y encuentra un motivo para seguir viviendo.

El relato puede servir de apoyo en las clases o de lectura en el hogar, pero, sin duda, es una historia comprometida e importante que nos hará reflexionar acerca de las diferencias que aún hay en el mundo en torno a los sexos. Decía Cervantes que nadie es más que otro, sino hace más que otro. Una buena máxima que podríamos tratar de aplicar en este caso.

Quisiéramos destacar la ilustración de la portada que muestra la mirada de Nasreen al abrir un libro y contemplar toda la maravilla que de él se desprende, en forma de personajes de cuento clásicos.

El libro va orientado, por formato, a los primeros lectores, como si fuera un cuento. Los niños y niñas, pequeños lectores,  entenderán a Nasreen y gozarán con las ilustraciones, pero el mensaje de la narración, como hemos visto,  supera esta franja de edad. Ahora bien, la infancia es el momento ideal para sembrar la semilla de los valores implícitos de La escuela secreta de Nasreen.

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