La Espiga se desgrana entre Kiarostami y Cohan

Por Ángel Domingo.

Lo más importante no es ganar sino participar, animó Pierre de Coubertin en su discurso de los Juegos Olímpicos de Londres hace un siglo. Una máxima  interesante para la vida pero poco recomendable en competiciones. Entre ellas, los festivales de cine. El torneo sirve de excusa para el banquete de filmes pero, ya que debemos cumplir con el ritual del palmarés, hagámoslo. Tarea que amedrenta a infinidad de jurados, abonados últimamente al salomónico ex aequo. Algún certamen debería proponer de presidente a Pérez Reverte, capaz de correr a gorrazos por la ciudad a los directores insulsos.

Centrémonos. El jurado presidido por Adoor Gopalakrishnan ha concedido ex aequo la Espiga de Oro de la Seminci a Copia certificada, de Abbas Kiarostami, y a Sin retorno, coproducción hispano argentina firmada por Miguel Cohan. Un veterano y un debutante.

Kiarostami (Teherán, 1940), Espiga de Oro con A través de los olivos, se inspira en Te querré siempre, de Rossellini, para narrar un encuentro aparentemente inocente, al sur de la Toscana, entre un escritor inglés (William Shimell) y una galerista francesa (Juliette Binoche) que acaba sumergiéndonos en una historia universal de parejas y desconciertos.

El iraní revalida su relación amorosa con la Seminci, que ya en su 38ª edición organizó un ciclo con toda su obra, inédita hasta entonces en España, y le reconoció con una Espiga de Honor. Años después, el festival proyectó su documental ABC África en su 46ª edición. Además ha competido en la Sección Oficial con A través de los olivos (ganadora de la Espiga de Oro en la 39ª Semana), El sabor de las cerezas y El viento nos llevará.

Por su parte, Cohan, que también ha recibido el ‘Pilar Miró’ al mejor nuevo director y el premio de la Federación Internacional de Críticos de Cine (FIPRESCI), se estrena en el largometraje en compañía de un reparto de lujo: Leonardo Sbaraglia, Martín Slipak, Bárbara Goenaga y Federico Luppi. Su ópera prima parte del atropello mortal de un joven y la huida del culpable. Ninguna prueba lo incrimina. Pero el padre del joven, apoyado por los medios de comunicación, exige encontrar al responsable y llevarlo a la cárcel.

Una serie de acontecimientos fortuitos y una justicia contaminada por la opinión pública ponen al hombre equivocado en el banquillo de los acusados. Envueltos en una telaraña de azar y decisiones desesperadas, estos hombres deberán enfrentarse a la culpa, la  responsabilidad y la necesidad íntima de redención en una espiral que no tendrá retorno.

El realizador porteño ha trabajado como ayudante del director Marcelo Piñeyro en películas como Cenizas del paraíso (1997), Plata quemada (2000), Kamchatka (2002) y El método (2005). En 1996 dirigió el cortometraje Gardey, que participó en el Festival Internacional de Derechos Humanos en Buenos Aires. Ahora se estrena con laureles. Y es que, el acento argentino seduce al público castellano, que ya se rindió, entre otros, a Campanella y Bize.

La española La Mosquitera, de Agustí Vila, se ha hecho con la Espiga de Plata y el premio a la mejor actriz para Emma Suárez (¿compensando naufragios pasados?), quien interpreta a una ilustradora cargada de taras emocionales en una familia que desborda los parámetros de la disfuncionalidad. El galardón a mejor actor ha recaído en Jesper Christensen por  la danesa Una familia.

El resto del palmarés se ha repartido entre Incendies (Guión y Público), En el camino (Especial del Jurado), También la lluvia (AECID), Sebbe (Punto de Encuentro) y el triple empate de Voces sin límites, Encuentros con el piano y Cuidadores de la sección Tiempo de Historia. La Espiga de Oro al mejor corto ha ido a parar a Matar a un abejorro, de Tal Granit y Sharon Maymon.

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