Flamenco para Traviata

Távora presenta en Madrid su «Flamenco para Traviata»

 

Por Rocío Álvarez

Imágenes del espectáculo «Flamenco para Traviata» de Salvador Távora

 

Dumas, Piave y Verdi quedan, sin su consentimiento (hay que decirlo), en manos de Sálvador Távora. El director sevillano, como ya hiciera en su juventud, lidia un gran astado al dirigir a La Cuadra en una adaptación de la célebre ópera de Verdi. Una parada en el farragoso camino que une el ardiente y popular sentir flamenco, con la cristalina obra del gran compositor italiano.

 

 

 

Flamenco para Traviata
Flamenco para Traviata

Una vez más la historia de Violeta y Alfredo, amantes de La Traviata, o lo que es lo mismo, el amor truncado entre la prostituta y el señorito, sirven al director para narrar «la conexión que había entre cantaores y prostitutas en la Sevilla de posguerra», según sus propias palabras.
Un grito por recordar esa vida en las calles, esos fandangos, esas noches perdidas o ganadas, todo ello con flamenco, baile y cante de primera.

 

Doce partes estructuran “Flamenco para Traviata” en las que se contraponen lírica y flamenco, perfección y potencia, luz y sangre. Doce fandangueros, El Carbonerillo, Paco Toronjo, Antonio el de la Carzá, El Niño Gloria, Camarón, El Pichichi, Chocolate, Carlacol, Niño de Aznalcollar, El Bizco de Amate, Cepero y Pepe El Pinto, que alejan este montaje de lo esperado, en vez de un flamenco austero, largo y pesado, emplean un estilo menos reconocido, pero seguramente más humano, más tangible; el sonido auténtico de los barrios de la Andalucía de la época, sin reglas ni ortodoxias. Las mismas reglas y ortodoxias que consigue dejar a un lado una inigualable Lalo Tejada, una bestia, que domina todo el espectáculo, ella es el espectáculo, rompe la mirada del público, la llena de fuerza y le deja con ganas de más.

 

Cuatro bailaores, dos cantaores, dos guitarristas, una bailarina de ballet y un percusionista, todos ellos con un vestuario que reclamaba algo más de atención, al igual que la escenografía, sencilla y limpia, pero con dos retratos agresivos de los amantes, que ensuciaban cada una de las imágenes que podía recibir el espectador.

 

Un montaje potente, desgarrador, que pierde fuerza por un intento de fusión mal interpretada, zancudos, arlequines, y un hasta un caballo, que aún siendo de primera escuela y de pura raza española, resultaba incómodo en tan poco espacio y en una puesta en escena que lo dejaba absolutamente fuera de contexto.

Como decíamos, flamenco, baile y cante de primera, el resto un enjambre del que era prácticamente imposible salir airoso, pero ahí estaba Távora para intentarlo, que lo haya conseguido o no, es sólo cuestión de gustos.

 

 

Flamenco para Traviata
Flamenco para Traviata

 

Compañía: La Cuadra de Sevilla
Baile: Lalo Tejada y El Mistela.
Cante: Ana Real y Javier Allende.
Guitarras: Manuel Barraquero y Miguel Aragón.
Percusión: Javier Prieto
Dirección e idea: Salvador Távora (sobre unos fragmentos musicales de ‘La Traviata’ de Verdi)
Música: Giuseppe Verdi, Mikhail Glinka, Salvador Távora.
Coreografía: Trinidad Sevillano, El Mistela, María Távora, Salvador Távora.
Vestuario: Carmen de Giles.
Lugar: Teatro Fernán Gómez de Madrid
Fecha: Hasta el 17 de julio

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