Marginales: junto a la Psicología, la falta de ortodoxia y el conocimiento

Por Silvia Gomes.

Lo oculto siempre formó parte del conocimiento científico y aún permanece vigente. Un claro ejemplo es la Parapsicología. ¿Qué podemos entender por Parapsicología? Según el doctor Luis Linares de Mula «es una rama del saber (a la vez multimilenaria y actual) que recoge y estudia una gama polimorfa de fenómenos, más o menos nouménicos, que, en el estado actual de los conocimientos, parecen sobrepasar nuestra capacidad de comprensión; especialmente si nos empeñamos en contemplarlos exclusivamente a la luz del análisis científico-tecnológico». (Parapsicología, Panaeuropea de publicaciones, Barcelona, 1976). Todas esas experiencias sugieren que el hombre posee la capacidad de interactuar directamente con objetos o acontecimientos ocultos o remotos, que se producen en el mundo. Explica Linares que, en todas las ciencias, los investigadores necesitan de la aprobación de sus iguales para que aquellos descubrimientos que realicen sean tomados en cuenta en su propia área y en otras colindantes. Sin embargo, pocos estudiosos consideran el campo de la Parapsicología como una rama establecida del conocimiento científico.

Su objeto de estudio son todos aquellos sucesos o fenómenos en el área de la experiencia o la conducta que no deberían existir si las leyes de la Ciencia actualmente aceptadas ofrecieran una base adecuada para llegar a comprender todo el Universo. De ahí la reticencia al tema desde la ciencia estricta (¿Escepticismo corporativista?). Quizá el mayor problema con respecto a esto es que, como en todas las doctrinas, lo que hay que evitar es que la fantasía humana se desborde y hemos de escudriñar el mundo percincundante aprehendiendo su fenomenología lo más veraz y correctamente posible. No podemos, por tanto, aceptar que todo existe por el hecho de no poder excluirlo. Y ése es uno de los problemas de la Parapsicología, que se acepta la existencia de todos sus fenómenos por el hecho de no poder decir que no existen. Sucede como con la demostración o refutación de Dios a lo largo de la historia. Lo que es ambiguo, en la mayor parte de los casos, genera aceptación ya que cada cual interpreta a su modo; y esto es justamente lo que está sucediendo actualmente, la fácil relativización del asunto, entre otros gracias a los medios de comunicación, hace que la opinión del tema sea dócil en el conjunto de los mortales.

Desde que comenzaran este tipo de estudios han proliferado en multitud de publicaciones y seminarios de carácter riguroso (sin contabilizar la ingente bazofia creada por iluminados y prestidigitadores). Y es que a esta doctrina se dedican tanto biólogos, matemáticos, físicos, médicos como psicólogos o filósofos, (observemos, en España, el caso del brillante y conocido Germán de Argumosa o de Luis Linares , Doctor y Honoris Causa en Ciencia y Filosofía y letras). Pero como es natural, no todos los estudiosos están de acuerdo con esta rama pseudocientífica. Un ejemplo claro fue el Dr. G.R. Price que publica en Agosto de 1955 en la revista Science un artículo en el que propone que la aceptación de la Parapsicología como Ciencia es un auténtico fraude deliberado. A la luz de los principios de la Ciencia Moderna no deberían ser más que milagros, y Price nos remite al filósofo David Hume y a su afirmación de que a quiénes nos contaban milagros, si era necesario, deberíamos rechazarlos como mentirosos.
En total acuerdo con la afirmación de Price no hemos tampoco de olvidar que, corrientes no ortodoxas a lo largo de la historia han terminado formando parte de los pilares de sociedades posteriores. Aunque seguramente el misterio será una eterna huella generación tras generación.

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