No te signifiques (19)

Por Jorge Díaz.

Los funcionarios de la Ciudad de la Justicia de Valencia llegan, fichan y se van… Creo que tengo que decir presuntamente, así que lo digo, presuntamente llegan, fichan y se van. Ah, y no son todos, el día que los grabaron los periodistas del periódico Levante, que no era día de playa, fueron cincuenta los que presuntamente se largaron tras fichar. Llega a ser un día de sol y no sé qué pasa, los delincuentes tendrían que rellenar sus propios expedientes.

Claro que, aunque se hubieran quedado los cincuenta, los expedientes los habrían rellenado los delincuentes, porque fichar y marcharse es de chorizos. Si es verdad que hacen eso, que yo no he estado allí para verlo, no son malos trabajadores, son presuntos ladrones porque roban su sueldo al Estado y recordemos que el Estado somos todos, que a veces se olvida. Así que presuntamente te lo roban a ti y me lo roban a mí. Y a mí, personalmente, me jode mucho porque tengo un carácter muy difícil.

Presuntamente son unos chorizos, presuntamente. Presuntamente circulan por esa Ciudad de la Justicia cincuenta chorizos, más los que estén dentro de los calabozos, que tienen también el beneficio de la presunción de inocencia.

Joder con la Ciudad de la Justicia de Valencia, cuánto presunto chorizo y qué poca justicia.

Un saludo y mi respeto para los que se quedan a trabajar y cumplen con su obligación. A ver si conseguimos entre todos que se despida a los tramposos y se le den sus puestos de trabajo a ciudadanos que lo merezcan.

En Getafe, en el registro civil, según un reportaje que firma Raquel González en el periódico Getafe Hoy y que me manda amablemente un amigo para que me entere, los ciudadanos, españoles o extranjeros, que quieren cumplir los requisitos para nacionalizarse o casarse deben esperar cola toda la noche ya que sólo se atiende a veinte. El juez no atiende a más. ¿Se puede decir presunto vago? No, no es vago, porque dicen que les hace exámenes a los que quieren casarse.

–          ¿Desde cuándo se conocen ustedes?

–          Hace dos años, nos presentó una amiga.

–          No es lo mismo que ha declarado la que afirma ser su novia. Ella dice que fue en las fiestas de Navaluenga.

–          Sí, pero ese fue el primer día que nos besamos, antes nos había presentado mi amiga Marisa, lo que pasa es que mi novia no se fijó en mí porque yo llevaba jersey de cuello de pico y ella lo odia. El día de las fiestas llevaba sudadera y entonces sí.

–          Perdóneme, pero así no le puedo casar.

–          ¿Cómo que no me puede casar?

–          Si no se ponen de acuerdo ni en el día que se conocieron… ¿Cómo voy a casarle? ¿Para que se divorcien en dos semanas? Ni hablar, además, ¿cómo sé que se conocen de verdad y no es un matrimonio de conveniencia? ¿Cómo sé que no se casan para obtener la residencia?

–          Pero si somos españoles los dos… ¿Qué residencia? ¿Cómo va a ser un matrimonio de conveniencia?

–          Agente, deténgame a este ciudadano por desacato a la autoridad. El siguiente… Ah, no, que ya llevo veinte, me voy a jugar al golf.

Supongo que los exámenes no son así, que esto me lo he inventado. Sólo son presuntamente así.

–          Espere, señor juez, es que se lo he preguntado a ella y me ha dicho que sí, que quiere casarse conmigo.

–          Mal hecho, ¿le ha pedido la mano a los padres?

–          Es que eso ya no se lleva.

–          No se llevará en la Ciudad de la Justicia de Valencia, que hay mucho absentismo, pero en mi juzgado se lleva, claro que sí.

¿También a éste se le ha olvidado que es nuestro empleado? Qué mala memoria hay últimamente… Deberíamos hacer algo para que no siga pasando… Dicen que lo mejor para la memoria son las infusiones de salvia, habrá que probar, con cargo al presupuesto.

Quizá no sea ni la memoria ni que sea vago, quizá es que el juez se cree, presuntamente, un reyezuelo. No lo sé, y dudo que esta página me preste ayuda jurídica, así que me callo. Claro que pertenezco a más de una asociación profesional que sí que me debería prestar asistencia jurídica. Lo de las asociaciones profesionales es como lo de los i-pads, que hay que encontrarles utilidad después de pagarlos, no antes. Aparentemente, aunque sean bonitos, no sirven para nada, aparentemente. Seguro que a alguien le son de mucho beneficio, de muchísimo.

Creo que no me quedan más callos para pisar esta semana… ¿Será tan útil la palabra presunto? Ya veremos si no tengo que pasar por la Ciudad de la Justicia de algún sitio.

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