La nostalgia de Lorca

Por Silvia Campillo.

Reconozco que no soy amante de la poesía. Mi problema no es el de los estudiantes norteamericanos que no tienen reparo en admitir que no entienden a Alexander Popeo a Emily Dickinson. Lo mío no es una cuestión de falta de comprensión sino que, por lo general, la poesía no consigue emocionarme y quizá por ello siempre me haya acercado a ella de puntillas y cargada de prejuicios. Sin embargo, estaba esperando con impaciencia la publicación de Mi pueblo y otros textos vegueros (Barril&Barral), una antología de textos en los que Federico García Lorca hace referencia a Fuente Vaqueros.

A lo largo de toda su obra, Lorca mostró una relación muy especial con el pueblo granadino en el que nació en 1898 y que abandonaría en 1918 para trasladarse a Madrid. Su estancia en la Residencia de Estudiantes supondría el despegue de su carrera literaria, con la que encabezaría la Generación del 27. En cualquier caso, incluso en sus obras más célebres como Bodas de sangre Poeta en Nueva York, puede verse cómo Lorca siempre estuvo sentimentalmente unido a la vega de Granada, de la que siempre se acordaría con nostalgia y melancolía.

Para Lorca, Fuente Vaqueros representa una etapa de su vida feliz, junto a su familia y sus compañeros de colegio, en la que se acercaría por primera vez al arte. Sin embargo, su pueblo y su gente también personifican lo terrenal, la vida mundana cargada de injusticias, necesidades y sacrificios. Por ello, esta recopilación de textos de prosa y de poesía sirve para comprender mejor la obra lorquiana, mucho más profunda, intelectual y misteriosa de lo que muestran los libros de texto.

Mi pueblo y otros textos vegueros incluye Alocución al pueblo de Fuente Vaqueros, un discurso que García Lorca pronunció en septiembre de 1931 cuando fue el encargado de inaugurar la biblioteca municipal. Esta plática es de destacar porque en ella queda reflejado el enorme amor que Lorca sentía por los libros, y cómo estaba convencido de que la literatura y la cultura dignificaban la vida. “Cultura. Cultura, porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz”. Yo, setenta años después, sigo pensando lo mismo.

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