Cóctel de buenos medios, buen equipo y un genio

Por Laura Muñoz (texto)  / Fotografías cedidas por Imagine Press.

Con motivo del estreno el próximo 31 de marzo en el Festival de Cine de Málaga de “Morente. El barbero de Picasso“, decido proponer una entrevista a Emilio R. Barrachina, director de la película. Emilio accede amablemente a contarnos el making off de la producción y la experiencia de trabajar con un artista como fue Morente.

En el largometraje podremos conocer la vida del maestro Enrique Morente, fusionándose con una importante producción musical que se ha realizado sobre los textos de Pablo Ruiz Picasso, siempre acompañado por cantes flamencos tradicionales. Hay hueco para relatos personales, tomas pactadas y otras que no lo son, conciertos del artista y un acercamiento a la genialidad de Picasso, todo grabado con  siete cámaras de alta definición y el sonido de 63 pistas.

Emilio R. Barrachina es escritor y director, especializado en documentales, habiendo obtenido diversos premios literarios. Algunas de sus novelas han llegado al cine y al teatro y, tras dedicarse durante diez años al periodismo en Latinoamérica, regresa a España y publica, en 1998, su primera novela -“Calamarí”- a la que siguen muchas otras. El año pasado estrenó la película “El discípulo”, despertando la expectación y generando mucho debate.

Hoy hablamos de su última dirección, en la que ha trabajado codo con codo con el cantaor granadino Enrique Morente.

Antes de nada quiero agradecerte, seguro que en nombre de muchas personas que queremos al flamenco, que tuvieras la genial idea de escribir el guión de “Morente. El barbero de Picasso” junto al propio Enrique Morente y después, que hayas dirigido y rodado la película que veremos en los cines españoles en el próximo mes de abril.

P.: En común, Morente y tú, tenéis el interés hacia Federico García Lorca y, mientras uno grababa OMEGA, otro rodaba “Lorca. El mar deja de moverse”. Con este detalle puedo entender que decidierais trabajar juntos en este proyecto pero, ¿has obtenido lo que esperabas o tus expectativas han sido sobrepasadas?

R.: Realmente Lorca nos presentó hace ya unos cuantos años. Después Picasso se sumó al grupo y yo tuve el privilegio de ser testigo de la conversación entre estos genios. El trabajo con Enrique Morente ha sido uno de los más gratificantes de mi vida porque hubo siempre un respeto mutuo y un entendimiento que hizo que todo fluyera con naturalidad y armonía, lo que sin duda se refleja en la película. Las expectativas han sido ampliamente superadas, aunque es fácil adivinar a priori que trabajando con Morente el buen hacer estaba garantizado. Lo demás fue saber contar la historia y arriesgar por una narrativa cinematográfica que estuviera  a su altura.

P.: ¿Cómo surge la idea? ¿En qué dirección fue la petición, surgió de Enrique o de ti hacia él?

R.: Yo le planteé la idea a Fernando Crespo de Universal cuando escuché el disco “Pablo de Málaga” en 2008 y en cuanto hablamos con Enrique no dudó un momento en dar su consentimiento. Es más, en la primera conversación telefónica que tuvimos casi dejamos diseñada la película. Luego vino un año entero de trabajo. También tuve la suerte de contar con un gran equipo, como Charly Padilla o el director de fotografía Ismael Issa, que supieron seguir nuestras locuras y proponer muchas ideas estupendas.

P.: Imagino ésta como una experiencia impresionante en muchos sentidos… ¿cómo fue trabajar con Morente y dirigirlo en el rodaje del film?

R.: Ciertamente fue una experiencia única, de aprendizaje y emociones. Morente era una persona que estaba siempre explorando, experimentando, proponiendo y retando a la inteligencia. En ese sentido nos comprendimos muy bien y desde el principio supe que había que dejarle hacer lo que él quisiera, no ponerle cortapisas, sino seguirle y saber contar en imágenes toda su esencia. Fue un trabajo de respeto mutuo y mucho entendimiento. Al final teníamos conversaciones sobre la película, sobre lo divino y lo humano casi todos los días, bien en persona, bien por teléfono. Hasta el último momento.

P.: La película, que creo que ha sido catalogada como videoclip de gran formato, está compuesta de partes dramatizadas y otras que no lo son. ¿Cuál ha sido para ti el momento más importante tanto de una como de otra?

R.: Yo creo que la mejor forma de catalogar el trabajo es como “película musical”, ya que no es un documental al uso y formalmente es arriesgado. Una de las cosas más impresionantes es que todo es importante en la película, Nada está puesto de relleno, todo juega un papel que construye la historia, desde la grabación de los ensayos o los paseos por el Albaicín hasta los conciertos de Buitrago o el Liceo de Barcelona. Aunque si hay que destacar un momento, por el dramatismo que ahora adquiere, es, desde luego, cuando cantó delante del Guernica en el Museo Reina Sofía.

P.: Como no podía ser de otra manera, has dado un toque cubista a la obra, asemejándola así a la obra de Picasso. ¿Has pretendido, con ello,  romper la perspectiva y dotar al film de múltiples opciones que nos ofrezcan diferentes puntos de vista?

R.: Morente y Picasso ya había conectado e iban en una sola línea. Yo no hice más que ir detrás dando forma a las imágenes y tratando de acercar al público lo que ya entre ellos, con ayuda del barbero Eugenio Arias, habían tramado. Creo que finalmente la película es muy bella, con una propuesta estética y narrativa diferente, fresca y atrevida, muy en la línea de Morente.

P.: ¿Fue celoso Morente, como director musical, con su elección de los temas a incluir?

R.: Más que celoso fue muy cuidadoso. Era un perfeccionista tremendo. Siempre que terminábamos de rodar una escena preguntaba: “¿Esto ha quedado bien?” Y se quedaba pensando y si dudaba mínimamente de algo pedía repetirlo. Pero también era una persona muy sincera y comprometida con su trabajo y cuando rodamos los conciertos en directo me decía: “Esto no se toca, que para eso son directos”.

P.: Estoy segura que se dieron momentos espectaculares durante todo el proceso… Cuéntanos alguna anécdota que nos acerque al Morente persona más que al artista.

R.: Íbamos paseando por las ramblas de Barcelona, charlando y preparando el concierto de la tarde y se quedó mirando muy callado a un mimo que estaba vestido de hombre invisible. Tenía sombrero y gafas, pero no se le veía la cara. Morente se le acercó, se paró delante de él, le miró un instante y le dijo: “Que sepas que te quiero… aunque no te vea”.

P.: El rodaje, ¿lo sacasteis en algún momento del territorio español? Se me ocurre, claro, Francia por ser cuna del cubismo y punto de fusión entre ambos artistas.

R.: No. Inicialmente queríamos ir al castillo donde está enterrado Picasso, porque sobre su tumba está la misma estatua que hay frente al Guernica en el Reina Sofía. Y también quería dar un concierto allí, en el patio del castillo, pero no se daban las condiciones técnicas y el acceso era complicado para la gente. La verdad es que rodamos mucho material y las imágenes de archivo tenían más fuerza que ir hasta allí para rodar lo que a Morente ya le gustaba con aquellos aires de los años sesenta o las imágenes de la guerra civil.

P.: Hay un momento a destacar dentro de la película y, por desgracia único y ya irrepetible… El de Enrique cantando junto a todos sus hijos en el marco incomparable de los Baños árabes de Granada. ¿Dirías que lo registras, a posteriori, como la despedida perfecta entre Morente y su familia?

R.: Aquel fue un momento mágico e irrepetible, donde apareció el duende del flamenco y lo envolvió todo. A mí personalmente es una de las partes que más me gusta de la película, porque es de una belleza estética y de una sinceridad aplastantes. Las miradas de Enrique hacia sus hijos son maravillosas, no como una despedida, sino con verdadero amor y admiración. Fue otras de las lecciones del maestro.

P.: En el documental/película aparecen varios de los conciertos que dio Enrique dentro de España. ¿Cómo fue la elección de las actuaciones?

R.: Los conciertos se prepararon expresamente ara la película. Si bien es cierto que están enmarcados en festivales como Suma Flamenca o Catalunya Arte y Flamenco, Enrique los cambió y se le notificó a los organizadores ya que la idea es que fueran luego irrepetibles y sólo estuvieran en la película. Sobre el concierto del Liceo algunos expertos aseguran que fue uno de los mejores conciertos de su vida. Morente estaba pletórico, feliz, absolutamente entregado. Es la única vez que yo he visto al público, y más un público tan exigente como el del Liceo, levantarse para aplaudir en mitad de las canciones.

P.: Da la impresión de ser un proyecto realizado a medias más que de uno hacia el otro, un trabajo de codo con codo en el que todas las partes implicadas han hecho crecer el proyecto. ¿Afirmarías que ha sido un conocimiento mutuo entre vosotros?

R.: Sin lugar a dudas. Fue un enriquecimiento no sólo del proyecto en sí, sino también en lo personal. La propia hija de Enrique, Soleá, dice en la película que su padre “va dando lecciones sobre la vida sin él querelo”, y así era. Hablábamos mucho de cine, de música, de miles de cosas que nada tenían que ver con la película que la fueron enriqueciendo y nos fueron uniendo y llevando a tener la misma idea final sobre la película. Me duele mucho el que no pudiera verla terminada. Tenía mucha ilusión por ir al Festival de Málaga a estrenarla.

P.: ¿Sería correcto decir que, hasta hoy, es el largometraje más “de verdad” que has dirigido?

R.: Todos los trabajos los he afrontado desde una total entrega y por tanto desde la más absoluta sinceridad, ya fuera el de Lorca, el de Orson Welles o El Discípulo. Sin embargo, “Morente” es el trabajo con el que más a gusto me siento, y no lo digo porque sea el último, sino porque es el que más satisfecho me ha dejado como director y porque he contado con unos buenos medios, un buen equipo y un genio a mi lado.

P.: Y, con estas pistas del “antes”, sólo nos falta saber qué va a pasar en este inminente “después”. ¿Donde podremos disfrutar del filme y en qué fechas?

R.: Tal como era deseo de Morente, la película se estrena el 31 de marzo en el Festival de Cine de Málaga. El 8 de abril irá a los cines españoles y después comienza todo un periplo de festivales internacionales.

Si te parece bien, Emilio, terminamos con una batería de preguntas rápidas:

LO MEJOR Y LO PEOR DEL RODAJE

Lo mejor lo fácil que fluyó todo. Nunca hubo contratiempos. Lo peor que Enrique no está para ver el resultado.

¿PREFIERES A MORENTE ARTISTA O PERSONA?

Morete era tan grande como artista que como persona. Es imposible separar a uno de otro.

UN RECUERDO IMBORRABLE DE LA EXPERIENCIA

Hablar sobre el diseño del rodaje tomando unas cervezas al atardecer en la terraza de su casa con la Alhambra a la izquierda y la vega granadina al fondo.

EN TRES PALABRAS… ¿CÓMO ES ENRIQUE MORENTE?

Un creador, una buena persona y un ser irrepetible.

Concluye la entrevista y me quedo con muchas ganas de ver la película, algo que solucionaré pronto, ya que Culturamas está invitada al preestreno el próximo 7 de abril en Madrid. Prometo contarlo todo y, mientras, os dejo un adelanto:
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=3×3-SuSWQq4[/youtube]

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