Para vivir la (y gozar) literatura en un tiempo precario

Por Manuel Rico.

Hay libros, por los que apuestan a veces las pequeñas editoriales, que son pequeñas joyas que las más de las veces pasan inadvertidos. Otras, se convierten en algo similar a un conjuro. Primero entre los iniciados, entre la gente más cercana a la editorial. Luego, el conjuro se hace confidencia y comienza a circular de boca a oreja como un regalo. Este es el caso de dos hermosos libros editados por Bartleby en su colección de narrativa que, por otro lado han estrenado el nuevo diseño, un diseño innovador, fresco, con gancho estético. Sus autores y autoras son jóvenes. La mayoría, hispanoamericanos. Os preguntaréis cómo es posible que hable de una mayoría cuando se trata de dos libros. Pues bien: lo digo porque el primero, Crónicas de oreja de vaca, es un libro escrito por tres narradores, dos de ellas mujeres: Andrea Jeftanovic, chilena, Giovanna Rivero, boliviana, y Juan Terranova, argentino. El segundo es una novela breve e intensa de Nuria Riera titulada Una ola con sabor a pez.

 

Tres miradas, una ciudad, un mundo

 Crónicas de oreja de vaca está prologado por Juan Cruz y recoge tres historias que podríamos calificar de novelas cortas, de relatos largos o de crónicas personales. Son tres hermosas narraciones en las que sus autores, ya sea en forma de diario ya lo sea en forma de ficción, cuentan sus tres meses de estancia en Alcalá de Henares en los que vivieron con una beca de la Universidad con la única obligación de respirar la ciudad, su ambiente existencial y literario y plasmarlo en el libro.  Así lo describe Juan Cruz, el escritor que les acompañó: “Mientras miraban, apuntaban, se estaban manchando de realidad, estaban asistiendo con sus miradas a la marcha implacable del tiempo y lo estaban fijando en sus cuadernos. Yo los miraba mirar. El resultado de esa mirada que les nació aquí, en Alcalá, en Madrid, en los cafés, y en las noches a las que no les pude seguir, es  Crónicas de oreja de vaca, este libro que escribieron como escuchan las vacas.”

¿Qué cuentan? Pues su vida en Alcalá, una vida en paralelo y en los alrededores a la que vivió Juan Marsé como premio Cervantes de 2008. Cuentan sus preocupaciones cotidianas, sus lecturas, sus músicas, sus paseos por la vieja ciudad (calle Mayor, calle Libreros, Instituto Cervantes, Universidad…), sus contactos con el mundo literario madrileño, sus emociones, sus recuerdos de los países de los que proceden. El lector, por unas horas, se sumerge en ese mundo cotidiano y maravilloso a la vez y lo goza. Historias magníficamente escritas, historias de deslumbramiento, de encuentros y reencuentros, de bares y cansancios y soledades y nostalgias. Un libro de escritores para escritores y para todo aquel que ame la literatura.

Una ola, un faro, una mujer

La “ola” de Nuria Riera no sólo sabe a pez. Sabe a aventura, a intimidad, a sueños incumplidos y a posibilidades de cumplirlos. Habla de un faro, del microcosmos familiar de quienes han decidido vivir lejos del mundo y cerca del mar y de quienes creen en la sencillez de las relaciones humanas. Es el mensaje posible de los ahogados, la verdad que se oculta tras un amigo, el amor y su dimensión más cotidiana. La posibilidad de construir una nueva vida frente al desgaste y las decepciones de la vieja. Una novela hermosa en la que el título, Una ola con sabor a pez es, de por sí, una invitación. Sé que no es la novela densa con que a veces algunos lectores identifican la buena narrativa. Ni el texto alambicado lleno de puertas a la oscuridad. Es algo tan sencillo como una novela para entusiasmar, para enamorar, para vivir. Lo que no es poco.

Dos libros para el boca a oreja. Dos libros que nos reconcilian con la buena literatura y con la devoción por las palabras.  Para La Noche de los Libros y para el día de Cervantes. Para la celebración de Alcalá y para todas las celebraciones de todas las ciudades que hablan y sueñan en español o castellano.

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