No te signifiques (24)

Por Jorge Díaz.

–         Es que como en España, en ningún sitio…

Pues perdonadme que os diga, pero no. Sé que lo que voy a decir es impopular pero alguien tenía que atreverse: España es un país bastante cutre.

–          Bonito inicio. ¿Ha bajado el número de visitas y quieres escandalizar en plan Sostres?

–          No voy a hablar de ese tiparraco porque no se lo merece y me significaría. Y no, no ha bajado el número de visitas, de hecho no sé si son muchas o pocas.

–          ¿Entonces?

Llevo toda mi vida escuchando esa frase. Es absurda y provinciana. No es únicamente nuestra: los chilenos creen ser el único país serio de su entorno; los peruanos que su gastronomía es la más completa y sabrosa; los costarricenses que son los ciudadanos más felices de la tierra; los colombianos que el castellano que hablan es el más perfecto incluyendo el que hablan los de Burgos; los brasileños que su mezcla de razas produce los individuos más bellos del planeta, cosa que no me atrevo a refutar; los argentinos… Bueno, a los argentinos no hay que decirles nada porque se pueden llevar un disgusto demasiado grande y se les puede caer el armazón de su autoestima, que sigan pensando lo que piensan…

En todos los países del mundo creen que son los mejores en algo. Pero lo de España es de nota, creemos que somos los que miramos a los demás para abajo; no nos consideramos puntualmente mejores sino inigualables en conjunto, maillots amarillos de la general, vamos. Nos da igual que haya países con mayor renta per cápita, con mejor clima, con más riquezas naturales, con mejor calidad de vida, con costumbres más apacibles, con políticos menos corruptos, con gobiernos menos prohibicionistas, con ayuntamientos menos invasivos en la vida de sus ciudadanos…

–          Es que como en España, en ningún sitio…

Vamos, anda.

Seamos sinceros, tuvimos la oportunidad de hacer un país serio y nos dedicamos a viajar con Curro al Caribe y no aprendimos nada. Pudimos aprovechar la bonanza para ser más cultos y más sabios y sólo somos más horteras…

–          Concha, mira lo pobre que es esto…

Creedme, esa frase, literal, se la escuché decir a una señora española viendo desde la playa de Copacabana las casas de la favela de Cantagalo, en Río de Janeiro. A la derecha estaba el Pão de Açúcar; de frente se podía ver, entre dos edificios, el Cristo del Corcovado; en la arena, un grupo de seis u ocho chicos y chicas de unos doce años se pasaba una pelota sin dejar que cayera al suelo y sus risas lo invadían todo; por un lado y por otro pasaban especímenes humanos de cuerpos perfectos y bañadores mínimos; a pocos metros, un chico con una guitarra le cantaba una canción a una chica morena de ojos azules, no se escuchaba qué canción era pero quiero creer que podía ser una de Jobim…

Y todo aquello, que rebosaba belleza y felicidad, no tenía importancia, las dos amigas buscaban algo que comparar a su pueblo y eso fue lo que se dijeron.

–          Concha, mira lo pobre que es esto.

–          Es que como en España, en ningún sitio.

Cachos de carne no dotados del privilegio de la razón…

En España hay cosas buenas y malas, los españoles vivimos mejor aquí que en los demás sitios, pero tendremos que reconocer, aunque nos cueste, que para los letones no hay nada como Letonia.

–          Es que como en Letonia, en ningún sitio.

Los guiris vienen a pasar las vacaciones porque hay playa y la sangría es barata; si quieres puedes comer bastante bien, si además te gastas una fortuna puedes comer arrebatadoramente bien. Como en todas partes.

No somos distintos de los demás, sólo un poco más horteras, bastante más cerrados y con menor sentido del ridículo.

–          ¿Qué tal las vacaciones?

–          Estupendas, estuve en los fiordos noruegos.

–          ¿Y qué tal?

–          Muy bonitos, pero como te digo una cosa te digo la otra: como en España, en ningún sitio…

–          ¿Y eso?

–          No tienen nuestra alegría de vivir. Es que se ve en cuanto llegas. Eso sí, se enteraron de que los españoles estábamos allí, toma que si se enteraron. No veas la juerga que montamos en una plaza que había cerca del hotel que debía ser como la plaza mayor o algo así. Nos miraban con una envidia…

Qué mal lo he pasado viendo a los españoles exportar esa capacidad nuestra para la fiesta que tanta vergüenza me da; por eso no me gusta viajar, por no encontrármelos…

Alguien tenía que decirlo: como en Kosovo, en ningún sitio…

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