La infidelidad, vista por la periodista Anna Alós

Texto y fotografías: Johari Gautier Carmona


 

Nadie está a salvo de un engaño. Ésta es una de las ideas que destaca de la presentación de la periodista Anna Alós y su última obra: “El discreto encanto de la infidelidad” (Planeta). Este tema que tanto llama la atención y que, sinembargo, tantos tabúes genera le ha servido para recopilar las experiencias de muchas amistades y conocidos, pero también reflexionar sobre su propia existencia. La escritura es una terapia de choque que permite encontrarse a solas con algunas realidades difíciles de aceptar.

 

 

A modo de lectura entretenida, la obra desvela las anécdotas más insólitas de una pareja, desde el momento en que el protagonista decide entablar una relación con otra persona hasta que se consume el acto de la infidelidad. Pero más que el acto en sí, Anna Alós considera que lo que realmente atrae del engaño es todo lo que lo precede: los preparativos, las citas a escondidas, la adrenalina, la doble vida, las mentiras, la sensación de novedad o la ilusión de vivir nuevamente.

 

Puede ser un acto de total inconsciencia o todo lo contrario: un plan de venganza. Algo escrupulosamente estudiado. La infidelidad abarca todos los estados psicológicos, desde la más enraizada patología hasta la inocencia. El que engaña puede ser engañado y caer en el más puro desasosiego. También puede engañarse a sí mismo.

 

La infidelidad no tiene un motivo único. Tampoco tiene un sexo predeterminado. Por eso es casi imposible darle una explicación o un perfil predeterminado. Mientras algunos consideran que es un pecado otros la interpretan como un gesto de libertad y de conciencia si es asumido y pensado por el autor.

 

En su análisis Anna Alós defiende la idea de que las mujeres y los hombres llegan a la infidelidad por caminos distintos. “Ellos llegan por la entrepierna y nosotros llegamos por el cerebro. Esa es la única diferencia”. Y las estadísticas parecen corroborarlo: los hombres son igual de infieles que las mujeres.

 

Otra idea interesante de la autora es que, si una persona es infiel a su pareja, no debe contarlo jamás. El dolor que suscita es inimaginable y, por lo tanto, es mejor evitar cualquier tipo de trauma. Sin embargo, la periodista también reconoce que esconderlo puede ser un auténtico calvario. Algunas personas animadas por un sentimiento de culpa incontrolable o un ego desbordante no son capaces de aguantar el silencio y acaban contándolo todo, hasta a su propia pareja.

 

Motivados por unas ansias irreprimibles, otros creen que pueden disociar el acto sexual de los sentimientos y, no obstante, terminan en un mar de confusión. La infidelidad no sigue un camino previsible. Los celos, la envidia, el ego se imponen a veces en cuestiones que podrían aceptarse con más facilidad. Asimilar que una persona pueda cometer un error tiene que ver con la auto-estima, explica Anna Alós.

 

Sin querer defender un modelo de conducta, la escritora considera que existe una gran diferencia entre traición e infidelidad. Mientras la primera va en contra de la pareja (y la persona con quien se vive) la otra simplemente es el resultado de un impulso sexual. La infidelidad puede perdonarse (sin olvidarse) pero la traición es un gesto profundamente irrespetuoso. Un acto destructivo.

 

Así pues, la obra de Anna Alós destapa verdades con elegancia y se sitúa en el panorama editorial como una lectura filosófica y actual. Todos los elementos para caer en la tentación… de la lectura.

 

 

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