Tarde de museo: KUSAMA en el MNCARS

Por Benito Garrido

 

 

 

Ante todo, descubrirme ante la obra de una artista que hasta ayer mismo, este simple paseante mortal no conocía. Solo me surgen adjetivos muy cercanos a soberbia, para valorar la exposición que ayer me retuvo durante más de tres horas en el edifico Sabatini del Reina Sofía. Adjetivos que no me atrevo a utilizar por miedo a parecer exagerado. Aquella tarde fría de junio, de pronto, se volvió cálida y agradable dentro del universo creativo propio de Kusama: un lugar invadido de sueños, autorretratos, puntos de colores, armarios llenos de penes, espejos oscuros y flores negras.

 

 

Yayoi Kusama (Matsumoto, Japón, 1929) es probablemente la artista viva más conocida de su país. Desde la década de 1940 ha desarrollado una vasta obra que incluye pintura, escultura, dibujo y collage, además de grandes instalaciones. La crítica no ha podido catalogarla más que como excepcional y única dentro del actual panorama del arte contemporáneo. El gran dominio que tiene de la técnica, le ha permitido cubrir esos diferentes campos artísticos, así como, y en función del momento, evolucionar desde el arte pop a los movimientos contraculturales, pasando inclusive por el minimalismo y el performance art. Así, en la década de los sesenta llegó a ser una de las figuras más destacadas de la vanguardia neoyorquina.

 

Este paseo alucinante por la obra de la artista, se ordena cronológicamente siguiendo las diferentes etapas creativas de la misma. De esta manera, podemos contemplar desde sus inicios bastante surrealistas en los que experimenta con el papel y las formas abstractas, hasta las instalaciones de gran escala de finales de los noventa. Pero hasta llegar ahí, también pasaremos revista a las Infinity net paintings que coinciden con su llegada a Nueva York, o a sus famosas Accumulation Sculptures dotadas de un vocabulario muy personal. Los productivos años sesenta también nos llevarán a los collages repetitivos, las performances y los photocollages, que se suceden coincidiendo con el arte pop primero y la cultura hippie después. En resumen nos vamos a terminar empapando de una muy intensa y personal visión del mundo.

 

Frances Morris ha comisariado una exposición que pretende reflejar la profundidad de una trayectoria artística cautivadora, mostrando también una de sus más recientes instalaciones concebida para la ocasión: Infinity Mirrored Room – Filled with the Brilliance of Life (2011). De aquí, esta colección de 150 piezas seguirá su curso hasta el Centro Pompidou de París, la Tate Modern de Londres y el Whitney Museum de Nueva York. Y aunque a nosotros todavía nos quedan muchos días para visitar la retrospectiva, no lo dejen para muy tarde pues se trata del típico plato que engancha, y de los cuales se dice, que quien lo prueba repite.

 

Escoltado por unos vigilantes, que como abejas me repiten que ha llegado la hora de cierre, me dirijo a la calle, donde todavía el viento sopla y el espacio ahora es otro, diferente.

 

 

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