Tomando un café con Hemingway

Por Alicia Valeria Alonso.

 

Zelda Fitzgerald (Alison Pill) y F. Scott Fitzgerald (Tom Hiddleston)

Salvador Dalí (Adrien Brody)

 
Hemingway (Corey Stoll) según Woody Allen

Igual que a Gil, el melancólico escritor interpretado por Owen Wilson en Midnight in Paris (2011) de Woody Allen, a mí siempre me ha encantado sumergirme en los rincones más remotos de cada ciudad y empaparme con su esencia. En mis cortas pero intensas estancias en la capital francesa, también he disfrutado como una niña por las calles de Montmartre, imaginando los actuales cafés repletos de turistas, poblados de almas bohemias… Músicos callejeros, pintores fracasados, musas frívolas, escritores filósofos, prostitutas caducadas, poetas iconoclastas, genios bipolares, amigos oportunistas, maestros beodos, teóricos noctámbulos….Protagonistas de la historia.

 

Mi imaginación se desborda reflejándome retratada con mirada perdida y trazo firme por las manos del joven Amadeo Modigliani, como lo fue la misteriosa Adriana (Marion Cotillard) en el film de Allen. Gertrude Stein hubiera satisfecho mis aspiraciones artísticas alagando mi elegante prosa. Con Hemingway hubiera debatido sobre el papel del periodista en la historia y el compromiso político. Y con Dalí y Buñuel…a saber, seguramente ellos me llevarían por sus derroteros surrealistas, deconstruirían mi realidad e inventarían un mundo onírico con recortes de mi vida en el tiempo en que nos terminábamos el café… Y Picasso, y el matrimonio Fitzgerald, y T.S. Eliot…Y viajando un escalón más atrás en el tiempo, me reiría a carcajadas con el pequeño Toulouse Lautrec, ataviada con mi cancán y mis pololos, bailando por los salones del Moulin Rouge.

 

Gertrude Stein (Kathy Bates) y Picasso (Marcial Di Fonzo Bo).

Hemingway (Corey Stoll) y Belmonte (Daniel Lundh).

 

Pero, además, este sentimiento lo extrapolo a todas aquellas ciudades que me han enamorado a lo largo de mi existencia. En Madrid, por ejemplo, me veo compartiendo churros con Max Estrella en la chocolatería San Ginés; o cotilleando desde mi mesa en la terraza del Gijón el acalorado debate entre García Lorca y sus compañeros de la Residencia de Estudiantes. Me imagino tropezándome con la joven Tristana de Galdós en la Glorieta de Cuatro Caminos, o desenmascarando espías británicos en el salón de té de Embassy.

 

Sería genial….

 

Y es que no lo puedo evitar. Yo, como el bueno de Gil, soy una romántica. Esta época no está hecha para mí. Demasiados Zaras, Carolinas Herreras y Adolfos Dominguez. Demasiados móviles con conexión a internet. Demasiados iPads, iPhones y GPS. Demasiada telebasura y una ausencia aterradora de conversación inteligente. Y es que me sobran visitas guiadas y me faltan largas tardes de sobremesa. Me sobran aglomeraciones y me falta tiempo. Porque nos han creado demasiadas necesidades y nos han atado a la pata de nuestra cama de Ikea. Nos han cortado las alas a la imaginación… y a la locura.

 

Pero, la verdad sea dicha, volver al pasado no nos va a devolver nuestro alma.

 

Porque siempre anhelamos lo inalcanzable. Al igual que amamos desesperadamente a quien encuentra tropiezos al correspondernos; al igual que entregamos nuestras vidas para alcanzar un status social que no nos hace felices…Perseguimos aquello que se nos escapa entre las yemas de los dedos. Vivimos de ilusiones y no somos conscientes de que nosotros escribimos nuestro destino. Si queremos pintar ¡pintemos!; si nos gusta escribir, ¡escribamos!; si deseamos dar la vuelta al mundo, qué narices, ¡démosla!

 

Porque aferrarse a tiempos pasados o vagas ilusiones es vivir de un sueño. Reconstruyamos ese sueño y démosle vida. Escribamos la historia para que más tarde otros fantaseen con nuestras andanzas…

 

 
 
 

Midnight in Paris (2011) se estrenó en España el 13 de mayo de 2011.

 

Podéis leer la crítica sobre Midnight in París (2011) de Alejandro Contreras: Midnight in Paris… 1920

 

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