El utópico viaje de Playing For Change

Por Paloma Marín.

Hasta que en 2005 un vídeo de «Stand By Me» le puso rostro, Roger Ridley llevaba años cantando y tocando la guitarra de forma anónima por las calles de Santa Mónica. Desde entonces, su voz inaugura los primeros compases del clásico de Ben E King para poco después mezclarse con la sinergia interpretativa de otros dieciséis músicos a lo largo de todo el planeta. Su versión ha dado la vuelta al globo y más de 30 millones de personas ya han visto su actuación por Internet. Bienvenidos a un puzle musical sin fronteras ni precedentes, bienvenidos a Playing For Change: un proyecto que ha encontrado en la música su particular instrumento de transformación social.

 

Una idea surgida de la casualidad que empezó a cobrar vida propia cuando el ingeniero de sonido y productor estadounidense Mark Johnson se cruzó con la profunda y sincera voz de Ridley mientras paseaba por la 3rd Street Promenade: <<Me acerqué a él después de su actuación y le dije, ‘Hey, si vuelvo en una hora con algunas cámaras y un equipo de grabación, me encantaría filmarte para un videoclip que incluyera músicos de todo el mundo». «Él me miró divertido, pensando que estaba loco y dijo, ‘Bueno, si vuelves, lo haremos.>> Johnson regresó y lo fortuito de su encuentro es hoy por hoy un sonado movimiento multimedia cuyo fin no es otro que promover la paz a través de la canción. Nobles intenciones y una férrea convicción: que la música desarma diferencias independientemente de cuáles sean los orígenes geográficos, políticos, económicos, espirituales o ideológicos de cada uno.

 

Puesta la primera piedra, el proyecto entero empieza a rodar: con su estudio de grabación móvil a cuestas, Mark Johnson y su equipo de confianza se despiden por una temporada de sus proyectos paralelos para cumplir con lo prometido. El primer escenario acoge a Roger Ridley, su taburete de madera, su guitarra y su : «… No matter who you are, no matter where you go in your life, at some point you´ll need somebody to stand by you…» El mensaje nace y el colorista ritmo de Ridley, junto con su canto, logran crear la pista base, posiblemente, con más kilómetros sobre la espalda de la historia. Johnson se desplaza entonces a Lousiana, Nueva Orleans, para ponerle micrófono y auriculares a Grandpa Elliott, otra de las voces que suena con fuerza en esta versión. En la misma ciudad,  las manos de Washboard Chaz logran la percusión skiffle perfecta para sujetar la introducción del tema. Después, una tribu de indios Zuni añaden un tambor tradicional desde Nuevo Méjico, Clarence Bekker incorpora su voz desde un patio de Ámsterdam y así sucesivamente hasta sumar un total de dieciséis músicos a lo largo de todo el planeta. Barcelona, Sudáfrica, Venezuela, Moscú… Cada punto en el mapa es una nueva costura con la que ir tejiendo este particular «Stand by Me» deconstruido.

 

Mientras, Playing For Change suma fortaleza y a su canción bandera le van naciendo hermanas. El proyecto se consolida y algunos grandes nombres como Manu Chau, Bono o Niño Josele dejan caer su firma en la causa para versionar temas con tanta carga simbólica como «One Love» o «War/No More Trouble» de Bob Marley, «Imagine» de John Lennon o la que es ya el último capítulo de la asociación: esta adaptación del «Gimme Shelter» de los Rolling Stones. Un viaje común y más de sesenta aportaciones musicales de las que ha surgido The Playing For Change Band: anónimos intérpretes que han viajado miles de kilómetros para encontrarse sobre un escenario. Una formación para la que el poder unificador de la música es evidente.

 

Hoy, seis años después de que comenzara esta andadura y cuarenta y ocho vídeos publicados más tarde, la idea inicial de Mark Johnson ha inspirado la transformación de Playing For Change en un movimiento global por la paz y el entendimiento que no sólo pone el acento en la urgencia del cambio sino que además, trabaja para lograrlo. La publicación de dos discos y un documental para recaudar fondos y la construcción de siete escuelas de música en las más desfavorecidas de las comunidades que han visitado, dan prueba de ello. Y es que como cantaba Neil Young: «Just singing a song won’t change the world», o quizá sí…

 

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