Socotra: la isla de los genios

 
Por Gonzalo Muñoz Barallobre.
 
 

La isla de Socotra sorprende por su vegetación, presencias de una época arcaica.

Avanza la globalización llegando hasta el último rincón del planeta, homogeneizando, borrando toda diferencia y triturando aquellos lugares en los que durante milenios habitó el misterio. Uno de esos sitios es la isla de Socotra. Situada en el océano índico, frente a las costas del cuerno de áfrica. En ella, lo que es mito y lo que es historia se entrelazan configurando el tejido de lo real, un tejido lleno de magia, en lo que todo tiene tantas caras como el ojo de la imaginación les quiera otorgar. Y a este lugar, protegido por grandes acantilados y por unas corrientes caprichosas, ha viajado Jordi Esteva, y su aventura ha quedado registrada en una obra que sin duda puede estar entre los grandes libros de viaje del siglo XIX. Su voz relata lo vivido llenándolo de belleza, de una calidez y una cercanía que te hace sentir hasta los olores de las árboles que han salido a su encuentro.

 

En las montañas de Socrota, los griegos situaban el trono del mismísimo Urano y el lugar de origen y resurrección del ave Fénix. Para los marineros árabes, la isla estaba llena de demonios, de curanderos, de brujas y de maestros en el arte de la nigromancia, para Marco Polo los mejores. Pero si lo que acabamos de decir puede caer del lado del mito, de lo fantástico, hay en esta isla, también, una historia sorprendente que tiene como motor las sustancias que en ella se pueden encontrar: mirra, incienso, sangre de dragón y ámbar gris. Así, en sus costas desembarcaron las naves del Egipto faraónico en busca de la mirra, por ser esencial en el proceso de momificación. Alejandro Magno, aconsejado por Aristóteles, conquistó la isla para ostentar el monopolio del incienso que durante siglos había perfumado los templos más importantes de la Antigüedad. Pero si la mirra y el incienso, antes más cotizados incluso que el oro, han dejado de ser sustancias tan valiosas, no es el caso de otras que también se encuentran en la isla: la sangre de dragón y el ámbar gris. La primera, es una resina de color rojo, de ahí su nombre, que tiene numerosos usos medicinales; por su parte, el ámbar gris, una sustancia que se encuentra en el estómago del cachalote y por la que se llega a pagar hasta diez mil dólares el kilo, es muy apreciada en cosmética, especialmente en la elaboración de perfumes.

 

Pero si las sustancias de la isla son valiosas, y aquí entra en juego la calidad del relato de Jordi Esteva, sus habitantes no se quedan atrás. Se nos habla de personas sencillas que guardan dentro de sí una inocencia y una pureza únicas.

 

Socotra, la isla de los genios no es sólo un canto de amor a esos lugares que la globalización está arrasando, pretende ir más allá: ser la defensa de una isla amenazada por especuladores que llegan de Arabia Saudí y de Europa. Empresarios que quieren convertirla en un parque temático, sepultar miles de años de historia con bungalows, convertir una isla mítica en un mero adorno.

 

Pero detrás de esta defensa enérgica, late, con dulzura y suavidad, una nostalgia: tal vez Socrota sea el último sueño por realizar del autor. Así, a medida que avanza la historia, que se acerca la llegada a la cumbre de la isla, empiezan a aparecer pequeños destellos que tienen el sabor de un sueño que se va terminando. Momentos que envuelven a la narración con el aroma de la tristeza, pero sin caer en excesos, simplemente un perfume sutil que sabe mezclarse con la alegría de haber conquistado otra aventura. Y es que viajar, y más cuando el viaje es de esta envergadura, es también perderse dentro de uno mismo, y así nos lo hace saber el autor cuando mira al cielo estrellado o a los abismos que guardan las cumbres de Socrota. Una pérdida que tiene como síntoma un vértigo liberador, un escalofrío que desanuda los viejos lastres invitando a renacer.

 

Socotra, la isla de los genios guarda dentro de sí una valiosa experiencia, y quien se acerque a ella, quien la recoja con el mimo con el que está escrita, volverá lleno de vida y, algo decisivo para estos tiempos que corren, de esperanza.

 

 

 

Socotra, la isla de los genios

Jordi Esteva

Ediciones Atalanta

2011

362pp, 23 euros

 

 

 

One thought on “Socotra: la isla de los genios

  • el 20 octubre, 2011 a las 11:20 am
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    Un libro mágico para tiempos áridos.

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