Amma en Barcelona

Por Helena Cosano.

Prácticamente todos hemos oído alguna vez hablar de Mata Amritanandamayi, aunque no recordemos el nombre. Es “la santa de los abrazos”, a quien cariñosamente llaman Amma, una mujer india que expresa su amor tomando en sus brazos a quien a ella acude, y que ha abrazado al parecer a más de 30 millones de personas.

 

Yo conocía ya a varios devotos suyos, gente que afirmaba que su vida había dado un giro irreversible cuando Amma se cruzó en su camino. Me habían contado que esta mujer era capaz de abrazar sin cesar, a veces días enteros, sin interrupción, como si no tuviera las mismas necesidades básicas que el resto de la humanidad, siempre absolutamente atenta y amorosa con cada uno de “sus hijos”. La describían como algo más que un Gurú, algo más que un Maestro iluminado o que un alma libre en vida capaz de asumir la carga de guiar a los que permanecen apresados en la ilusión cósmica: hablaban de ella como de un ser divino. Según sus devotos hindúes es un “avatar”, es decir, una encarnación de la divinidad: el Absoluto tomando cuerpo humano, Dios encarnado – como muchos creen que se encarnó en Jesucristo -, esta vez en un cuerpo de mujer.

 

Pero su actividad no se limita a los abrazos – aunque estos puedan prolongarse veintidós horas sin interrupción… Entre abrazo y abrazo, entre mantra y mantra, canto devocional, meditación o discurso a sus hijos, Amma está desempeñando una obra humanitaria avasalladora. Embracing the world (“abrazando al mundo”) es una Organización No Gubernamental fundada y dirigida por ella, con estatuto consultivo especial de Naciones Unidas.  Es una inmensa red global de organizaciones y proyectos caritativos regionales y locales, activo en más de 40 países de todo el mundo. Ofrece labores de socorro y ayuda de emergencia ante catástrofes naturales (como inundaciones, terremotos o tsunamis), comida para los más necesitados y lucha contra el hambre y la pobreza a gran escala, construcción de viviendas dignas, distribución de agua potable, financiación de orfanatos, hospitales, educación, atención médica, investigación científica, impulso a la mujer para facilitarle ser autónoma, cuidado de ancianos, iniciativas ecológicas como plantar árboles o recoger basura o reciclar papel… Amma considera que todo ser humano tiene como derecho fundamental los cinco elementos básicos que son: comida, alojamiento, educación, asistencia médica y medios de vida, y que todos podemos y debemos ayudar para aliviar el sufrimiento de los demás. Y esa forma de ayudar, a través de acciones desinteresadas, de pequeños y grandes actos de generosidad, además de transformar el mundo en un lugar menos hostil, nos devolverá más de lo que ofrecimos, pues servir al prójimo es la vía que conduce a la auténtica paz interior.

 

Hacía tiempo que había oído hablar de Amma y que sentía curiosidad. Cuando me indicaron las fechas en que visitaría España este año, decidí acudir.

 

El programa de Barcelona se celebra desde hace dos años en el polideportivo de Granollers. Debo admitir que el lugar me pareció algo inhóspito al principio, tan grande y desabrido. Pero pronto sentí ese “algo” que emana de Amma y que convierte cualquier sitio en un santuario desbordante de alegría y amor. Cuando llegué por la mañana, algo después de las nueve del sábado 5 de noviembre, un día de lluvia bastante gris, una voluntaria joven con una gran sonrisa me tendió un ticket para el célebre abrazo… Y es que Amma siempre, en todos los programas, abraza a todos los que lo desean. Y lo desean miles de personas, por lo que las colas duran muchas horas y Amma a menudo se pasa las noches enteras abrazando sin cesar. El abrazo es su forma de Darshan, lo cual, incluso en la historia de los Mahatmas de la India, es nuevo y excepcional. El Darshan consiste en ver o experimentar la presencia de una persona elevada espiritualmente y recibir su bendición. Normalmente, es un acto solemne y silencioso: el discípulo pasa inclinándose ante al Maestro con reverencia, a veces rozando sus pies. Sólo Amma, desde el principio, desde su infancia, ofrece abrazos y desea que sus hijos se dirijan a ella con la inocente espontaneidad de los niños.

 

La mañana comenzó, antes de los abrazos, con una meditación guiada. Todos nos sentamos, algunos abajo cerca de ella, otros, como yo, sobre las gradas. Entonces fue cuando por primera vez me percaté de que había algo inusual en torno a esa mujer –  una mujer india muy normal físicamente, vestida con un sari de luminoso color blanco, morena de tez y cabello, de unos cincuenta años, pequeñita y redonda, de voz grave y una inmensa sonrisa. Su apariencia física no es notable, pero hay “algo” a su alrededor, algo que la hace diferente, independientemente de las creencias religiosas de quienes la rodean y de sus tradiciones culturales, más allá de una eventual sugestión. De ella emana una ¿energía? que no es habitual, que – al menos yo – no había sentido nunca antes. Es como una vibración de amor. Todos lo sienten, unos más y otros menos, pero hasta los más escépticos confiesan que “hay algo”. En esa primera meditación sentí lágrimas correr en silencio por mis mejillas. Me sorprendió inmensamente; llorar en público sólo me había ocurrido hasta entonces en la sala oscura de algún cine o en el entierro de un ser querido. Pero así, sin tristeza y sin razón, sin saber ni siquiera por qué, era algo nuevo y en cierta forma maravilloso. Al mirar a mi alrededor vi que había mucha gente con ojos brillantes de lágrimas e incluso sollozando abiertamente.

 

Al terminar la meditación, exploré el polideportivo. Me impresionó la cantidad de personas movilizadas para el evento – dando información, vendiendo, guiando, cocinando, limpiando, cantando… La inmensa sala estaba llena de puestecitos con libros de Amma y todo tipo de objetos bendecidos por ella – fotografías de la santa, sandalias llevadas por ella, joyas, ropa, saris indios, pashminas y chales, almohadas, productos ecológicos como infusiones y hierbas varias, caramelos, cojines de meditación, llaveros, relojes, imanes, malas, flores y plantas… Y se ofrecían  los más diversos servicios, como masajes, tratamientos de reiki o acupuntura, astrología védica, o incluso un programa de entretenimiento con payasos para niños. Otra sala hacía las veces de comedor, con platos vegetarianos internacionales aunque sobre todo especialidades de la India. Pues bien, todo, absolutamente todo, era fruto del trabajo desinteresado de los devotos de Amma, y todo el dinero recaudado se destina a sus hospitales, orfanatos y centros diversos esparcidos por el mundo. A esta forma de trabajar gratuitamente se la denomina SEVA. Es una forma de yoga (karma yoga), es decir, una vía espiritual que busca la liberación y elige para ello la acción desapegada; y los hindúes creen que es una forma de “quemar mal karma”, acelerando así el progreso espiritual. En cualquier caso, el inmenso polideportivo estuvo repleto todos esos días de voluntarios que, sin cobrar un céntimo, trabajaron muy duramente, en el ambiente más fraternal y alegre que se pueda imaginar. Perfectos desconocidos te sonríen, te cuentan sus experiencias con Amma o su vida, resuelven todas las dudas que puedas tener…, y sobre todo hacen que te sientas muy querido, como en una gran familia que te acepta como eres y te quiere.

 
Aproveché para informarme sobre las creencias de Amma, sobre su religión… ¿Era ella hindú o había fundado una nueva religión? ¿Se trataba de algo parecido a una secta? Pero constaté que sus devotos son de muchos países y de todas las religiones. Amma no convierte a nadie, no profesa ninguna religión y las defiende todas como ríos que conducen al mar de lo divino, por caminos que les son propios. Y lo mismo que el mar acoge en su seno todas las aguas sin distinción de su origen o recorrido, de su color o de su pureza, las convicciones personales de sus hijos, el que tengan una religión o carezcan de ella, no tiene importancia alguna para Amma. Pero el progreso hacia el mar implica valores que todas las religiones comparten: se habla de fe, de esperanza, de caridad, de amar al prójimo como a sí mismo, de considerarse hijos de Dios, de rezar o meditar, de servir a los demás y de distintos ejercicios espirituales que ayudan a crecer y que pueden tan simples como pronunciar una palabra amable u ofrecer una sonrisa. Amma afirma que su única religión es el Amor.
 

En esos casi cuatro días que duró el programa de Granollers se ofrecieron meditaciones, bhajans (cantos devocionales a todas las formas de Dios), diversas pujas, discursos de Amma…. Pero sobre todo, hubo abrazos. Abrazos de la mañana a la noche. Hasta las tres de la madrugada cada día, salvo el último, el de la representación de Devi Bhava, que se prolongó hasta pasadas las diez de la mañana del día siguiente… Colas y colas para recibir el abrazo. Y ella, siempre atenta y totalmente concentrada, dando el mismo amor a todos sin distinción, a católicos y musulmanes, hombres, mujeres,  bebés, viejos, enfermos – algunos incluso muy gravemente… Impactaba observar con cuanta devoción abrazaba, con la misma amorosa atención, a todos por igual. Y siguiendo el ejemplo de la Madre, la gente se abrazaba espontáneamente, puesto que si Amma nos abraza a todos como a hijos suyos, entonces entre nosotros somos hermanos.

 

Dicen que cada persona recibe el abrazo de una manera que le es propia. Hay personas que ríen, muchas que lloran. Algunos no sienten nada especial. A mí me sorprendió que el abrazo fuera tan largo y cálido, que me murmurara palabras cariñosas al oído, en español. Y, más que nada, me sorprendió que oliera a rosas. Porque tras tantas horas tomando a tantas personas en sus brazos, la lógica me inducía a esperar un aroma menos agradable… Pero fue como abrazar un cuerpo hecho de pétalos de flor. Me despidió dándome un caramelo. Y me sentí muy ligera y alegre.

 

El último día, la representación del Devi Bhava tuvo algo apoteósico.  Para una mente occidental, eran ceremonias teatrales, de gran pero desconcertante belleza. Amma reapareció solemne, vestida con las prendas de la Diosa en lugar de su habitual sari blanco. En ese estado representa a la Madre Divina del Universo, el Eterno Femenino, el principio activo del Absoluto Impersonal o la Shakti cuyo poder engendra toda la manifestación. Ya no era solamente la dulce mamá que abraza a los desamparados. Inspiraba también reverencia, con algo temible, como la diosa Kali, algo que recuerda que el mismo principio maternal que da la vida puede también quitarla, que la destrucción y la muerte son formas del mismo ciclo, y que la verdadera dulzura y bondad no implican debilidad, sino que son el florecimiento supremo del poder.

 

Al parecer, Amma ha comprobado que la gente abría más su corazón cuando se presentaba como Diosa. Estuvo dando abrazos así vestida toda la noche y, a la vez, como hace siempre, dando las instrucciones a sus swamis y otros colaboradores, sobre la gestión de sus centros y ashrams, de la inmensa obra humanitaria que lleva a cabo en todo el planeta – a veces le pasaban el teléfono, a veces hablaba con cinco personas a la vez mientras abrazaba a los que hacían una cola y otorgaba su mantra o su nombre sagrado a los que hacían otra cola – como si su mente tuviera capacidades sobrehumanas o el don de la ubicuidad. A veces parecía tener ocho brazos y ocho cabezas, como representan los hindúes a sus divinidades; y comprendí por qué en su tierra la veneran como a una encarnación de Dios.

 

Tras toda la noche en blanco, sobre las diez de la mañana del martes terminó la cola de abrazos. Amma se despojó de sus prendas de diosa y reapareció a inclinarse ante sus hijos como la madre de todos los días, vestida de blanco, sencilla y siempre sonriente. Despidió a todos esparciendo sobre sus cabezas pétalos de rosa… El programa de Barcelona tocaba a su fin.

Independientemente de creencias, ideologías, religiones y culturas, esta mujer desborda amor. La labor humanitaria que está desempeñando es impactante. Y en su presencia se siente algo, algo difícil de describir pero muy hermoso, lo más parecido que en este valle de  lágrimas se pueda encontrar al amor de Dios. Para mí estar cerca de ella ha sido una experiencia poderosa, que sin duda recomiendo a todos, con fe o sin ella y aún por simple curiosidad.

 

Para quien desee mayor información o colaborar con la gran obra caritativa de Amma, puede consultarse la página web de la Organización: www.embracingtheworld.com

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