Si aquí no me quieren, me voy a otra parte

Por Natalia Carrero.


La muchacha salvaje. 1.Nómada. Mireia Perez. Sins Entido.

 

En una noche de cuevas prehistóricas, mujeres duermen despiertas. Un hombre recibe unos buenos mordiscos de parte de la que intenta violar. En la viñeta número 23 vemos en primer plano el rostro de la muchacha salvaje. Pelo rojo, mejillas sonrojadas, boca y ojos grandes y expresión que dice mucho sobre su situación. Está enfrentándose al patriarca de su tribu nómada, que además es su padre. O mejor dicho, el patriarca está enfrentándola a ella ante los suyos, ya que es él quien habla. Si no le gusta cocinar, ni recolectar, ni ha dado descendencia todavía, ¿qué se supone que tiene que hacer con ella? Parece que no tiene cabida en el grupo, donde cada uno tiene adjudicado un papel que cumplir. Claro, por eso también ha sido calificada de loca.

 

Es el clásico de lo que no encaja, no se adapta a lo previsible, y de lo que posee su propio motor de fuga para sobrevivir. Pero aquí las tintas están más cargadas porque la muchacha es una quinceañera sexy sin tener demasiada conciencia de ello. Las mini pieles que viste podrían ser diseño de Marc Jacobs, con sandalias a juego, y en la página 97 se pone un bolsito en la cintura antes de salir de la cueva-hogar que ha compartido con un amante rubio. Pequeñas dosis de humor camuflado que aportan frescura. El personaje no emite palabras, sí algún gruñido. Hablan sus actos decididos y la expresividad con que Mireia Pérez logra dibujarla, a ella y a los demás elementos de la historia; el insecto o rata en los que se concentra el instante de lectura-visualización; la panorámica de la ciudad de piedra en la que hay trata de esclavas; el bosque que en un momento significa refugio anhelado, luego peligro inminente.

 

Nómada es el primer volumen de una trilogía sobre una muchacha decidida. Ha comenzado su viaje de individualización, que al final puede también serlo de sociabilización, porque siempre es posible encontrar un lugar desde donde se puede practicar lo vedado en otros.

 

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