Icíar Bollaín: “Te das cuenta de lo que tenemos cuando ves la situación en Nepal. Hay que defenderlo con uñas y dientes”

 

Por Luis Muñoz Díez.

Fotografías: Joaquín Fernández.

 

De izqda. a dcha: Larry Levene, Verónica Echegui, Sumyata Battarai, Icíar Bollaín y Luis de Val.

 En la Cineteca del Matadero, un centro cultural de Madrid dedicado a la vanguardia, se proyecto la película Katmandú, un espejo en el cielo (2011), y atendieron a la prensa la directora Icíar Bollaín, la protagonista, Verónica Echegui, y la actriz nepalí  Sumyata Battarai. A las tres mujeres les acompañaban los dos productores de la película, Luis de Val y Larry Levene, y como maestro de ceremonia Enrique González Macho.

 

Katmandú, un espejo del cielo (2011), es el sexto largometraje de la actriz y directora Icíar  Bollaín, nacida en Madrid el 12 junio de 1967. La película, está inspirada, aunque es una versión libre, en el libro Una maestra en Katmandú, y su guión está firmado por la directora en colaboración con el guionista escocés Paul Laverty, habitual del cine de Ken Loach.

 

Icíar Bollaín se inició en el cine de la mano de Víctor Erice con El sur (1983), después le han confiado papeles hasta sumar veinticuatro títulos de directores como Manuel Gutiérrez Aragón, José Luis Cuerda, Felipe Vega, George Sluizer o Ken Loach.

 

El productor, Santiago García Leaníz,  le confía la dirección del largometrajes con Hola ¿estás sola? (1995), una comedia que cumplió su función. Con Flores de otro mundo (1999) consiguió el reconocimiento internacional al recibir el Premio como Mejor Película de la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes. Luego vino Te doy mis ojos (2003), y con ella llega el premio que cualquier cineasta espera: una buena recaudación en taquilla, junto al reconocimiento de la crítica y el Goya a la Mejor Película en los Premios de la Academia del Cine y uno a nivel individual como mejor director. Mataharis (2007) quizá sea su película difícil. También la lluvia (2010) es una película de buenos propósitos, muy plástica y contradictoria, que fue designada por España para optar al Óscar, pero finalmente no fue nominada. 

 

 

Verónica Echegui y Sumyata Battarai hablan de sus personajes

 

Sumyata Battarai y Verónica Echegui

Por su papel en Katmandú, un espejo del cielo (2011),  Verónica Echegui vuelve a estar entre las cuatro finalistas como mejor actriz protagonista para los premios Goya 2012. Ya en 20O7 fue finalista como mejor actriz revelación por su interpretación en Yo soy la Juani (2006), de Bigas Luna, un auténtico cazatalentos del cine español por su buen ojo para confiar papeles a jóvenes actores, le dio la oportunidad, entre otros, a Penélope Cruz, Javier Barden o Jordi Moya.  Por el productor Larry Levene sé del tremendo esfuerzo que ha tenido que realizar Verónica Echegui, ya que cayó enferma, con fiebre muy alta, y estaba firme en el rodaje a las cuatro de la mañana porque no podía faltar: está en el noventa y nueve por ciento de los planos de la película como protagonista absoluta.

 

Verónica Echegui: “El papel estaba inspirado en la  vida de Victoria Subirana, una maestra catalana que se va a principios de los noventa a Katmandú, pero el personaje de Laia era otro y yo no tenía que ser Victoria. He trabajado mucho el papel de Laia, pero sobre todo, he confiado en las manos de Icíar para que ella le diera la forma que creyera conveniente. Ella lo tenía todo muy claro, porque era la que había escrito el guión basado libremente en un momento concreto de la vida de Victoria y también era la directora de la película»

 

La actriz nepalí, Sumyata Battarai, interpreta un papel clave en Katmandú, un espejo del cielo (2011), ya que es a través de ella como nuestra protagonista descubre el complejo mundo de la mujer en Nepal, sus tradiciones, sus supersticiones y su sabiduría, en una cultura tan diferente, estructurada en castas, en donde sólo las mujeres de casta más inferior pueden cargar peso. La actriz, muy dulce y muy bella, Sumyata Battarai,  a la que todos llaman Sum, se pasea por el recinto de la Cinemateca del Matadero envuelta en un favorecedor sari rojo, acompañada por una mujer de más edad que viste de igual modo pero en verde.

 

Sumyata Battarai: «La mayoría de las situaciones que se cuentan en la película son fieles a cómo era la realidad en Nepal, pero muchas cosas han cambiado. Tienen que tener en cuenta que la película no refleja la actualidad, sino lo que ocurría hace veinte años. Entonces había más pobreza y los niños no tenían acceso a la educación. Han desparecido muchas creencias supersticiosas, como por ejemplo lo que cuentan en la película de que cuando las niñas tenían la primera menstruación tenían que permanecer en una habitación oscura. Algunas de estas creencias siguen estando vigentes, pero hay un desarrollo, hay una evolución y a las chicas antes no se les educaba, porque su destino era casarse y estar en la casa del marido, pero ahora a las niñas sí que se les está educando y tienen acceso al trabajo, yo soy actriz».

 

 

Icíar Bollaín: «El no tener una sanidad y una educación pública lo único que hace es abrir más la brecha, porque al final el que puede paga y el que no se queda atrás»

 

En la misma sala de la cineteca, ahora vacía, hablo con Icíar Bollaín. Viste una camisa fina en tonos azulones, como el cielo de Katmandú, y un pantalón negro, y a poco que puede se pone un abrigo ceñido y cruzado del mismo color. Es de Madrid y se le nota, habla con una llaneza castiza que consigue que resulte sencillo todo lo que dice. Atiende a un periodista tras otro con un reloj en marcha atrás porque a las cinco salen para Barcelona para continuar la promoción. Saludo y le pregunto directamente:

 

Verónica Echegui, Sumyata Battarai e Icíar Bollaín

No está la película ni estrenada y Verónica Echegui, con Elena Anaya, está en todas las quinielas para llevarse el Goya de interpretación.

La nominación de Verónica Echegui es justa, está fantástica, y me da un poco de pena que el vestuario, dirección de arte, no estén nominados a los premios Goya, la dirección artística y el vestuario tienen mucho mérito, porque la película es de época. Está ambientada al principio de los noventa y ha tenido mucho trabajo. Antonio Riestra ha hecho un gran trabajo de fotografía, pero como dices, la película no se ha estrenado. Hubo seis o siete pases para los de la academia, pero el estreno es ahora, ha faltado una promoción, un estreno, unas críticas…

 

La fotografía es magnífica.  ¿Al  rodar en un sitio con un paisaje tan bello no se tiene la tentación de retratar el paisaje y olvidar la historia?

Sí, hay una tentación, pero yo soy más parca. Hay una tentación de que si hay algo bello lo quieres mostrar, y eso ha ocurrido siempre en el cine, pero va en contra de esta historia y esta película es  muy realista. Se trata de alguien que está allí, que vive una realidad, y si tú decoras esa realidad te sales de la historia. A mí me parece que si te mantienes pegada a la realidad de lo que estás contando vas a ganar más. La película tiene algo de documental y ese paisaje humano de las mujeres, de las chabolas, de los niños, me parece que llega más, y eso la embellece. Me pasó también en Bolivia, son ellos, sus caras, sus voces, tienen mucha riqueza y no hace falta adornar.

 

El proyecto Katmandú, un espejo en el cielo (2011), ¿de dónde parte?

De Larry Levene, él me dio el libro de Victoria Subirana, Una maestra en Katmandú, para leerlo cuando  estaba montando También la lluvia (2010). Me dijo que tenía idea de hacer una película sobre Victoria Subirana o Vicky Sherpa, como también se la conoce, y me ofrece que haga una adaptación o una inspiración con su historia.

 

¿La película está fielmente basada en el libro de la profesora catalana Victoria Subirana Una maestra en Katmandú?

No, Vicky, es joven, está viva y trabajando en nuevos proyectos en su ONG EdQual, es un personaje en sí. Una charnega que conserva el  acento catalán, a pesar de los años que lleva en Nepal, y quien quiera hacer su historia que haga un documental con ella, yo me inspiré sólo en su inicio y decidí crear el personaje de Laia. Mi personaje es más joven, y quizá más inocente que el de Vicky cuando inicia el proyecto, ella tiene hijos y Laia no. Cuando hablé con Verónica de cómo componer el personaje le dije “olvídate de todo, vanos a crearlo”.

 

¿Qué te interesó del proyecto?

Mis dos últimas películas me han encontrado a mí, no es que yo las haya pensado a priori. El guión de También la lluvia (2011) me lo propuso Paul Laverty, y me pareció fabuloso. Una aventura de película que merecía la pena, y con este proyecto, que también me lo ofreció Larry Lavene, me voy a Nepal, en donde no había estado nunca ni se me había ocurrido ir, y de repente me pareció un proyecto muy interesante, el poner a un personaje fuera de su cultura es muy atractivo, le obligas a hacer comparaciones entre su cultura, que cree la mejor, y la ajena, aquella que tiene que entender, y ese proceso es fascinante.

 

¿Un “te adaptas o mueres”?

Es la historia de un viaje interior, y lo que permite hacerlo es el estar fuera de tu entorno. Te sales de ese mapa que nos hacen a todos al etiquetarnos: tú eres el listo, tú el feo y tú el torpe… y te vas al otro lado del mundo y eres lo que decides ser. Ese viaje es el que hace Laia, porque Laia es una mujer que se reinventa, que estaba destinada a ser una mujer trabajadora en un mundo gris y se vuelve de pronto una maestra maravillosa, y es un mensaje que merece la pena dar dados los tiempos que corren.

 

Puede ser válida socialmente una obra tan personal, como la que ella hace, que empieza y acaba en ella misma, pero, ¿no tiene Laia una postura un poco omnipotente ante todo?

No, yo creo que el personaje es un poco naif, yo he intentado que la película no lo sea, pero el personaje yo creo que es un poco naif. Se hace un planteamiento de montar una escuela con sus ahorros y cuando se le acaban los ahorros aparecen los problemas, y es cuando se da cuenta de que está sola y que no puede llegar al final de todo su recorrido.  Se dice, “sola no puedo” y tú como espectador te das cuenta de que sola no va a poder, y  ves cómo se va  dando cuenta, y te doy la razón, porque ese querer cambiar toda una situación tu solo es muy naif.

 

Tiene muy buena voluntad, pero se mueve por unas motivaciones muy abstractas.

A mí me llamó también la atención. No era una persona con una ideología política, no pertenecía a ninguna organización, no tiene una motivación religiosa, por lo que no pertenece a ninguna organización religiosa, y se dedica a esta labor de una manera totalmente personal y totalmente kamikaze, por una conexión totalmente personal con los niños, y a mí  es lo que me parece bonito.

 

Se va dando cuenta de que no puede sola pero tampoco cede ni un milímetro.

Tiene inocencia, pero también tiene un impulso que ojalá existiera más, cuenta con una energía, con una vocación de querer cambiar las  cosas. Otra cosa es cómo lo haga y si no lo haría mejor acompañada, pero esa inocencia que tiene es la doble cara que le da tanto arrojo.

 

¿Ha visto la película Victoria Subirana?

Larry le enseñó una copia sin terminar y me escribió un mail en que me pone por las nubes, y reconoce que no es ella, pero reconoce el espíritu que le movió en aquel proyecto educativo. Cuando visitó el rodaje dijo que ni las clases ni el método Montessori eran así. El que quiera encontrar el método de esta mujer tendrá que buscar un documental, lo que intentábamos trasmitir eran los valores de la educación y esto es una representación.

 

En una llamada a recordar la importancia que tiene la educación.

Lo importante es que es una historia que podría ocurrir en Nepal o en la Cañada Real. Es una historia de unos niños que no tienen nada en cuestión de educación. A mí, personalmente, que la historia se desarrolle en Nepal me interesó, porque tiene un valor añadido, porque puedes hacer una comparación entre culturas, y me interesó porque la historia habla de la situación de la mujer que ataña a Nepal, que ataña a Asia y a tantos sitios.  

 

Al comparar, nos sentimos privilegiados.

Una de las consecuencias que está teniendo la crisis es que se recorte en educación y en sanidad, que es algo que tenemos aquí, y te das cuenta de lo que tenemos cuando ves la situación en Nepal. El no tener una sanidad y una educación pública lo único que hace es abrir más la brecha, porque al final el que puede paga y el que no se queda atrás. Es terrible que a costa de la crisis perdamos un logro de la sociedad de bienestar. Yo creo que hay que defenderlo con uñas y dientes.

 

Icíar Bollaín y Luis Muñoz Díez

 

 

Con uñas y dientes hay que defender la sanidad, la educación, la alegría, pero qué difícil es, y aún pensando que ningún tiempo pasado fue mejor y que lo mejor está por venir, es muy difícil y, por eso, es quizá más válida la iniciativa de Victoria Subirana, que un día se fue al Nepal y ayudó, igual no es cuestión de ver la cantidad sino la calidad, y midiendo con ese rasero todos podemos ayudar.

 

Katmandú, un espejo en el cielo (2011) se estrenó en España el pasado 3 de febrero de 2012.

 

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