La chica que dejamos atrás

Por Recaredo Veredas.

 

La chica que dejamos atrás. Rafael Garranzo. Editorial Atlantis Serie Premium. 20 €. 348 páginas.

 

La chica que dejamos atrás es, por encima de todo, una bella novela. Un hermoso recorrido por la historia con mayúsculas y por la historia con minúsculas. Transcurre en las lejanas tierras del oeste, durante la época en que se fraguaron los Estados Unidos de América, y se apoya en hechos y personajes reales pero, al mismo tiempo, describe los sentimientos de cualquiera de nosotros. Así ocurre porque Rafael Garranzo posee la capacidad, la extraña capacidad, de trazar sentimientos universales, que permiten que cualquier lector pueda comprender el sufrimiento o la alegría de un personaje alejado por miles de kilómetros y más de cien años. No debe confundirse la universalidad con la simpleza, no. Los mejores escritores saben crear emociones complejas e identificables con apenas dos trazos.

 

Debe destacarse el carácter fronterizo de la obra. Es fronteriza tanto por su localización como por el género elegido, que oscila entre el relato y la novela. La oscilación no debe confundirse con la indefinición. Aunque el lector no pueda afirmar con exactitud qué está leyendo sí sabe que se encuentra frente a una obra trazada con aplomo, que posee un rumbo rotundo. Al carácter fronterizo podría añadirse su vocación poliédrica. Garranzo demuestra un considerable dominio de géneros muy distintos, perfectamente engarzados, y un notable sentido del humor.

 

La chica que dejamos ayer también demuestra la importancia de un buen tratamiento de la documentación. No es frecuente que los narradores españoles hurguen en archivos y hemerotecas. Garranzo o lo ha hecho o posee una cultura descomunal sobre los hechos históricos que aborda. Pero lo que importa no es eso. Lo que importa es que la documentación, el peso histórico existe, se percibe pero no abruma al lector, no obstaculiza la ligereza de la narración. 

 

Nos encontramos ante un libro con vocación de permanencia y de ser leído más allá de nuestras fronteras. Y Rafael Garranzo un joven escritor –la juventud en la literatura viene más dada por las palabras que por la edad- que a buen seguro dará más regalos a nuestra literatura. 

 

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