Brindando con Elena Anaya por Cuenta Atrás (2010), y tal vez un Goya

 

Por Luis Muñoz Díez.

Fotografías: Nacho López.

 

Vendrán tiempos mejores, sin duda, pero Elena Anaya no olvidará los días que está viviendo, y  seguro que guarda un recuerdo grato de esta semana de febrero que empezó en 13 y culmina hoy día 19 con la entrega de los Premios Goya en el Palacio de Congresos de Madrid.

 

El martes 14 por la mañana fue la presentación de la película Cuenta atrás (2010), de Fred Cavayé, protagonizada por la actriz, que para resaltar la procedencia gala de la película firmó una botella de Moet Chandon de color oro, y se descorcharon varias botellas con esa etiqueta para brindar con la prensa.

 

Cuenta atrás (2010), dirigida por Fred Cavayé, es un thriller de acción trepidante, rodado con muy buen ritmo en las calles de París, protagonizan Gilles Lellouche (Pequeñas mentiras sin importancia (2010)) y la actriz española Elena Anaya, a quienes acompañan Roschdy Zem, Gérard Lanvin y Mireille Perrier.

 

La película cuenta la historia de Samuel, un joven enfermero casado con Nadia, que está embarazada. La existencia tranquila de la pareja se verá truncada por el secuestro de Nadia por unos delincuentes, para forzar a Samuel a que ayude a escapar a un paciente que está ingresado bajo vigilancia penitenciaria en el hospital donde trabaja, para lo que sólo cuenta con tres horas si quiere volver a ver con vida a su mujer.

 

La actriz define así su personaje y la dura situación que le toca vivir:

“El personaje que interpreto se llama Nadia, y sufre dos situaciones extremas, una, él ser secuestrada, y la otra, que se encuentra en las últimas semanas de gestación. Es un personaje en el que reside toda su fuerza en el interior, y se expresa sin necesidad de decir nada, vive una situación totalmente límite”.

 

Y añade, ante el interés por saber cómo se ha desenvuelto en una película francesa rodada en francés:

“Ha sido un esfuerzo añadido, y de alguna manera te ayuda a componer al personaje. El rodar en otras lenguas también te hace crecer. El tener la oportunidad de rodar en francés, en inglés, en Europa y América, sin duda te ayuda a crecer no sólo profesionalmente, también como persona”.

 

Sin desmerecer la película que se presentaba, todos los ojos estaban puestos en la actriz, porque hoy domingo 19 de febrero se entregan los Premios Goya, y salvo alguna quiniela que la iguala con Verónica Echegui, todos ven a la actriz con la cabeza de Goya en la mano como mejor actriz.

 

Yo me fío mucho de los fotógrafos, porque ven por el visor cosas que a los demás se nos escapan, y por eso le pregunto a Nacho López, el autor de las fotos que ilustran esta crónica, cómo ve a Elena y él me dice: “muy guapa, Elena tiene una sensibilidad que cautiva”.

 

Va vestida de una manera muy particular, como si hiciera una concesión sin dejar de ser ella misma, con una chaqueta que es, o quiere ser de Chanel, una firma muy francesa, como la película que presenta y el champaña con el que brinda, sobre una camisa blanca y un pantalón vaquero.   

 

Para mí la actriz vive un gran momento, y seguro que siente placer al poder hacer un balance tan positivo de su carrera, y no me hace falta ninguna bola de cristal, lo afirmo por las propias palabras de satisfacción de la actriz:

 

“Para La piel que habito (2011) es un premio suficiente el estar nominada a dieciséis Goyas, y si a eso añadimos el reconociendo que ha recibido la película por parte del público, son ya varios los motivos para celebrarlo, y el domingo es la gran fiesta del cine español, y, de alguna manera, con esa fecha cerramos el ciclo

 

 

Aún no sabemos si esta noche sujetará Elena el Goya como mejor actriz, que ya se le ha resistido dos veces. La primera por Lucía y el sexo (2001), de Julio Meden, y la segunda, por Habitación en Roma (2010), dirigida también por Meden, por lo que voy a hacer mi propio balance de su brillante carrera para entretener la espera.

 

Cuando se escribe la crónica de cualquier actor siempre hay quien dice que el secreto de su éxito es el haber sabido elegir muy bien sus papeles. Olvidando a quien, lo escribe, que el actor suele ser elegido y, en un principio, no se amontonan las ofertas sobre su mesa, ni para bien ni para mal, y el actor, si vive de su profesión, va haciendo lo que se le ofrece.

 

Esta reflexión anterior, por sensata que a mí me parezca, no parece encajar en la carrera de  Elena Anaya, en la que desde el primer momento se fijaron directores de calidad, y su primera oportunidad se la dio Alfonso Ungría en África (1996) , la segunda, ya con un papel de verdad, Fernando León de Aranoa, interpretaba a una hija ficticia en su corrosiva Familia (1997), y como no hay dos sin tres Ricardo Franco la eligió para Lagrimas negras (1998), película que no pudo acabar por su muerte prematura, y se estrenó firmada por Fernando Bauluz   

 

Elena Anaya nunca ha dejado de trabajar, otro soplo benéfico en la carrera de cualquier actor, y dos años después da en la diana con su interpretación de Belén, una niñera viciosilla en Lucía y el sexo (2001), de Julio Meden. La Unión de Actores la proclama mejor actriz de reparto, y es finalista por primera vez para el Premios Goya.

 

A partir de aquí, se suceden títulos avalados por directores de máxima solvencia, y en un solo año la dirige Agustín Díaz Yanes en Sin noticias de Dios (2001), Pedro Almodóvar en Hable con ella (2001) y Miguel Albadalejo en Rencor (2001).

 

Rueda en Hollywood Van Helsing (2004), de Stephen Soommers, una especie de farsa futurista en donde se daban cita varios monstruos, junto a Hugh Jackman, y Deat Fish (2004), de Charley Stadler, con Gary Olman. Este año es considerada por European Film Promotion como una de las actrices más importantes europeas.

 

Jaume Balagueró, uno de los directores españoles que más iba a dar que hablar, le confía un papel en su primera película Frágiles (2005), después rueda Alatriste (2006), de Agustín Díaz Yanes, la película de mayor presupuesto del cine español, y sin acabar el año rueda Miguel y William (2006), de Inés París, en el que encarna a Leonor, una mujer que consigue enamorar a Miguel de Cervantes y a William Shakespeare.

 

Luego llega Entre mujeres (2007), una película romántica americana, de Jonatahan Kandan, y  Sabage Grace (2007), de Tom Kalim, que a pesar de su paso por los festivales de Londres, Sundance y Cannes no llega a cuajar. Luego vendría Solo quiero caminar (2008), de Agustín Díaz Yanes, una secuela de Nadie hablara de nosotras cuando hayamos muerto (1995), del mismo director. Una película muy negra que para mí no tuvo la acogida que merecía, y ese mismo año rueda en Francia L´Instinct de mort (2008), de  Jean-Franocois Richet.

 

Cairo Time (2009), de Kathryn, una producción canadiense premiada en el Festival de Toronto como mejor película canadiense, y aún pendiente de estreno. Hierro (2009), de Gabe Ibáñez donde Elena Anaya, protagonista absoluta, interpreta con mucho talento a María, una mujer que en un viaje en ferry pierde a su hijo y que la siguiente vez que lo ve está muerto.

 

Julio Meden la vuelve a elegir como protagonista para Habitación en Roma (2010), Elena Anaya ya es una estrella y es finalista de nuevo para el Premio Goya, y es reconocida con el Fotogramas de Plata y el Premio de la Unión de actores. Después rueda en Francia con Cuenta atrás (2010), de Fred Cabayé, película presentada en Madrid el pasado martes 14, y que da pie a esta crónica.

 

Pedro Almodóvar llevaba años posponiendo un proyecto, que era la adaptación de la novela Tarántula de Thierry Jonquet, sobre la que escribió un guión para reunir en la pantalla a dos de sus actores favoritos en distintas épocas: Antonio Banderas, al que no dirigía desde Átame (1990), y a Penélope Cruz, presente en todas las últimas películas del director manchego, con la excepción de La mala educación (2004), pero Penélope Cruz rueda embarazada Piratas del Caribe (2010) y Almodóvar, para mí, que no quiere perder la oportunidad de reunirse con Banderas, ya que la última vez que lo dirigió el actor malagueño tenía veintinueve años y lo reencuentra con cincuenta y uno, y siendo uno de los actores más populares del mundo, pone su mirada en Elena Anaya para  sustituir a Penélope Cruz, para que ponga piel a Vera Cruz. 

 

La elección era perfecta y la actriz ya colaboró con el director en un pequeño papel en Hable con ella (2001). Así, llega todo un reto, una cima, el sueño de cualquier actriz: ser dirigida por el director de actrices por excelencia, y con la seguridad de que su trabajo se va a ver con lupa en el mundo entero.

 

 

Al preguntar a Elena qué sintió cuando le ofrecieron hacer un papel protagonista con Pedro Almodóvar la actriz responde:

“Llevaba  toda mi vida viendo cine de Almodóvar, y era casi un sueño formar parte de él, y claro que estoy orgullosa de ser una “chica Almodóvar”. El rodaje de La piel que hábito y todo lo que ha pasado después con la película me ha proporcionado momentos muy bonitos, que voy a guardar para siempre”.

 

Ante la afirmación de que el personaje de Vera Cruz era muy complejo, la actriz contesta:

“Sí, el personaje era muy complejo, y yo me siento cómoda en los personajes complejos, no me veo haciendo comedia y mi físico está más próximo a papeles con más profundidad, y Pedro hace que todo sea fácil, además, sus películas no tienen un sólo registro y eso a un actor le permite hacer un trabajo muy rico y lleno de matices”.

 

Al preguntarle cómo lo afrontó responde:

“El mismo trabajo te hace que cada vez te tomes el oficio más en serio, y no sólo a la hora de rodar, también a la hora de preparar el personaje, porque te sientes más responsable y le tienes más respeto a tu trabajo”.

 

En los sueños de Elena Anaya no está Hollywood:

“Creo que soy afortunada con lo que tengo, me gusta la vida que tengo, me gusta vivir en Madrid y no me importa ir a trabajar donde haga falta, pero sin cambiar mi vida, porque estoy satisfecha con ella”.

 

Elena Anaya parecía tranquila ante la expectación de recoger hoy el Goya a la mejor actriz:

“Vera Cruz me ha dado ya tantas cosas, y tan bonitas, que no pido nada más”.

 

El Goya quizá no represente más que la guinda de un pastel ya consumido, bocado a bocado, en presentaciones, viajes, sonidos de aplausos recibidos, montañas de críticas de elogio en todos los idiomas.

 

Han pasado doscientos setenta y seis días, que como la actriz afirma: “me ha proporcionado momentos muy bonitos, que voy a guardar para siempre”, y puede ser que el broche de este final de etapa sea un Goya, casi seguro que lo tendrá, pero cuando se ha conseguido tanto se puede ser generosa con alguna compañera. Suerte. 

 

 Cuenta atrás (2010) se estrenó en España el pasado viernes 17 de febrero de 2012.

 

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