La que nos espera (17)

 

Por Javier Lorenzo.

 

– ¡Vallecas, independiente. Queremos puerto de mar!

 

– ¿Está usted bien, señor? ¿Tal vez demasiado vodka en el zumo del desayuno?

 

– No, Roger. Hoy estaba en su punto. Pero es que me ha entrado la vena rebelde y cantonalista. Así, de sopetón, mira tú.

 

– Cantonalista, cantonalista… Discúlpeme, pero ¿Cantón no está en China?

 

– Ay, Roger, Roger. Conoces tan poco la historia de España que casi pareces un bachiller catalán.

 

– No me diga más, señor. Ya le veo venir.

 

– Maldito profeta. Era sólo un leve arrebato. Me preguntaba las razones por las que Madrid despierta tanta inquina en algunas partes de España y sólo he hecho una discreta alusión a una de ellas.  

 

– La ignorancia, quiere usted decir.

 

– Así es, querido fámulo. ¿Tú sabes cuáles fueron los motivos que impulsaron a Felipe II para instalar aquí la Corte definitivamente? Y te advierto que la respuesta ha sido elaborada por eminentes historiadores.

 

– ¿Que está en el centro de la península?

 

– Esa es una de ellas, que hay que cansar al enemigo antes de que llegue. Pero hay otra más importante.

 

– Que había mucha caza.

 

– Esa fue otra, junto con la de su abundancia en aguas, pero no.

 

– Pues no caigo, señor.

 

– Esto te sorprenderá, Roger. Felipe II escogió Madrid porque en aquel entonces era una ciudad “simpática”, una ciudad que no despertaba recelos ni animadversiones en ninguna parte de la península. Es más, resulta curioso que el rey prudente tomara esa decisión sabiendo como sabía que la villa se había enfrentado a su padre Carlos I en el conflicto de las Comunidades.

 

– ¿Es que ya entonces había Comunidades Autónomas?

 

– No exactamente, Roger. Pero en cierto modo siempre las hubo, ya que, como escribe el Lorenzo en una de sus novelas, en esta tierra “cada río atraviesa mil mundos”.

 

– ¿Y por qué me está usted dando esta charla, señor? ¿No le bastaba con enviarme a quitar el polvo de la biblioteca si quería martirizarme?

 

– No tengo tan aviesas intenciones, Roger. Aunque me decepcionaría enormemente que ahora salieras huyendo con la excusa de que tienes que plancharme los calcetines o algo similar.

 

– Descuide el señor, pero he de decirle que oigo más finamente con una copa de jerez en la mano.

 

– Sírvete, bandido. Pero coge del barato, que del otro ya me sisas en cuanto me descuido.

 

– ¡Dios salve a la reina, señor! No diga usted esas cosas y prosiga, prosiga.

 

– El caso es que esa simpatía se mantiene aún, pero se refleja con más intensidad fuera de nuestras fronteras. Ajenos a nuestras trifulcas domésticas, los extranjeros encuentran lo que otros ibéricos se niegan a ver: una ciudad cosmopolita y plebeya, abierta y secreta, divertida e intensa. ¿Tú no la ves así, Roger?

 

– Si me diera algún día libre al mes podría contestarle, pero le recuerdo que, salvo para ir de compras, me tiene usted prácticamente secuestrado.

 

– Ay, plañidero. No me digas que no has podido observar la efervescencia de sus calles, la picaresca menuda, la sonrisa perenne de sus habitantes incluso en estos atribulados tiempos.

 

– La que cobra en la charcutería me sonríe mucho al darme el cambio. Y creo que es de Murcia, ¿también vale?

 

– Pues claro que sí, galán; como si es de Guayaquil o Tombuctú, que esta ciudad es refugio de apátridas, comadrona de pardillos y cuna del sinsentido, en cuyo caos todo cabe y es posible. En Madrid –mientras la autoridad no lo impida- las personas valen más que las identidades, el ingenio más que los diplomas y las miradas más que los pasaportes. ¿Está usted de acuerdo, estimado amigo?

 

– (¡¡¡)

 

– Pero no se me atragante usted, buen hombre.

 

– Me va a disculpar el señor, pero tanta confianza no me cabía por la glotis. ¿de verdad se encuentra usted bien?

 

– Liberal, Roger. Me encuentro liberal. Como en el fondo somos todos los del Foro.

 

– Pues entonces, aprovechando, si no le importa, voy a seguir degustando este jerez, que tampoco está malo.

 

– Chipén, Roger. Chipén. Pero al otro ni te acerques, que te conozco.   

  

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