Ciclo de poesía crítica: «Álvaro Tejero»

 

CICLO DE POESÍA CRÍTICA

“ÁLVARO TEJERO”

(III): Sábado 14 de abril. 20 h.

José María Gómez Valero y David Eloy Rodríguez

 

En la tercera sesión del Ciclo de poesía crítica “Álvaro Tejero” contaremos con los poetas David Eloy Rodríguez y José María Gómez Valero, que presentarán sus respectivos últimos libros: Para nombrar una ciudad y Los augurios.

 

Poesía vitalista, antagonista y en resistencia desde Sevilla.

 


La Marabunta :  Libros&Café

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[ Antón Martín – Lavapiés ]

Madrid

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José María Gómez Valero (Sevilla, 1976) es autor de los libros de poesía: Miénteme (Qüasyeditorial, 1997),El libro de los simulacros (Huelva, 1999), Travesía encendida (Vitruvio, 2005; Premio Internacional Ciudad de Mérida), Lenguajes (Imagoforum, 2007) y Los augurios (Icaria, 2011; Premio Internacional Alegría). También es coautor del libro de relatos ilustrado Este loco mundo (Cambalache, 2010).

 

 

David Eloy Rodríguez (Cáceres, 1976) vive en Sevilla. Es autor de los libros de poesía Chrauf (Universidad de Sevilla, 1996); Miedo de ser escarcha (Qüasyeditorial; premio internacional Surcos, 2000); Asombros(Imagoforum, 2006); Los huidos (4 de Agosto, 2008) y Para nombrar una ciudad (Renacimiento, 2010; premio internacional de poesía Francisco Villaespesa). También es coautor del libro ilustrado para niñas y niños Este loco mundo. 17 cuentos (Cambalache, 2010), escrito en colaboración con José María Gómez Valero y Miguel Ángel García Argüez. En 2012 aparecerán dos nuevos poemarios de su autoría: Miedo se ser escarcha (edición actualizada) y la antología Lo que iba diciendo.

 

Ambos, con la compañía de poesía La Palabra Itinerante, participan en diferentes proyectos escénicos vinculados a la palabra poética,  por ejemplo: Su mal espanta (www.sumalespanta.blogspot.com) o Todo se entiende sólo a medias (www.soloamedias.net), y son los responsables de la pequeña editorial de poesía Libros de la Herida (www.librosdelaherida.blogspot.com).

 

 

APUNTES PARA UNA BIOGRAFÍA CUALQUIERA

  

Nacer,

memorizar los signos,

ocupar una celda

en la intemperie.

 

Reconocer a tientas

el rigor de los límites,

los contornos del orden.

 

Asistir cada día

a lo pactado.

 

Mirar el agua,

saciarse en su sabor,

convivir con la sed.

 

Acatar los dictados de la norma,

eludir los dictados de la norma.

 

Jugar a cosas serias.

Mentir de corazón.

Arroparse sin sueño.

 

La noche,

los velos, los desvelos,

la voz

de la sólida sombra.

 

Despertar,

abrir los ojos,

ansiar el tiempo

en el que nada se derrumba.

 

 

(José María Gómez Valero)

 

 

 

 

BRINDIS

 

La vida pasa derrumbando edificios. Deja palomas muertas, palabras rotas, sangre seca, direcciones ilegibles, llaves oxidadas, botellas de vino vacías, silencios.

 

Pero que eso hoy no nos importe, que no nos impida enumerar las razones que tenemos para vivir.

 

Brindemos pues por esta bendita lumbre: la vida, esta casa en los acantilados de la que somos huéspedes, este vals con el sepulturero.

 

Brindemos, aunque sea invierno, porque hay primaveras.

 

Brindemos por los presos, por los heridos, por los enfermos.

 

Brindemos porque logramos ir al asombro como al aire, porque hemos averiguado el sabor del agua en lo oscuro y cómo muerden los dientes verdaderos, porque hay puentes y océanos y misterios y multitudes y siembras y planetas.

 

Brindemos por los viajeros que en un segundo se cuentan todo con los ojos.

Brindemos porque es posible convertir la vida en palabras, las palabras en vida.

Brindemos por la transformación.

Brindemos porque podemos hacer, hacer, hacer.

 

Brindemos por los momentos que justifican la existencia, por lo que permanece, por las marcas indelebles como cicatrices al sol.

 

Brindemos por las resistencias, por los motines, por los fugitivos.

 

Brindemos por los que llegan a tiempo al amor y por los que no.

 

Brindemos por los que no saben, o no pueden, o no quieren brindar.

 

Brindemos por el recuerdo de los buenos, y por el viento que dispersa las cenizas.

 

Brindemos con una copa unánime por saber siempre ofrecer, como hoy, un ramo de flores a los vivos.

 

 

(David Eloy Rodríguez)

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