«El teatro no es teatro si no está el público», entrevista a Miguel Ángel Solá

Por María de Ancos. Fotos de Pablo Álvarez.

El teatro no es teatro si no está el público. El teatro puede ser cualquier cosa menos soledad. Y si es soledad es una soledad compartida.  

 (Nuestro agradecimiento a la Librería-Café Italiana_Madrid en la Corredera Baja de San Pablo 10 por cedernos un hueco para la entrevista y las fotos)

Miguel Ángel Solá nos recibió en el Teatro Lara el pasado viernes 19 de abril, día del aborigen. Efeméride que se celebra en toda América recordando a quienes la habitaron antes de la llegada de los blancos e imprimieron a la tierra las primeras esencias culturales que, mezcladas a las de los colonizadores europeos, dieron como consecuencia su realidad actual.

El Teatro Lara… En la Corredera Baja de San Pablo y conocido popularmente en su día como La Bombonera de San Pablo. Una bombonera muy diferente a la del Boca Juniors de su Buenos Aires natal. Se respira puro teatro nada más atravesar sus portones de entrada, y estos días alberga la última creación de Solá, de la mano de sus compañeros y amigos de La Típica en Leve Ascenso. Con la ayuda de Pablo, el fotógrafo que me acompañaba, habíamos localizado un bonito rincón apartado tras las escaleras del hall para la entrevista, pero había función de otra obra y no se podía hacer ruido, así que Miguel Ángel sugirió acercarnos a una acogedora cafetería al otro lado de la calle.  Cruzamos juntos y buscamos una mesa agradable que daba a un gran ventanal hacia la calle. Enseguida él trató de que yo me acomodara, retirando amablemente una de las sillas para que me sentase. Pedimos unos cafés y puse en marcha a la pequeña intrusa que me acompañaba, una diminuta grabadora que me ayudaría a poder acercaros ahora todas las reflexiones de Solá, sin perder ni uno solo de cada valioso detalle, ni un solo matiz.

Empecé dándole las gracias, a lo que me respondió con un sentido y encantador “¿Por qué?”. ¿Por qué? – pensé yo. Por “El diario de Adán y Eva”, por “Por el placer de volver a verla”, por poner su voz al “No te salves de Benedetti”, por crear, representar y conseguir que hayan llegado a las tablas escenas y personajes maravillosos, irrepetibles. Por compartir su genio con todos los amantes del teatro que le admiramos. Pero la conversación apenas empezaba y… me limité a contestar con timidez: “Gracias… por recibirnos”. Eso sí, aclaré que para mí era un verdadero regalo que Culturamas me hubiera enviado a entrevistarle, porque soy una gran admiradora de su trabajo. Y él, de nuevo encantador, y bien argentino: “Uy, ¡qué lindo!”.

Entonces me preguntó con curiosidad si ya había visto “Como por un tubo”. Respondí con satisfacción que sí, que la había visto. Y añadí con orgullo de alumna aplicada que tanto “Adán y Eva” como “Por el placer de volver a verla” las había visto dos veces cada una en su momento. Pareció alegrarle y entendí su sonrisa como el pistoletazo de salida para todas las preguntas sobre su trabajo que se agolpaban ya en mi garganta.

Solá tiene un centenar de premios, distribuidos entre todas las disciplinas que ha tocado a lo largo de su carrera, pero sé que la radio le apasiona, así que me decido a empezar por ahí:

 

– Usted es un gran apasionado de la radio y éste es un punto en común precisamente entre “El diario de Adán y Eva” y “Como por un tubo”. Porque ambos montajes recuperan los tiempos de oro de la radio…
M.A.S.- Sí, pero no es una actitud nostálgica. Es saber lo que potencialmente se podría hacer en radio y no se hace.  Hoy todo es terreno de agentes políticos, de agentes empresariales… de agentes, no deportivos, sino del negocio del fútbol o del basket, sobre todo del fútbol. Pero no hay nada creativo en la radio.

 

Asentí y recordé cómo ya en ocasiones anteriores le había escuchado decir que lamenta la falta de creatividad y de ficción en la radio actual. Continuó:

M.A.S.- No hay ficción ni creatividad en la radio. Sí hay una cosa absolutamente pragmática: difundir el copyright de la empresa y editorial.
– Pero usted sí que ha hecho mucha radio creativa y de ficción.  Ha hecho “Memorias del Fuego” de Eduardo Galeano, por ejemplo, para el disfrute de los argentinos, eso sí. ¿Tendremos en algún momento en España también el privilegio de que haga algo en radio?
M.A.S.- Lo estoy intentando desde hace mucho. Tuvimos un programa con Blanca [Oteyza] “Hoy no hay fútbol”, que terminó siendo un micro-espacio dentro del programa de Marta en la Ser. Era un programa de media hora diaria, con el mismo entrevistado durante toda una semana, hablando de su vida. De su vida relacionada con el fútbol. Una mezcla de ficción y  realidad. Posteriormente lo llevamos a RNE. Pero nada. Nos dijeron en la radio que era muy adelantado para el público de radio. Hace tiempo, cuando era ministra de Cultura Carmen…

Alborch – ayudé. Pero no era, y no conseguimos recordar el nombre que Solá rebuscaba en su memoria. Calvo, mi querido Miguel Ángel, era Carmen Calvo. Que conste en acta que no es que me acordara después, pero las nuevas tecnologías pueden ser de gran ayuda a veces. Bastó una búsqueda rápida en Google. Lo habría buscado en el mismo momento de la entrevista en mi smartphone pero, teniendo delante a Solá, habría sido una grosería y una estupidez imperdonable distraerse de la conversación ni medio segundo con un aparatejo insulso para salvar mi prestigio. Prefiero haber quedado en evidencia; al fin y al cabo, qué importancia tiene el nombre de un político. Nunca olvidaré el título de ninguna de tus obras de teatro y eso es más importante. Ni lo que me emocionó cada una de ellas, ni algunas de tus respuestas en esta entrevista. Y eso es más importante.

 

Coincidí con su decepción. Viendo “Como por un tubo” o “El diario de Adán y Eva” se ve lo que se podría llegar a hacer en radio. Y entonces, Solá me sorprendió con algo que no esperaba:

M.A.S.- En este caso, en “Como por un tubo”, es un juego. Dani lo ubicó en la radio. Nuestra costumbre era que, en cada espectáculo de Bustos, llevábamos un pintor en andamios que pintaba cuadros hasta completar todo el espacio gigantesco atrás del teatro. Cuando terminábamos el espectáculo, él tenía ya una exposición para mostrar. Los mostraba en el escenario y después ya abría una exposición para que la gente pudiera comprarlos. Y era maravilloso, porque se iba relatando en diferentes estilos la vida de Bustos. Pero aquí en el Infanta Isabel no teníamos fondos. Utilizamos la escenografía de “Tócala otra vez Sam”, que tan gentilmente nos cedieron para hacerla nuestra. Y aquí en el Lara tenemos la escenografía de “El manual de la buena esposa”. Entonces, Dani dijo: “Vamos a crear un espacio que sea un espacio radial  y juguemos a que es un programa de radio”. E inventamos publicidad y todo.

 

– Entonces, ¿no era la idea en un principio? Nadie lo diría, viendo el espectáculo. Al espectador le parece que no pudiera estar hilado de otra forma…
M.A.S.- Es que esta obra está escrita en 5 días y no fue ensayada nunca. Ensayamos por teléfono.
– Lo había leído. Eso es muy interesante. ¡Y muy difícil!
M.A.S.- Es interesante, pero es que no teníamos posibilidad. Porque vivimos muy lejos. Uno vive en Barcelona, el más músico de todos, que toca guitarra, armónica, bandoneón… que es Carlos Morera, que es el arreglador. Él estaba a 600 km. ¡Imposible! Él trabaja como maestro allí y le era imposible venir. Ahora viene directamente el viernes para la función, luego se queda a dormir en lo de Dani el viernes y el sábado, y el domingo ya se va a Barcelona, donde tiene a su mujer y su hija. Nosotros nos reuníamos para cambiar texto y ensayar alguna canción, pero no podíamos hacer más. Entonces, Dani sitúa esto en la radio y hemos logrado darle coherencia a lo que hacíamos porque es una ficción de la ficción. Y está bien. A mí me gusta mucho. Me divierto y además es la posibilidad de ganarnos el pan.

 

¡Ganarse el pan! Ganarse el pan sobre las tablas. Pasamos entonces a hablar de teatro, sin duda el hábitat natural de este monstruo de la escena.
– Y además de la radio, otro de sus medios por excelencia ha sido y es el teatro. Hace tiempo, en otra entrevista dijo: “En teatro no podés esconder tus mediocridades. No podés fallar, y si fallás, tenés que ingeniártelas para que no se note.” ¿Es esa exigencia, esa inmediatez… lo que le gusta como actor de teatro?
M.A.S.- Sí, el riesgo. El riesgo absoluto. Además, imaginate que lo que vos das en cine es al tamaño de la pantalla. Tu cara está 90 veces reflejada. Hasta el último gesto… Con contener los gestos, ya sos buen actor. En Teatro tenés que expresarte para llegar desde la primera fila de butacas a la última con la misma intensidad. Es una maniobra rara manejar la energía de la gente en vivo. Es muy rara esa energía. Porque… ¿por qué nos van a prestar más atención a nosotros que a cualquier otro de los fenómenos que se dan en cualquier otro lado? Y más en un momento tan duro como éste económicamente. Pero la gente viene a vernos. Por algo será.

 

– Y ahora, con “Antes te gustaba la lluvia” [recientemente en el Teatro Fernán Gómez, con Blanca Oteyza y Sergio Otegui y dirigida por Solá], se pone por primera vez tras las tablas… Además, se trata de un momento especialmente complicado para usted y Blanca. Su personaje en “Como por un tubo”, Bustos, dice que hay que responder a cada frustración con un acto creativo.

Apenas me oye pronunciar la reflexión del personaje al que da vida en la obra, sus ojos se abren más, rebosando entusiasmo…

M.A.S.- Tratándose de Bustos, es algo muy sabio. Porque le ha ido siempre mal en toda su vida. Por eso la contamos así, en sarcasmo. Le pasan las cosas más absurdas que puedas imaginarte, pero le pasan. Su primer casamiento, que está contado en la segunda parte digamos de su vida… En la primera hicimos la infancia. Y en la segunda contamos cómo se casa por primera vez, con una chica que se llama Violeta. Y tienen una hijita. Y se le ocurre a él regalarle los primeros ruleros eléctricos, introducidos en Argentina fabricados en Italia. Y claro, una de las tantas cosas de las que siempre tienes que desconfiar es de los productos italianos. – Dijo riéndose antes de proseguir, sin abandonar la sonrisa, con la peculiar historia de Bustos.

M.A.S.- Y se electrocuta, justo cuando le está dando el pecho a la nena y se mueren las dos. ¡Se queda viudo! Y su mecanismo es perder la memoria. Pierde la memoria, excepto la memoria de la música y del escribir. Pierde toda la memoria, no sabe quién es y empieza de nuevo. Sus amigos, que le convencen de que él es él, le van reconstruyendo la vida. Él va creyendo, creyendo, creyendo… y otra vez se larga a vivir. Le pasa otra, peor todavía. Y así va, todos los episodios de su vida son comitragedias. Son cómicos por un lado, y por otro lado son trágicos. Todo lo deja, todo lo abandona, todo lo deja de lado como si no fuera nada. Y él se siente nada. Y así crece el hombre. Pero al mismo tiempo es muy creativo. El trabajo que hemos hecho abarca 400 poemas, más de 200 canciones…

 

– Y en este caso, ¿es su dirección de la obra el “acto creativo” en respuesta a su separación?
M.A.S.- Yo le había prometido [a Blanca] que la primera vez que dirigiera, la iba a dirigir a ella. Desgraciadamente coincidió con la separación. Pero el trabajo que hicimos fue muy bonito. Fue duro, porque es ir despidiéndose de una vida y al mismo tiempo tratando uno de ser todo lo buena persona que es, mientras se está desgarrando. Es difícil, pero salió un buen trabajo. Es más, a la tercera semana ya le estábamos mostrando toda la obra completa al público. Por lo general, se empieza a mostrar a las 8 semanas. 7 ó 6 como mucho. Aquí a la tercera semana ya estábamos compartiendo con el público la obra completa. Gustó mucho y tuvo muy buenas críticas. Pero bueno, es lo que pudimos producir, porque ya de la anterior terminamos endeudados, porque los ayuntamientos no…

 

No terminó la frase, como no queriendo entrar en política ni en lo negativo. Hablemos mejor de cómo hacer posibles los sueños, ¿no?

M.A.S.- Y sacamos un crédito para poder producir esta otra.

– Y si Miguel Ángel Solá y Blanca Oteyza se tienen que endeudar para hacer teatro… ¿cómo puede hacer un dramaturgo de a pie, alguien que empieza?
M.A.S.- Mirá… nosotros no conocemos otra manera. Todo lo que hemos hecho ha sido a pulmón, siempre. Y hemos hecho, mirá, “El diario de Adán y Eva” duró 10 años en cartel. Un millón quinientos mil espectadores…

 

Era la cifra que yo tenía apuntada y la dijimos al unísono, mi voz llena de admiración. Pero, inmediatamente él afinó con humildad, no queriendo atribuirse ni un solo espectador más de los que realmente fueron a verle:

 

M.A.S.- Un millón cuatrocientos ochenta y pico mil. Y la otra, justo en medio de la crisis la estrenamos, “Por el placer de volver a verla”, y duró dos años y medio. Y podría haber durado mucho más, pero era imposible. Los teatros te piden mucho, el porcentaje que dejás es enorme, los impuestos son horrorosos, y cada vez peor. Está todo hecho para que solamente puedan producir las grandes productoras y para que puedan distribuir las grandes distribuidoras. Pero las pequeñas, su destino es morir, es una agonía.

 

– Yo viví en Buenos Aires dos años. Igual me equivoco porque no lo conozco desde dentro, desde el lado de alguien que intenta producir una obra de teatro. Pero me dio la sensación de que hay mucho más movimiento, que bulle, de gente que se saca las castañas del fuego haciéndolo, ¿no?
M.A.S.- Con La Típica [La Típica en Leve Ascenso, compañía con la que ha puesto en marcha “Como por un tubo”] construimos el primer teatro barrial de Buenos Aires. Todavía está funcionando, “El callejón de los deseos”, en la calle Humahuaca. Ese lo construimos nosotros. Y después muchísima gente decidió ir construyendo teatros en los lugares donde vivía o comprando solares o casas antiguas. Pero en Argentina además, cuarenta años antes hubo un teatro independiente muy fuerte, muy poderoso, cuarenta años antes de la construcción de nuestro teatro. Y siempre hemos vivido en crisis. Entonces, estamos muy acostumbrados a trabajar de lo que sea y después cambiarte e irte a hacer lo que te gusta. Yo he sido de los pocos que he tenido el privilegio de vivir del trabajo de actor. Pero en Argentina hay mucho amor por esto. Hay pasión por el teatro. Aquí recién se está haciendo. Porque vivieron durante muchísimos años de las formas ortodoxas de hacer teatro y permitidas por la censura. Pero nosotros, en Argentina, hemos peleado mucho. En el año 67 en Argentina, un país de 17 millones de habitantes, había 3.500 teatros. Había un pueblito de 400 habitantes y había dos teatros. Un teatro español y un teatro italiano. La comisaria y la iglesia. Y por allí pasaban todas las compañías que andaban dando vueltas.   Eso te habla de un nivel de… nosotros venimos de los barcos, somos de muchas culturas, de muchas formas de expresión: los franceses construyeron teatros; los ingleses, además de robarse todos los árboles y las vacas, construyeron un teatro o dos. Y los italianos y los españoles igual. Después, los españoles abandonaron la cultura allá. Nos dejaron en manos de los únicos que seguían, viejitos ya, con mentalidades viejitas… No hubo recambio generacional. Los italianos un poco más, porque entraron además en los medios de comunicación. Pero los teatros se destruyeron; ahora quedan 350.

 

Recordé que, precisamente durante mi estancia en la capital porteña, estuvo cerrado el Teatro Cervantes. Y suspiramos al unísono, nuestra mirada reflejando cómo se le parte a uno el alma cuando ve cerrarse las puertas de un teatro. Un escalofrío nos recorrió el antebrazo y continuamos charlando:

M.A.S.- Allí tiraron abajo, para hacer una playa de estacionamiento, el Teatro Odeón, que era el teatro de mejor acústica de todo el mundo.

– Y si eso pasa allá, que dice usted que lo aman tanto, qué no pasara acá, ¿no?
M.A.S.- Ya pero eso son los gobiernos, la falta de sensibilidad política, la falta de sensibilidad social. Además, como saben que el teatro obliga o ayuda a pensar, y a sentir, a sentir con coherencia… ellos prefieren la pasión baja del fútbol, el no pensamiento del fútbol, el enquistamiento en decir “ese es un hijoputa, basura, ustedes son unos mandriles…”

– ¿Pan y circo?
M.A.S.- Pan y circo, sí.

 

– Todo esto… ¿hace que el camino de quien se embarca en estas aventuras sea un camino solitario? Cuando uno lucha por conseguir el éxito enfrentándose a tanta dificultad… ¿su vida queda llena de gente que entra y sale?
M.A.S.- Sí, es duro. Es duro. Y ahora me doy más cuenta. Estoy por cumplir 62 años y me doy cuenta de que he trabajado 42 años y que mi vejez va a ser como la de cualquiera. Me quedará una jubilación pequeñita para  vivir como pueda.

 

Se detuvo un momento y me recordó atento que se me iba a enfriar el café que había pedido y que ni había mirado desde que la camarera lo dejó en la mesa. En realidad, lo había pedido con hielo y los cubitos estaban casi totalmente derretidos en el vaso. Lo serví, pero seguí escuchando tan ensimismada que creo no haber dado el último sorbo hasta después de que él abandonara la cafetería.

M.A.S.- Mi papá, por ejemplo, nunca llegó a tener casa propia. Yo ahora sí llegué a tener casa propia, con Blanca [Oteyza]. Pero a los cuarenta y tantos años. Ya tenía más de 100 premios internacionales como actor y todavía no había logrado tener una casa. Pero ahora estoy… es difícil. Es difícil. Pero la mayoría de la gente está así. Aquí, en mi país… En el mundo entero. Igual, el tiempo que me tocó vivir, por lo menos, viví 40 años – salvo los 6 últimos que fueron de accidente en accidente y de operación en operación – viví 35 años de una manera privilegiada, haciendo lo que quería, generando público, haciendo que la gente me viniera a ver

 

– Y con el reconocimiento de muchos
M.A.S.- Sí, con reconocimiento. Y sin hacer cosas lesivas para la gente. Sin atentar contra sus cerebros, ni contra sus bolsillos, ni contra sus corazones. Eso sí me gusta de mí. En realidad me gusta casi todo de mí.

 

Se me escapó una sonrisa cómplice. Me acababa de “dejar picando” (como dirían en su tierra) el chiste fácil: “Como a buen argentino, ¿no?” Pero de nuevo la timidez me selló los labios y, en vez de bromear con los divertidos estereotipos de siempre, seguí escuchando su explicación, con la que, por otro lado, no podía estar más de acuerdo.

M.A.S.- … Porque he sido buena persona, he sido buen trabajador, he sido muy creativo, y he sido buen compañero de trabajo siempre. He sido honesto, así que algo tengo para dejarle a mis hijas, aunque no sea un valor muy preciado el de la honestidad. Pero quizá cuando sean grandes entiendan eso. O no. Quizá digan “¡éste fue un tonto!”

 

Entonces sí pasamos a hablar un poco de sus percepciones como argentino en España, como ciudadano del mundo en realidad. Y una cosa nos fue llevando a la otra, hasta hablar de qué es importante para el ser humano, para cualquiera, más allá de nacionalidades o edades.

– Le escuché decir algo en una entrevista, hablando sobre las diferencias y el posible choque entre españoles y argentinos, con lo que creo que mucha gente que haya vivido en lugares diversos a lo largo de su vida se sentirá identificada: “Los seres humanos somos todos iguales. Nos diferencian sonidos. Pero todos comemos, amamos, sufrimos, nos vamos juntando, nos vamos separando…”. ¿Así se sintió a su llegada aquí?
M.A.S.- Bueno, en realidad… yo no soy un tipo muy social. Soy una persona retraída, soy muy tímido. Soy muy casero. No me gusta la noche, contradicción porque soy actor, pero no me gusta la noche. No me gustan las fiestas. No me gusta beber, no fumo. Soy un tipo muy reconcentrado. Me gusta trabajar. Soy obsesivo… del trabajo. Me gusta pensar el trabajo, sentir el trabajo, hablar del trabajo, me gusta comunicarlo. Y el trato que tengo con la gente… si la gente es afable, yo soy afable, si la gente no es afable, trato de evitarla. Pero sí, básicamente, somos iguales en todos lados. Nos despiertan las pasiones más bajas. No hablo del deseo, el deseo no es bajo. Nos despiertan las iras. Por ejemplo, ahora queriendo meternos a todos como si fuera una cosa personal lo de la nacionalización de Repsol, otra vez YPF. El hombre de a pie nunca ve ni un centavo de todo eso. Ni le hace bien nada de lo que haga Repsol ni YPF. Lo único que hacen es envenenar la tierra, el aire y el agua. Pero te lo meten como un problema personal.

 

– Entonces, mejor concentrarse en el trabajo, sobre todo si es un trabajo hermoso como el suyo. Es bueno ser un obsesivo del trabajo.
M.A.S.- Y en el cariño. En definitiva, el motor del mundo es eso que sentís, que es indefinible y que tratás de definir con palabras. Escribís poesías, hacés canciones…  Escribís espectáculos. En el caso nuestro, siempre hemos tratado de hablar sobre el amor. “Antes te gustaba la lluvia” también es una obra sobre el amor. Creo yo que, en el fondo, es lo único que deseamos en la vida. Desde que somos pequeñitos necesitamos que nos quieran, necesitamos que nos acepten, necesitamos que nos acaricien, necesitamos que nos cuiden. Mi abuela decía una cosa muy sabia, yo siempre le hacía preguntas. A veces nos llevábamos muy bien. A veces, – matiza el nieto sonriendo con nostalgia. – Yo le decía: “¿Vos cuándo te diste cuenta de que eras vieja?” Y me contestaba: “Cuando dejaron de tocarme”. Y es verdad. El ser humano necesita eso, pero no que te toque cualquiera. No necesitás que te toque cualquiera. Necesitás ese cariño inicial, esa cosa que no sé por qué pero venís… con urgencia de amor incondicional. Venís con esa urgencia y no sabés de dónde te viene, porque no sos consciente de eso, todavía no entraste en la vida y, sin embargo, lo que querés es que te amen, que te quieran, que te necesiten, que te digan que sos maravilloso, que te den fuerza.

 

En ese momento sí recuerdo haber recurrido al café, como quien agarra fuerte la mano de un amigo para contener la emoción. Asentí con los ojos vidriosos; hasta ese punto me conmovieron sus palabras. Agradecí mentalmente la gran cantidad de azúcar que suelo ponerme en el café y que ahora pasaba por mi garganta, ayudándome a empapar esas lágrimas para que así no llegaran a resbalar por mi mejilla.

– Por eso, a lo mejor es precisamente el amor lo que le da a uno fuerzas, para salir adelante después de según qué experiencias. Por ejemplo, usted después de su grave accidente. Porque… ¿cómo se sale adelante de algo así?
M.A.S.- Yo creo que es el amor, sí. Porque incluso cuando sentí que me estaba muriendo, yo no tuve ninguna angustia, nada. Yo creo que eso me salvó también la vida. Que pude resistir… mi oxigenación. Y cuando ya no pude más y tuve que respirar, y  tragué agua, como no estaba nervioso se abrió el píloro y se fue al estómago y no me encharcó los pulmones. Y la segunda vez pasó lo mismo y la tercera vez ya ahí me sacaron. Si pensé algo fue “¡Qué boludo! Morir así… ¡qué boludo!”. Por mi cabeza circulaban los míos, los vivos, sonriendo. No se me hizo un raconto de toda la vida como te dicen, pero quizá porque no tenía desesperación, o porque no había suficiente tiempo. El hombre no vive ahí abajo. Si fuimos peces lo fuimos hace muchísimo tiempo.

 

– Y además del amor a los suyos, como antes ha dicho que es obsesivo de su trabajo, las ganas de seguir trabajando… ¿ayuda el amor al trabajo?   
M.A.S.- Y en general el amor a la gente, porque el trabajo, ¿para qué es? Para compartirlo con la gente. Si no, no tiene ningún sentido. El teatro no es teatro si no está el público. El teatro puede ser cualquier cosa menos soledad. Y si es soledad es una soledad compartida.

 

– Es cierto que cuando en un teatro se ve el patio de butacas vacío se te encoge un poquito el corazón…
M.A.S.- Cuando las obras llegan a un lugar profundo del ser humano, cuando conmueven y transforman, aunque sea momentáneamente, pero ya abren una ventana para ver la vida desde otro punto de vista… Ahí uno se da cuenta de que está compartiendo. Es como una enorme mesa donde come todo el mundo, todo tipo de manjares. Al cincuenta por ciento o setenta por ciento de las personas que están ahí  no las conocés pero sin embargo estás compartiendo. Y de repente tus ojos empiezan a vagar y miran, y miran…  Y te das cuenta cuáles son las personas que están compartiendo y cuáles no. Cuáles no viven eso como un hecho de todos, sino como un alimentarse a sí mismos y nada más. Y en el teatro también te das cuenta; esos que les suenan los móviles o se ponen a hablar con la pantalla encendida. No les importan los demás, no quieren compartir con los demás nada. Tienen atrofiada la sensibilidad, están privados de todo tipo de comunión. Pero eso les pasa ahí, en su casa, en la calle, en su trabajo… en todos lados.

 

Nos acercábamos al final de nuestra entrevista. Y no quería despedirme sin saber quién inspira a alguien que a su vez inspira a otros muchos. A quién admira Solá.

– Imagino que la lista es larga y, personalmente, odio eso de elegir UN libro, UNA película o UN algo favorito… así que me gustaría compartir simplemente algunos nombres de los primeros que le vengan a la cabeza. ¿Hay alguien con quien le gustaría muchísimo trabajar?
M.A.S.- A mí me gustaría siempre seguir trabajando con Manuel [González Gil] porque me divierto mucho. La paso muy bien. Además sabe cómo trabajo yo, sabe que voy a mi bola. Y él sigue mi intuición a muerte, y no le falla porque es un incondicional de eso. Y mientras, él va pergeñando todo lo que va sucediendo alrededor.
Pero sí hay alguien, además, con quien me gustaría trabajar en este momento aquí; con Miguel del Arco.  Es un tipo de mucho talento. Pero además, tiene talento como actor, como escritor, como director. A mí me gusta mucho.

– ¿Y alguien con quien soñaba con trabajar cuando empezó en esto? Alguien con quien nunca imaginó que pudiera llegar a estar sobre las tablas y que después fue un sueño hecho realidad. Imagino que muchos pero…

No puedo ni terminar la frase y me interrumpe sin titubear:

M.A.S.- Mi tía Luisa. Mi tía Luisa Vehil. Era un genio. Era maravillosa. Ella sí que era un genio. Y trabajé con ella. Tenía ya 70 años y estaba en una silla de ruedas. Pero era… era impresionante lo que irradiaba esa mujer. Frenaba un tren. Era impresionante. Y he trabajado con mucha gente de talento, pero esa mujer es lo más grande que conocí en esta profesión. Y estoy muy contento trabajando con los chicos [La Típica], porque es un sistema de trabajo que lo utilizábamos también en Argentina. Éramos 18 en La Típica y algunos vivían a 100 kilómetros, nunca podíamos juntarnos… hasta que construimos el teatro. A Quique Quintanilla lo conozco hace 30 años, a Daniel Giménez lo conozco hace 30 años, a Graciela Baquero la conozco hace 20 años. A Carlos Moreno lo conozco hace 20 años. Y hemos trabajado juntos, con Graciela es la primera vez pero con los demás siempre he trabajado. Con Daniel somos socios fundadores de La Típica en Leve Ascenso. ¡Y me encanta! Me pusieron en letras más grandes, – dice señalando hacia el cartel que veíamos al otro lado de la calle, desde el café, en la puerta del teatro – porque dicen que soy el único que vende, que a los demás no los conocen. Los “putée” en todos los idiomas. Les dije que eso desvirtúa a La Típica, La Típica es La Típica, somos todos iguales; es una cooperativa igualitaria.

 

–     Yo ya recomendé la obra en Culturamas, pero ya que usted es el único que vende. Si le pido que les recomiende la función a los vendedores de Culturamas, ¿qué les diría?
M.A.S.- Yo como vendedor termino comprando; no soy buen vendedor. Pero… la gente puede confiar en mí o no. Yo supongo que la vida son hechos, y si yo he fallado en algún hecho es normal que no me responda la gente. Pero, si no he fallado, ¿por qué no van a venir a ver qué es lo que hago? ¿Porque es caro? Una entrada de fútbol sale 60 euros la más barata. Y salen vacíos.

 

– Y de aquí se sale lleno…
M.A.S.- Se sale feliz, se sale feliz de haber venido.  

 

Alguna vez, no hace tanto, Solá dijo: “Me queda mucho por hacer”.  De nuevo le doy las gracias por todo lo que ha hecho ya y hemos podido ver, y me agarro a esta afirmación, con la esperanza de que sean muchos los éxitos por venir.

 

Mientras preparábamos un rinconcito para que Pablo le hiciera unas fotos, se acercó discretamente a la barra y pagó los cafés que habíamos compartido, sin darnos opción a replicar por quererle invitar nosotros. Un caballero, sobre las tablas y en la calle.

Antes de despedirnos, le digo que es una pena que esta entrevista vaya a ser transcrita y quienes la visiten en Culturamas vayan a leerla. Pero yo sí me voy con el buen sabor de oídos tras haber escuchado “La Voz” (que Frank Sinatra me perdone) tan de cerca. Con una sonrisa me propone que la editemos en CD. Pero, Miguel Ángel, seguiría sin ser lo mismo que en directo. Las maravillas de la naturaleza hay que contemplarlas en su hábitat natural, y la voz de Solá hay que escucharla en el teatro, con el móvil apagado y compartiendo cada vocal, cada idea…. Cada segundo que nos regala.

 

¡Gracias, Solá!

¡Ah! Y… sólo ahora que he asimilado todas estas reflexiones, y recordando ese café que compartimos, si me lo permites, me atrevo a tutearte. Si llegas a leer esta entrevista, quiero contarte que seguí tu recomendación y me apuré, inmediatamente después de nuestro encuentro, a llamar a la taquilla del Fernán Gómez. Compré la que creo que era la última entrada para la última función de “Antes te gustaba la lluvia”. Ni siquiera conseguí dos para ir acompañada, pero me alegré de no habérmela perdido. Blanca y Sergio están espléndidos. ¡Enhorabuena por tu primera dirección!  

 

19 thoughts on “«El teatro no es teatro si no está el público», entrevista a Miguel Ángel Solá

  • el 7 mayo, 2012 a las 9:59 pm
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    Hermoso reportaje (siempre con sabor a poco si de Solá se trata), cómo se te envidia María de Ancos!!!

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  • el 7 mayo, 2012 a las 11:40 pm
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    Gracias por tu comentario, Beatriz. Es cierto, tener la oportunidad de entrevistar a Miguel Ángel Solá es algo muy envidiable. Para mí fue un honor. Y sí, sabe a poco. Con gusto compartiría un café tan agradable con él como el de esa tarde cada semana! Me alegro de que te haya gustado.

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  • el 8 mayo, 2012 a las 2:25 am
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    Solá es un hombre verdaderamente especial. Quien le conoce, no puede menos que quererle. Además es siempre él, no cita a nadie, no busca reparo en nadie, habla por su boca y lo que dice siempre llama la atención y se presta como poco al debate interno. Jamás le he escuchado presumir de nada y su coherencia es ejemplar. He sido compañero de él varios meses y siento orgullo al repetirlo. Le escuché decir a Juan Echanove que en su vida profresional solamente había conocido a dos actores verdaderamente generosos: Vigo Mortenssen y Solá. No conozco a Vigo pero conozco a Solá, y el dicho de Echanove lo pinta de cuerpo entero. Es un actor inagotable, riguroso, inmenso en su hacer y único en su idea de la actuación. La entrevista está muy bien lograda y le doy mi enhorabuena a quien la hizo. Culturamas es una página necesaria en mi vida y si en ella cabe gente como Solá, lo es más aún. Gracias. JC

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  • el 8 mayo, 2012 a las 4:43 pm
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    Muchísimas Gracias, Julio César. Me ha emocionado tu comentario. Esta ha sido mi primera entrevista para Culturamas y la idea de que fuera a Solá nació de mi inmensa admiración a su trabajo en las tablas. Que a alguien que le conoce personalmente le haya gustado el resultado me enorgullece enormemente. A mí me imponía mucho entrevistar cara a cara a quien considero un genio, pero me trató con una cercanía tan entrañable que si bien me puso fácil mi tarea y me hizo sentir tan cómoda como con un amigo, me hizo admirarle aún más.
    Gracias a ti por haber leído la entrevista.
    Un abrazo,
    María

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  • el 9 mayo, 2012 a las 10:38 pm
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    Muy buena entrevista. He dejado un mensaje en otra web de culturamas, porque he ido con mi familia al teatro Lara a ver Como por un tubo que nos pareció una ingeniosa y muy bien interpretada comedia musical con drama o caricatura de drama incluida. Muy armónicas y poderosas voces cada una a su estilo, canciones que hemos hasta cantado, tarareado y hecho el ritmo con letras fuertes que llaman a las cosas por su nombre o hacen metáforas delicadas y al mismo tiempo carnales, sensuales, fuertes. Todos a uno y uno a todos, hubiera llamado yo a esta obra (me quedó la duda del título), en la que cada uno es un momento precioso de una vida signada por la mala suerte y el absurdo. Solá es bueno en todo, y en la entrevista se lo siente cercano y muy lúcido. Me habían dicho que estaba mal de salud y verlo así en el escenario me reconfortó y leer su sentir y pensar más todavía. ¿María te llamas?: ¡Bravo! Nacho y familia

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  • el 10 mayo, 2012 a las 2:27 pm
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    Soy argentina, te felicito por la entrevista a Solá que es mi actor favorito y ya mismo voy a sacar entradas para la obra. No sabía que estaba en cartel porque no tiene mucha publicidad me parece. Ya lo vimos en El Diario de Adán y Eva y Por el placer de volver a verla, dos obras de teatro para recordar siempre. Te repito: muy bien hecho el reportaje y se nota que con mucho cariño. Ojalá te cases con él ya que su mujer lo abandonó y como dice la película: no es bueno que el hombre esté solo. Es una broma, pero es muy lindo que a un buen hombre se lo quiera bien, y se ve que escribiste con mucho cariño y por ser tu primera vez con la enorme ilusión de no fallarle a la persona que entrevistaste y mostrarla como es ante nosotros. Gracias en nombre de los argentinos que sabemos valorar a Solá.

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  • el 11 mayo, 2012 a las 12:08 pm
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    Nacho, muchísimas gracias por tu comentario. Totalmente de acuerdo con tu visión de la obra. Una maravilla! Y sí, es reconfortante cómo ver a una persona que ha salido de un accidente tan grave pensar, sentir y reflexionar tan lúcidamente. Me alegro de haber sido portadora de la buena noticia en parte para ti, nacho.
    Un abrazo y muchas gracias por el comentario

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  • el 11 mayo, 2012 a las 12:11 pm
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    Jajajaja… Ernestina! No sabes lo que me he reído con tu mensaje! jajajaja… Eso de casarme con Solá… no sé yo… creo que habría unas cuantas personas a las que no les haría mucha gracia la idea 😉 Pero fue un honor, desde luego, compartir esta charla con él. Es cierto que sí me inquietaba no decepcionar a una persona a la que habrán entrevistado miles de veces, pero como dije, me lo puso muy fácil. Gracias a ti por leerlo con tan buenso ojos.
    Un abrazo

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  • el 11 mayo, 2012 a las 5:07 pm
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    Muy buena la nota a Solá y extensa como se merece. Lamento que la mujer lo haya abandonado como dice aquí una redactora, hacían una impresionante pareja en el teatro y ella se transformó en actriz a su lado, quiero decir, nadie puede dar lo que no tiene, pero él hizo de guía en su quehacer laboral y, la verdad es que le dio un lugar envidiable, que ella se supo ganar también con honestidad y trabajo. Qué desperdicio de pareja, ojalá no hayan terminado tan mal como para dejar de trabajhar juntos, porque los momentos que nos han brindado no se van a borrar como la mayoría del teatro que consumimos, bastante inferior al que ellos nos dieron. No logro encontrar obra que me haya hecho sentir algo parecido a Adán y Eva, o la otra que es inolvidable Por el placer de verla una vez más, que también pude verla luego en Quebec (en francés), pero nada que ver con la de ellos, a años luz. Egoístamente hablando, ojalá se arreglen porque además era un gusto verlos juntos y oírlos en entrevistas. Me perdí la de la LLuvia, porque las tres veces que lo intenté no había entradas y no fui a ver Como por un tubo que tanto mencionan acá porque no me había enterado de su existencia, pero ya saco las plateas. Solá es, además de gran actor, una buenísima persona, capaz de muchos sacrificios y riesgos personales, algo muy poco usual en el mundo de la farándula loca del que no es arte ni parte. Lo conozco bien. En Argentina una actitud suya al ir a recoger un premio me salvó la vida , y si bien nunca pude agradecérselo personalmente, le dediqué un libro muy importante para mi conciencia en épocas muy difíciles. De haber más Solá en nuestra tierra otro gallo cantaría. De todo corazón, J.E. Ya les escribiré cuando vea Como por un tubo. Gracias por el tiempo y el espacio que me han dado y si lo ven un abrazo eterno a Solá. JEF.P4D.

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  • el 11 mayo, 2012 a las 5:26 pm
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    Excelente entrevista y muy buenos aportes de sus lectores, María. Y no importa que no le cause mucha gracia a algunas personas, usted cásese igual con él. Si los dos estan libres usted se asegura una voz y un decir a centímetros de su oído derecho o izquierdo, depende del lado de la cama que elija, que ni va a echar de menos a su ángel de la guardia. No es broma, es un buen consejo el de Ernestina, aunque en las fotos a él se lo vea un poco desmejorado. No debe de estar pasando un buen momento. Vi el espectáculo también. Me encantó. No tiene que ver con nada. Es único como Solá y sus compañeros. Es verdad que no entregan programa de mano sino esa revista llena de publicidad que no da ganas de leer porque todo es una mezcolanza de horrores y no tanto y muy pocos buenos deseos para el espectador. No se sabe quien es quién excepto la actriz que canta tan bien y borda los tres personajes femeninos, por ser la única mujer, y Solá, pero los demás son fantásticos también, como las canciones, los poemas y el libreto. recomiendo ir a ver esa suma de valores positivos que tanto bien hacen. Mónica. Fui con una amiga, Graciela, que está terriblemente enamorada de Solá, Si usted no lo va a usar, déjeselo a ella… pobrecito Solá…. ja, ja, ja

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  • el 11 mayo, 2012 a las 5:37 pm
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    Solá tiene capacidad de sobra. Y muy bien Graciela Baquero, y el narrador de la sombra. Giménez está que se sale y el músico que toca bandoneón y piano es magnífico. El estudio de radio de los años cincuenta reviste una gran magia aunque no tenga casi nada relevante, quizás sus micrófonos y sus panel de «En el aire». El trabajo actoral es lo que tiene que ser. Me gustó mucho.Pero lo que más me ha llamado la atención del espectáculo son las canciones, dos textos que dice Solá, (tres contando el primero, pero todavía el espectáculo no ha logrado el calor necesario como para asumir el valor de lo que dice el protagonista) y las cuñas publicitarias que conllevan un ingenio humorístico del bueno, inteligente, socarrón. El texto se salta por la torera el realismo y se incrusta en un absurdo que termina ganándote la partida. Quien no entienda este espectáculo, no sabe qué es un verdadero espectáculo. Solá en los reportajes es un personaje tan atípico como el espectáculo que encabeza y que aplaudí en pie. Alfonso

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  • el 12 mayo, 2012 a las 1:27 pm
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    Está viejito de cara pero no de cabeza, aunque se le note el dolor en la expresión. Bueno, nunca fue de sonreír mucho ni nada por el estilo, pero ahora se ve que está averiado mal. Que macana. Es un genio y una persona enorme y no sabíamos que estaba haciendo un espectáculo él mismo. Fuimos a ver Antes te gustaba la lluvia hace un mes y nos requetegustó la obra y su dirección, pero no estaba él ahí arriba, y eso se nota. Gracias por informarnos. Iremos el domingo y te contaremos. Grossa la entrevista, hacía tiempo que no disfrutábamos de su línea de pensamiento, y tanto se rumoreó que dejaba la profesión que casi nos lo creímos. Nos alegramos de que siga luchando como siempre lo hizo. Te escribiremos el lunes o el martes para hablar de su obra. Hacemos un esfuerzo solamente por él porque a ninguno de los dos nos gustan los musicales, pero Solá es Solá, ¿qué andará haciendo ahí?

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  • el 14 mayo, 2012 a las 12:02 am
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    ¡Gracias Culturamas! Por acercarnos a «nuestro» Solá, que hace tantos años extrañamos desde Argentina. Y como si poder leer sus palabras no fuese suficiente, lo habéis hecho a través de tan estupendo reportaje, profundo, preciso y conciso. Miguel Ángel se habrá sentido muy bien tratado para desnudarse de esta forma y hacer fluir tan plenamente su pensamiento, sus sentimientos. Excelente encuentro y felicitaciones por la revista! Un abrazo desde Buenos Aires.

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  • el 10 enero, 2013 a las 6:17 pm
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    Solá es uno de los mejores actores que he visto en mi vida, quizá el mejor.
    Un genio, alguien que te conmueve hasta los huesos y transmite siempre verdad y emoción, pero además una persona coherente, consecuente con sus ideas, un faro que ilumina la oscuridad del mundo.
    Como actor que también soy, siempre será mi referente, un modelo.
    La mejor obra de mi vida es el Diario de Adan y Eva, la vi 3 veces y siempre con la misma emoción. Un grande de verdad que Argentina y España tenemos que celebrar y homenajear !

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  • el 16 febrero, 2013 a las 8:55 pm
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    Si Diógenes se hubiera encontrado con su lámpara a Miguel Ángel, seguro habría expresado: «He encontrado un hombre, al hombre».
    Contrariamente a lo que vemos día a día por los medios, o los 3/4 traseros diría yo, tu entrevista es reveladora, con detalles sutiles como el café que se enfriaba, y los que conocemos la carrera, pensamiento y postura personal del actor, al menos en la medida de nuestra mínima posibilidad de acercamiento a él, no nos extraña su coherencia, la búsqueda de alguna mísera verdad en este mundo de sacerdotes del mal.
    Un abrazo a los dos, al que pregunta con alegría y al que responde desde la sencillez de la razón suficiente. Muchas gracias.

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  • el 12 marzo, 2013 a las 9:10 pm
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    Muchísimas gracias por tu comentario, Oscar. Con cada una de vuestras lecturas y viendo que hay quien sigue disfrutando con la entrevista al encontrarla, me sigo conmoviendo. Ya hace meses de aquel encuentro y sigue siendo uno de los regalos más maravillosos que he recibido en mi vida. Estar sentada ante Solá, compartiendo un café y escuchándole es un lujo, un placer, un momento único de los que te cambian, para siempre. Gracias de nuevo a Miguel Ángel por haberlo hecho posible y gracias a quienes léeis el resultado y me hacéis saber que lo disfrutáis 🙂 Gracias

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  • el 29 junio, 2013 a las 12:39 pm
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