Huella jonda del héroe – Montero Glez

Por Lara Mantoanelli Silva

 

 

 

 

 

 “Le dije que sus personajes se miran en un espejo roto a través de un camino que no viene en los mapas, un camino que tal vez viene marcado en la palma de la mano y que pocas veces nos paramos a leer”.

 

 

            En el libro Huella jonda del héroe Premio Llanes de Viajes 2012 – Montero Glez sigue las pistas de Hércules por caminos del Sur de España y norte de África, por la zona del estrecho de Gibraltar, “herida en los mapas”, canal abierto, según la mitología, por el mismo héroe, que, como dice Montero, “vino a juntar aguas y a separar las tierras en dos continentes”. Esas aguas esconden misterio, duende, pecado y sangre. En ellas, la historia antigua del Mediterráneo sopla barcos hacía una fresca América. En ellas, el pasado y el presente, Tarifa y Tánger, el Oriente y Occidente se encuentran, se besan y se  intercambian cuerpos y cadáveres entre una orilla y otra.

 

           Huella jonda del héroe se abre con una gitana echando la buenaventura al escritor y un pacto con el Ángel caído del parque del Retiro, invitándole a emprender el viaje por aguas turbias. “Hoy lo sé, emprendí aquel viaje para que el Diablo se sintiera orgulloso de mis pecados y me dejase entrar al infierno”.

 

           Hay algunos temas que se repiten a lo largo del viaje, como círculos, como ciclos, como un trayecto de ida y vuelta, se repiten sobretodo como un estribillo de una melodía cargada de sonidos negros, de los que habló Manuel Torres con respecto al duende (“todo lo que tiene sonidos negros tiene duende”). Tales estribillos, que podrían ser del cante jondo del héroe, vuelven constantemente, se renuevan, como aguas turbias de un mar sin memoria; como la Venta Vargas, en San Fernando; como Paul Bowles en Tánger, la ciudad del pecado; como Camarón y su tatuaje marginal: su mano gitana une la luna mora con la estrella de David, y su alma plasmada por las fotos por Alberto García-Alix; como el dibujo de Picasso diciendo que “los toros son ángeles con cuernos”; como Federico García Lorca y el duende que quema la sangre desde la planta de los pies; como Ceesepe; como Manuel de Falla y su intento heroico de materializar la Atlántida; como el Islote de Sancti Petri; como las columnas hercúleas Calpe y Abyla.

 

            Terminada la lectura uno se da cuenta de que un viaje por los márgenes es también un viaje al centro de la marginalidad, donde habita el Diablo, el gran protagonista de esta travesía, con su sonrisa desafiante, con su desobediencia adolescente, con la propuesta tentadora de seguir la huella jonda del héroe y acercarnos a los dioses en vicios y pecados. Montero, tu nombre es legión. Montero, así como tu primer y último deseo, el Diablo se sentirá orgulloso de tus pecados y seguro que te dejará entrar en el infierno.  

 

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