«Cuentos completos», de William Goyen

Por Ricardo Martínez

 

He aquí un cuentista excepcional: pausado en el discurrir por el interior y exterior de sus protagonistas; meticuloso en el lenguaje hondo, premeditado, de la narración; ejemplar en el demorado latir del contenido humano de las situaciones…

 

El lector, cuando se dan estas circunstancias, recupera en buena medida lo sentidos de la buena literatura: el oído en el sonar de las palabras, el tacto de la sensibilidad del narrador, el gusto por los reales sueños o hipotéticas ilusiones-sueños con los que se alimenta la individualidad del protagonista… “Nos convertimos en el tipo de hombres que sólo quieren que su vida esté, con la debida frecuencia, en sus propias manos. Algo llega, llama a la puerta, anuncia qué es, lo miramos durante un instante de silencio y claridad, se va y reaparece, y queremos tener una impresión, un sentido de su forma, de manera que podamos sentir el goce de la identificación”

 

Cuando ocurren casos como éste, el lector siente más de cerca la compañía (y la identificación) con el escritor, sinergia que siempre se agradece y alimenta con fruición al lector futuro. Semeja un clásico por el tono y la ‘calidad moral’ de su escritura, a pesar de haber fallecido a finales del pasado siglo, en 1983.

 

Pocas veces, en efecto, una información editorial es tan ecuánime con una de sus obras publicadas: “Un tono mítico y un ritmo hipnótico mecen al lector en su trayecto por estas páginas dulces y turbadoras; un canto que sondea los misterios del alma y descubre el poder de curación que esconden las palabras”.

 

Llegados aquí lo que cabe es ceder el lugar al lector. Lo lógico es que él por sí propio, desde sí mismo, entre en esta atmósfera crujiente, en este lugar donde el clima es distinto y ayuda a sobrevivir. Aunque el autor, en un pasaje final, escriba: “Oh jinete, ¿por qué vine a esta universidad? ¿Por qué no renuncié al ver el vacío de esta casa de estudios, los profesores fracasados, estas clases de poesía, estos estudiantes, este pueblo, el abismo de mi hambre y de mi soledad?”

 

Una grave reflexión; una invitación a sobrevivir.

 

Cuentos completos de William Goyen. Editorial Seix-Barral, 2012.

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