Nosotros los animales

Por Ana M. Caballero

Nosotros los animales. Justin Torres. Mondadori, 2012.  Novela. 144 págs. 16,90€.

No todos los relatos sobre infancia son naïf, Nosotros los animales es una de esas excepciones. El todavía poco conocido en España Justin Torres noquea al lector con su primera novela. A través de la voz narradora de un niño, que si bien puede ser inocente, no es para nada ingenuo, nos explica cómo una camada de tres hermanos crece en el Brooklyn de los años ochenta.

La pobreza y el caos familiar dinamitan la infancia y prepubertad de un protagonista que apenas puede entender la inclemencia que lo envuelve. Un relato crudo pero con una prosa exquisita. Torres no necesita atiborrar el texto de metáforas para conseguir abundancia de imágenes, escenas fílmicas que introducen al lector de pleno en la cocina de la familia, un riesgo cuando los hermanos de la novela andan batallando con tomates que parecen salpicar más allá de la solapa. 

La prosa de Torres plasma la violencia del relato con golpes temporales. La vertiginosidad de la narración, en conjunción con la euforia de los muchachos, acelera el pulso hasta que, de repente, el tiempo estalla y se ralentiza. El autor emplea, también, este recurso en sentido inverso. Detiene las escenas a través de las descripciones como si recortara fotogramas, pero, entonces, acelera la narración y el lector tiene que echar a correr tras la lectura para alcanzar de nuevo el relato. Con astucia, este maestro de los tiempos también juega con las anticipaciones temporales, así se oye el espejo rompiéndose antes de que caiga, provocando la misma exaltación en el lector como en el protagonista.

El impacto no viene sólo por las técnicas literarias utilizadas, de igual manera, la historia embauca al lector. El benjamín de la camada se columpia entre el amor y el rencor lo que da como resultado una madeja de crudeza y ternura.

Si Nosotros los animales tiene la capacidad de noquear, el golpe final está en el desenlace de la novela, un giro inesperado sobre el conflicto de identidad que consigue que nada más leer la última frase del libro, el lector vuelva una y otra vez atrás y relea y relea. 

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