Claudia Marcucetti Pascoli: “Tal vez la principal lección de la Historia (con la H mayúscula) es aprender sus lecciones… para no repetirlas”.

Conversamos con la escritora italiana radicada en México, donde nos comentó sobre el proceso creativo de Heridas de Agua, su amor por México, su influencia en Federico de Roberto y Juan Rulfo, así como de su próximo proyecto.

 Nació en Spezia, Italia. Se mudó a México con su madre desde los trece años. Estudió arquitectura, profesión que ejerció durante diez años, hasta que decidió dedicarse de lleno a una actividad en la que interviniera más su imaginación y donde pudiera desahogar sus tormentos: la escritura. Ha colaborado en el periódico Excélsior y las revistas Open, Marie Claire y Playboy. Ha publicado la colección de cuentos ¡Lotería! Historia de rifas diarias y la novela Los inválidos.

 27/07/12

Por: Mauricio A. Rodríguez Hernández

mauricioar@culturamas.com

 1.   ¿Desde cuándo comienzas con el proceso creativo de Heridas de Agua?

 Hace ocho años comencé a escribirla pero el proceso creativo inicia en mi cabeza mucho antes: desde el 2002 estaba juntando documentación y creo que la necesidad de escribir esta novela comenzó en 1998, con el accidente que cobró la vida de quien fue mi esposo y que marcó mi primer enfrentamiento con la incógnita de la muerte. Sin embargo la primera palabra escrita la puse mucho tiempo después, en 2003. 

 2.   ¿Por qué novela histórica?

Porque viví 10 años en el Molino de Santo Domingo en los cuales me la pasé pensando qué sucesos, además de mis vicisitudes personales, habían visto esas paredes, que nacieron prácticamente con el país en 1529.

 3.   ¿Tienes escritores que hayan marcado esta publicación en particular?

Sí, muchos, pero particularmente Pedro Paramo por la creación de un espacio, Comala, donde no hay fronteras entre la vida y la muerte; y Los Virreyes, la obra maestra de Federico De Roberto (poco conocida en Hispanoamérica) por la manera que el narrador tiene de adentrarse en el perfil sicológico de cada personaje que hace que el lector logre ver la perspectiva desde el mismo, también porque se ubica en uno de los períodos históricos que trato (final del siglo XIX) y porque retomé uno de sus personajes, el príncipe Consalvo, para trasladarlo a México en el hijo de Gioconda, Giminiano. Este libro adelanta El Gatopardo de unos 50 años y contiene, entre otros, el mismo conflicto de la aristocracia en decadencia dispuesta a cambiarlo todo para que nada cambie. Con la diferencia que en Los Virreyes el príncipe se convierte en diputado con tal de seguir mandando, al igual que Giminiano que de ser un privilegiado pasa a ser primero revolucionario y luego político. Otras referencias fueron Il marchese di Roccaverdina de Luigi Capuana, por un personaje que se obsesiona con un crucifijo, que acaba por hacerle ventilar sus culpas y la Concesión del teléfono de Leonardo Sciascia por el uso de documentos (en su caso cartas) como parte de la narración, es decir es un texto que va descubriendo la historia a través de los documentos que la van narrando.

4.   ¿Cuáles son tus sueños?

Ser querida por los demás a través de lo que escribo y quererlos cada día más al darles algo de mí.

5.   ¿Estás satisfecha con tus logros hasta ahora?

Nunca estoy satisfecha, afortunadamente. Creo que el ser humano, y en especial modo uno creativo, es decir un artista,  debe estar en una constante búsqueda, que lo lleve a empujarse siempre más allá de sus logros. Pero estoy contenta de haber publicado esta novela. Es un paso adelante en mi búsqueda personal.

6.   ¿Te sientes identificada con el personaje de Gioconda?

En parte, concretamente en algunos rasgos del carácter: en lo vital, lo apasionada y lo rebelde. También en la condición de extranjera en un país que acaba por considerar suyo.  Todos los personajes extranjeros de la novela me remiten a mi condición de emigrante y a la carga emocional que eso implica.

7.   Me llama la atención que sigues plasmando tus raíces italianas, ahora con Gioconda, ¿qué representa para ti tanto Italia como México?

Nunca había plasmado mis raíces italianas en lo que escribo hasta ahora. Y pensé había llegado el momento, especialmente porque coincidió con que desde el 2007 para acá, por razones familiares, pasé largas temporadas en Italia y me reencontré con mi país de origen. Tanto que comencé a escribir mi próxima novela en italiano.

8.   Juegas con elementos del realismo mágico, ¿te influyo este género al momento de escribir?

Si lo hago es sin una intención específica, casi inconscientemente. Releí Cien años de soledad al escribirlo, así como otras lecturas que me habían gustado y que podían ser referencias en lo que estaba escribiendo y supongo que todas me influenciaron en diferente medida.

9.   ¿Qué debemos de aprender realmente de la historia de México, en particular, este periodo como lo es el Porfiriato?

Todos los momentos históricos tienen puntos positivos y negativos. El principal logro del Porfiriato fue haber traído el progreso y la paz al país, la principal falla no haber logrado que el bienestar económico inherente al progreso permeara a todos los estratos sociales. Otra falla imperdonable fue no lograr que la paz perdurara renovando el sistema político también. Estas son un poco las mismas fallas del final del siglo XX, donde la historia de alguna forma se repite. Tal vez la principal lección de la Historia  (con la H mayúscula) es aprender sus lecciones… para no repetirlas.     

10.               ¿Qué sigue para Claudia Marcucetti?

“Donde termina el mar”, una nueva novela, e ir a la playa a inspirarme.

11.                Finalmente, ¿qué fue lo más gratificante para ti al realizar esta novela, realizaste algunas investigación sobre ciertos periodos de nuestra historia?

Fueron muchos años de investigaciones en los más diversos ámbitos: desde la hemeroteca nacional a la biblioteca Lerdo de Tejada, hasta las investigaciones de campo como  la que realicé al brincarme la barda de Río Blanco. ¿Lo más gratificante? Platicar contigo ahora mismo de esta novela.

El primer molino de agua en Latinoamérica, mandado a construir por Hernán Cortés, es protagonista de Heridas de agua, novela de Claudia Marcucetti.

El molino de Santo Domingo, un molino de agua que fue el primero en su tipo, construido en la Nueva España y el cual aún existe hoy día, aunque algunas de sus partes se encuentren en ruinas. Allí persiste, en medio de una maleza de edificios modernos; entre Periférico y Av. Observatorio; entre vivos y muertos; entre realidad y  ficción.

En el siglo XIX, Gioconda Cattaneo, una joven italiana con espíritu rebelde, se casa y viaja a la ciudad de México, que ella imagina exótica. Cuando conoce el molino de Santo Domingo, siente que ha encontrado el sitio de sus sueños, así que decide vivir en él. En ese mismo lugar ella muere en circunstancias poco claras. ¿Se trató de un suicidio, un accidente o un asesinato?  El fantasma de Gioconda se apropia del lugar con más fuerza de lo que lo hizo en vida, mientras intenta aclararse a sí misma cómo terminaron sus días. Del lado de los vivos, encontramos a los personajes que se entrelazan con la historia de Gioconda: su esposo José Crescencio, un noble venido a menos; José Yves Limantour, el flamante ministro del gobierno de Porfirio Díaz, con quien sostiene una relación en la que tienen igual relevancia la pasión y la conveniencia; Fortunato Imana, un entrañable migrante de clase trabajadora, que participa en los movimientos obreros que sacudieron al país. El final de la época porfirista, el estallido de la Revolución, y el final y principio  del siglo  XX, son el telón de fondo de esta narración de amor y desamor, traiciones y lealtades en la que la historia de los personajes como la Historia de México se  repite cíclicamente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *