Edward Thomas. Poesía completa

Edward Thomas. Poesía completa

 

Pre-textos, Valencia, 2012

 

Por Ricardo Martínez

 

 

        La poesía de Thomas se asienta en un período muy fecundo de la literatura europea, cual es la transición entre el siglo XIX y el XX. Y si sabemos que poetas como Auden, Larkin o Brodsky le leyeron con fruición es que su obra viene avalada por su calidad.  Un buen poeta (y tal es el caso de cada uno de los citados) que lee a otro y se interesa por su obra es un signo inequívoco de valor.

 

        Tal vez el poeta siempre se pregunte, siempre nos pregunte. Su obra podría decirse, a veces, que es el resultado del hombre sensible que duda, el hombre inteligente que inquiere. Y la cuestión principal para el lector es que de ello, de cualquiera de sus pesquisas, siempre se deduce enseñanza, siempre supone aprendizaje: “¿Qué harán cuando yo me haya ido? Es claro/ que pasarán sin mí, como la lluvia/ que puede hacerlo sin flores y sin hierba/ que se nutren de ella y allí viven/ Los he visto pasar entre el bullicio/ y en mí no repararon”.

 

        La soledad es ese estado emocional de vigilia donde hasta lo nimio tiene significación. Se trata de reparar en lo cotidiano, de hacer trascendente lo común, lo habitual, para obtener de ello la respuesta que el corazón anhela. Y si el que observa y piensa formula su pregunta con humildad y sabiduría, lo obtenido habrá de ser una forma de bien, una aclaración. “Me giré/ para  ver como desaparecían./ Pero ¿y si en ellos yo, como en mí ellos,/ hice surgir algo valioso al menos?/ Creía que la lluvia ansía un cáliz/ que tan solo se encuentra en una flor,/ hasta que uno se giró y rió”.

 

        Al final, pues, esperanza. La soledad solidaria como compañía.

 

                                            

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