ENTREVISTA A ANDRES NEUMAN

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Por Ignacio Gómez-Cornejo Gilpérez

Realizamos la entrevista durante una tarde cálida de octubre que insiste en llevar la contraria al calendario, queriendo ser abril o mayo, como si la climatología madrileña se disfrazase de  galas de primavera austral, rindiendo así tributo al hispanoargentino Andres Neuman. Como le espeto sin cortapisas antes de la grabación, es un honor recibir a autor tan grande y de tan deslumbrante trayectoria. El sonríe, da las gracias y hace una broma (una broma que conjura instintivamente el pudor que le supone el elogio), es una persona amable, quizá tímida (qué escritor de talento no lo es, qué escritor fracasado no lo es), que acarrea a sus espaldas una obra ya extensa en poesía, cuento y novela, digo acarrea porque el escritor de prestigio prematuro cuenta con la ventaja de su fama pero también con el perpetuo y exigente análisis que se realizará sobre su siguiente trabajo, como así está sucediendo. Gasta un indumento y barba algo jipiosos, como de poeta bohemio fin de siècle o parnasiano trasplantado al siglo XXI, y una mirada diáfana pero no exenta de cierto tul sibilino, como si bregar por los difíciles mundos del periodismo y las editoriales le hubieran obligado a desarrollar un sentido de perenne alarma ante el mundo. Sus respuestas son directas y francas, y uno tiene la sensación de que lo que se le pregunta ya lo hubiese meditado mucho antes de haber sido formulada la pregunta. Andres Neuman, escritor de muchos registros y diversas voces en ocasiones premonitorias, nos habla de aquí de su última novela, Hablar solos, donde se ahonda no sólo en la soledad, en la enfermedad, en el sexo, en la muerte (parece que la estantigua de algunos de sus fantasmas, que con la escritura quisiera exorcizar), sino también en el pasado, en la memoria, y en ese otro tema tan universal y hoy en tan profunda crisis de cambio: la comunicación humana. Andres Neuman, uno de esos raros autores en donde se concilian popularidad favorable y crítica benévola, comparece en esta entrevista con una amabilidad y trato que agradecemos, porque es esa amabilidad del entusiasta que parece mirar las cosas y el mundo como por primera vez.

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