Entrevista a Patricia Esteban Erlés y Sara Morante por «Casa de muñecas»

 

Por Benito Garrido.

 

Patricia Esteban Erlés y Sara Morante se han unido para levantar el maravilloso y estremecedor libro de microrrelatos que es Casa de muñecas (Editorial Páginas de Espuma, 2012). Patricia ha escrito las historias y Sara las ha ilustrado. Hemos recorrido con ellas las habitaciones de esa casa llena de belleza pero también de misterio.

 

P. Esteban Erles. © Sara Morante.

Patricia Esteban Erlés (Zaragoza, 1972) es Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza, y ha publicado hasta el momento tres libros de cuentos: Manderley en venta (Premio de Narración Breve de la Universidad de Zaragoza 2007, y candidato al premio Setenil 2008), Abierto para fantoches (XXII Premio de Narrativa Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal 2008), y Azul ruso (candidato al premio Setenil 2010).  Varios de sus cuentos han sido antologados en volúmenes temáticos como Vivo o muerto (2008), Perturbaciones (2009) o 22 escarabajos (2009), y en antologías como Pequeñas Resistencias 5. Antología del nuevo cuento español (2010).

 

Sara Morante. © Sara Morante.

Sara Morante (Torrelavega, 1976) estudió Artes Aplicadas en España e Irlanda, y ha asistido a varios talleres de litografía de Don Herbert en Arteleku (San Sebastián). Recibió el Premio Nacional de Arte Joven, categoría ilustración, del gobierno de Cantabria en 2008, y sus trabajos han sido seleccionados y expuestos en el IV Premio Nacional de Litografía Ciudad de Gijón 09, Inmersiones 09 y Espacio Zuloa de Vitoria. Ha ilustrado, entre otros, los libros La Flor Roja de Vsévolod Garshín, Xingú de Edith Wharton, Señal de Raúl Vacas y Los Watson de Jane Austen. Asimismo ha realizado diversas colaboraciones en prensa y publicidad.

 

Casa de muñecas. Patricia Esteban Erlés. Ilustrado por Sara Morante. Editorial Páginas de Espuma, 2012. 184 páginas.  17,00 €

 

Patricia Esteban Erlés nos invita a visitar su Casa de Muñecas soñada, una idéntica a las que salían en aquellas películas antiguas protagonizadas por chiquillas ricas, pálidas y desdichadas; algo tan bonito, tan siniestro y tan delicado que parece imposible que exista fuera de la ficción.

Esta Casa de Muñecas tiene un dormitorio con armarios que esconden cosas y parejas que padecen de terror nupcial; un baño lleno de mujeres atrapadas en el espejo; el cuarto de los juguetes retiene a todas las niñas que pudimos ser; y el desván alto y oscuro de esta mansión de juguete, es un rincón maldito donde caben todos los miedos, las fobias irracionales o las criaturas que atormentan nuestra mente. Y hay muchas más habitaciones, más espacios y largos pasillos oscuros. Recorramos esta mansión, conozcamos sus misterios, admiremos su belleza, pero sin olvidar que nos devolverá la mirada. Las casas de muñecas nos miran, se pasan la vida mirándonos.

En su primer libro de microrrelatos, Patricia Esteban Erlés ha logrado una extraordinaria colección en la cual, a lo largo de diez habitaciones y cien textos, se pasean miedos infantiles, ecos literarios, cinematográficos y fotográficos. Una muestra de género fantástico teñido de magenta, repleto de niñas que no crecen, de muñecas con vida propia, de fantasmas y lugares secretos. Un paseo por un “ajuar funerario” delicioso que Sara Morante ha dibujado de  tal modo que sus ilustraciones no sólo complementan los textos, sino que dialogan con ellos, e incluso, por momentos, amplían su sentido.

 

Entrevista:

 

P.- ¿Cómo surgió la idea de escribir esta serie de historias siniestras y estremecedoras? ¿Cómo llegaron a ordenarse en esta casa de muñecas?

Patricia: La idea de escribir una colección de historias siniestras no surgió de repente. Yo tengo una serie de obsesiones recurrentes y temas que me interesan, así que cuando me planteé escribir microrrelatos, sobre todo para facebook, me asaltaran esos temas. De todos esos relatos que escribí, hice una selección de los que tenían una misma unidad temática: la muñeca, la mujer actual enfrentada a situaciones de la vida que se convierten en pesadillas… Relatos que con una atmósfera y un tono vital permitía reunirlos en un solo libro.

 

P.- Está clara la perfecta conexión entre escritora e ilustradora, pero ¿cómo llegasteis a contactar? ¿cómo ha sido el proceso de creación y colaboración?

Patricia: a Sara la conocí porque me habían hablado de su trabajo y en cuanto lo vi me enamoré inmediatamente de sus ilustraciones. Creí que sus dibujos podían encajar muy bien con las historias que yo había escrito, y que le iban a dar una lectura extra o otra diferente. Pero no me atrevía a pedirle que me ilustrase el libro, así que por facebook me empecé a comunicar con ella, y entonces le pedí que me hiciese la portada; para mí eso solo ya me hubiese hecho feliz. Seguimos comunicándonos y empapándonos del trabajo de cada una, hasta que más adelante, con uno de los cuentos que colgué, Las niñas novias, Sara me mandó una ilustración que había hecho para ese relato. Fue en ese momento cuando me planteé que quizás pudiese ilustrar todos los demás. De hecho las ilustraciones habrían sido más si hubiese habido más tiempo.

Sara: y lo mejor es que el editor estuvo de acuerdo y no puso ninguna a traba, sobre todo a mi trabajo que era el que llegaba de nuevas. Hubo un precalentamiento de un año, el tiempo necesario para destilar y seleccionar los cuentos, algo que me permitió seguir con mis trabajos. Después ya todo fue muy eufórico y rápido (como en un proceso gripal muñequil apunta Patricia).

 

P.- ¿Qué es lo que, sobre todo, podemos encontrar en las habitaciones de vuestra casa de Muñecas? ¿Quiénes la habitan?

Patricia: la habitan un montón de mujeres que son Muñecas (de ahí las mayúsculas), como una especie de metáfora, de alegoría de la mujer en cada una de las historias que le toca vivir en su existencia. Desde pequeña juega con muñecas, porque en cierta manera ella va a ser una muñeca a la que le va a tocar participar en diferentes juegos a lo largo de su vida: va a ser la hija, la mujer, la madre, la amante, la traidora, la engañada, la víctima, la verduga… Utilizando el marco doméstico que hasta hace bien poco se le ha reservado a la mujer, le ocurren (en cada habitación) cosas relacionadas con los miedos y las pesadillas que siempre acompañan.

Sara: yo tenía terrores nocturnos ya de pequeña; en la habitación infantil esos miedos se multiplican como algo que no se puede evitar, y eso es algo que en mis dibujos se transmite. El hecho de que los filtros de contenido en mi casa no existían a la hora de leer o ver la tele, liberaban la imaginación. Soy muy afín al código imaginario de Patricia, de ahí que mis dibujos coincidan tanto con sus textos y sus personajes tan a flor de piel. Mis dibujos representa personajes por tanto, muy humanos, algo que puede verse claramente en el realismo de las caras: muñecos incluso con caras humanas que parecen formar parte de la familia.

 

P.- Sara, ¿por qué todo en negro y magenta? ¿Qué técnicas has utilizado en estas magníficas ilustraciones?

El magenta es un color primario que junto con el negro eran los colores que pedía el libro. Me gusta mucho trabajar con estos colores, y dado que el libro ya tiene cierto ramalazo victoriano y gótico nos apetecía presentar un color que no fuese el rojo pues tiene un rollo como más vetusto. De ahí que para buscar la parte más transgresora y punk, que resaltara aún más los juegos ocultos de la escritora, y que también reivindicará el papel de la mujer, decidiéramos usar el magenta. Yo trabajo con tinta, grafito, plumilla, acuarelas… y luego preparo un collage digital con mis propios dibujos, en un formato enorme para conseguir que los dibujos tengan una buena definición, que se aprecie hasta el brillo de los ojos. Normalmente trabajo rápido si estoy muy metida en el proyecto, a veces incluso termino agotada tras el proceso.

 

P.- Patricia tus historias está claro que no dejan impasible. Todas tienen un lado oscuro que puede llegar a estremecer. ¿Cómo lo consigues con tan pocas palabras? ¿Qué te permite el relato o microrrelato que no lo hacen las novelas por ejemplo?

Pues no lo sé. Si el proceso de creación de Sara es febril, el mío es bastante inconsciente. Cuando a mí me suele venir una historia, no me viene completa pero sí en su esencia. Surge la idea y la exprimo; y a partir del momento que tengo la historia completa (rescatada de donde estuviera oculta) empieza la labor del pulido.

El microrrelato es todo un reto para mí. Cuando tienes más espacio para contar, entonces puedes crecerte y extenderte en palabras y temática, pero cuando la historia pretendes que sea muy corta, tienes que llevar a cabo un proceso de jibarización, de esencialización de lo que quieres contar. El microrrelato es como la habitación de una casa de muñecas, donde hay de todo lo que encontrarías en una de verdad, pero a escala reducida.

 

P.- Sara ¿resulta complejo ilustrar historias tan diferentes sin perder un solo punto de coherencia con el eje central del libro?

Cuando trabajo me suelo crear una atmósfera incluso dentro de mi estudio. Me meto de lleno en ese proyecto. Cuando trabajo en la ilustración de un libro estoy muy metida dentro de ese ambiente, de esa atmósfera. No me gusta detenerme para empezar con otro encargo. Es como si me vistiese de algo relacionado con ese libro y que no me lo quito hasta que termino con él. Es algo difícil de explicar. Es una labor muy absorbente que implica el estar volcado de manera casi exclusiva; y aunque tenga que atender asuntos personales sigo enganchada a ese trabajo. La ilustración para mí es como alargar la lectura al papel de dibujo, y eso es algo que me hace sentir afortunada con respecto al resto de los lectores, ya que aparte de leer, puedo añadir cosas de mi propio imaginario y complementar esos huecos que ofrecen las micro historias. El trabajo de Patricia es como una gota que cae, cae, cae… y cuando hace glub, te quedas como impresionada.

 

P.- Terror, desazón, fantasmas… Siniestras y tiernas a un tiempo, ¿reflejan tus historias esa doble cara de maldad, crueldad y sonrisa que solo tiene el ser humano?

Patricia: ya me gustaría. El ser que aprecia la crueldad en todo su valor es el niño, que cuando la descubre es como un vicio. Cuando eres pequeño vives una crueldad que es intrínsicamente infantil. El niño no se impone filtros morales, ni se limita a la hora de actuar, es el ser cruel por naturaleza, todavía no le han enseñado que no está bien ser cruel. Y conforme vamos creciendo nos marcan que esa crueldad es una pulsión que debemos controlar.

Sara ha sabido interiorizar perfectamente lo que yo quería decir, para después trasladarlo al papel, a estos dibujos. Un paso que está claro se ha conseguido con una lectura previa muy buena.

 

P.- Patricia ¿qué distingue a esta colección de relatos de tus anteriores trabajos?

Resulta evidente que es un libro de historias mucho más breves, pero que espero sean igual de intensas que mis relatos anteriores. Este es un libro con atmósfera donde se aprecia una continuidad lógica (no hay ruptura), pero quizás con otro tipo de espacio, de distancia. Me interesan los mismos temas, de hecho las muñecas ya aparecían en mis otros libros, pero aquí lo que he hecho ha sido abrir el cuarto de los juegos y dejar que salgan todas. Aquí les he dedicado todo el espacio que consideraba esas muñecas se merecían.

 

P.- Después de la experiencia, ¿dispuestas a nuevos proyectos conjuntos?

Patricia: pues mira no… (risas)… Es broma, claro que sí. Sara ya sabe que cuenta con mi adoración eterna. Estaré encantada. Cuando encuentras a alguien con quien puedes trabajar tan a gusto, sin choques ni intromisiones, eso es perfecto para un proyecto creativo. El resultado de esta colaboración ha sido un libro que es mucho mejor de lo que yo en mis mejores sueños podría imaginar. Y además todo ha sido muy profesional. Mi criatura ha sido tratada por Sara con la intensidad y seriedad suficiente como para sacar todo lo macabro que ocultaba entre las palabras. Ya siempre hablamos de autora uno y autora dos, pues ya no imagino este libro sin las ilustraciones de Sara.

Sara: para mí ha sido como si hubiese vuelto a la infancia, como un cuento que siendo niña yo tuviese que contar, un juego macabro que me ha permitido sacar toda aquellos sueños que me atenazaban, y poder expresarlos en el papel.

 

P.- ¿Cómo recomendarías este libro al lector novel de tus historias?

Patricia: yo creo que es un libro que reúne mucha cosas que pueden hacer atractiva su lectura. Es un libro objeto muy hermoso: esto es una franja de lector adulto que no solo disfruta con la lectura sino también con una edición cuidada, que sublima viendo un libro que es bonito. Por otro lado creo que es un libro muy bueno para lectores jóvenes: historias cortas y truculentas de digestión lenta que obligan a pensar, y además  es un buen libro de iniciación a la lectura gótica, fantástica o de terror. Y también es un libro que va a gustar mucho a las mujeres pues permite identificaciones inesperadas.

Sara: el ambiente casi victoriano que reflejo da mucha libertad para meter todo tipo de referencias actuales, de ahí que crea que también puede gustar mucho a hombres. Las barbies y pinochos decapitados pueden dar mucho juego a la imaginación. Aquí están mis influencias del cine y demás creadores de imágenes.

 

Muchas gracias a las dos por vuestro tiempo y por vuestras respuestas. Enhorabuena por el libro.

 

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