Serie Directores de Cortos: 9- Javi Giner

 

Por Rubén Romero Sánchez

 

Javi Giner

 

En el salón de la casa madrileña de Javi Giner (Bilbao, 1977) se enseñorea el poster de Annie Hall. Así que me diga lo que me diga a mí me ha ganado. El día que quedamos para la entrevista, cuando llego sigue probando el vestuario a Izan Corchero, el niño protagonista («mi estrella», como lo llama él) de su nuevo corto, El amor me queda grande. Javi nunca para de trabajar. Vive «entre Barcelona y Madrid», ha estado muchos años en Los Ángeles, es de Bilbao y a la vez de todos lados. Hablar con él de Fellini es uno de los grandes placeres que me ha aportado esta serie de conversaciones.

Hacemos la entrevista y me invita a pasarme por el rodaje de su corto. Estoy con el equipo la tarde del lunes 29 de octubre, primer día de rodaje tras cuatro agotadoras e ilusionantes semanas de preparación. Por allí está otro director de los que no hay que perder la pista, Jota Linares: «me ayuda en todo», me cuenta Javi , que no para de animar a todo el equipo, sobre todo a Izan, que tras protagonizar Intruders con Juan Carlos Fresnadillose ha convertido en un más que prometedor actor.

Javi Giner pone todo su ser en cada plano que filma. Y las historias que cuenta son necesarias. No tendrá suerte en el cine. Tendrá la recompensa que merecen su pasión y su talento. Es alguien que ha trabajado con Almodóvar y Coixet. Quizá algún día Almodóvar y Coixet sean los que hayan trabajado con él. No olviden su nombre.

 

Save me lo empiezas con un plano secuencia magnífico. Pero yo me pregunto: ¿es un ejercicio de estilo o como no me marque un plano secuencia no logro hacer nada con mis medios?

– Tiene un poco de las dos cosas. Ninguno de los actores que sale en el corto es profesional, son todos amigos míos. La casa que sale era la mía en Los Ángeles, y está rodado en ocho horas. Evidentemente si fuese a planificar en planos separados me habría metido en una semana de rodaje. También había algo de la chulería que tenía yo a los veinte años y piensas que te vas a comer el mundo, y dices: «si Orson Welles ha hecho uno al principio de Sed de mal, yo voy a hacer uno de seis minutos». Por otro lado, Save me tiene un aspecto visual muy sucio, yo quería que fuese muy cinéma verité, muy reality show, con imágenes muy crudas, sin belleza plástica. El corto para mí estaba diferenciado en tres bloques muy claros: la introducción cómica, el rodaje de una secuencia, y un tercer bloque más dramático, donde se descubría la historia que de realmente contaba el cortometraje. De hecho,el único momento del corto donde hay cortes cinematográficos es en la secuencia del rodaje; el artificio del corte era una forma práctica de diferenciar cuándo estamos dentro de la realidad y cuándo estamos dentro del cine. Así, tiene un poco de todo: rodaje práctico y parte metafórica. Yo en los cortos intento siempre apoyarme en aspectos cuyas claves como espectador no tienes por qué conocer pero que a mí me ayuda.

 

 

Jota Linares

 

– A la mujer la desindividualizas hasta el momento en que se ha convertido en madre, que es cuando muestras su cara.

– Una de las cosas de las que yo quería hablar es de cómo muchas veces la pornografía, no como resultado, sino como proceso, objetualiza a la mujer, hasta el punto de que nosotros no vemos a esa mujer hasta que se convierte en algo que no es un objeto. Esta mujer se convierte en persona con una historia cuando se convierte en madre, hasta entonces ha sido un instrumento, como la cámara o un poste de luz.

 

– Es una manera de tratarla con cariño. Tú siempre tratas a tus personajes con mucho cariño. Las chicas de Nigth Flowers son retratadas con mucho cariño. La escena final del corto, con las chicas, que acaban de recibir una paliza junto al aeropuerto, se van abrazadas de espaldas al espectador, me recuerda al final de Tiempos modernos.

– Me flipa porque eres la primera persona que lo menciona, y realmente no es que esté basada en esa escena, es que está copiada directamente. Es un final chaplinesco. Es cierto que siento mucha empatía por todos mis personajes. Incluso el personaje más negativo de Nigth flowers, el chulo, dice la última vez que lo vemos algo que hace que todo te dé la vuelta. Incluso los grandes villanos tienen detrás una historia y una razón. Las historias maniqueas no me interesan. Las personas no son tan buenas ni tan malas. El blanco y el negro son menos interesantes que los grises. Como creador creo que es necesario que sientas empatía por tus personajes, que los humanices y sobre todo que intentes entenderlos. Si como creador juzgas a tu personaje te estás haciendo un flaco favor a ti mismo y a tu personaje, lo estás acartonando. En el caso concreto de Nigth flowers, yo desde el principio quería hcer un cuento de hadas tragicómico, a lo Chaplin, a lo Fellini. Yo suelto estos referentes así con toda la ligereza, pero es cierto que eran referentes para mí muy presentes cuando desarrollaba la historia. Ellas, las chicas, son travestis, pero están concebidas y dirigidas como si fueran payasos tristes de Fellini. Dentro de este cuento de hadas está esa especie de optimismo triste que tiene Candilejas, Tiempos modernos, el vagabundo de Chaplin. Y también quería hacer un cuento de hadas con elementos que no tuvieran nada que ver con la idea que nosotros tenemos de los cuentos de hadas. Quería que fuese un cuento de hadas muy cerdo, muy punk, muy callejero, muy grotesco… Una de las cosas de las que me siento tan orgulloso es cuando me dice la gente: «jo, es que dicen unas cosas… Pero es tan tierno… Es que todo el día hablando de pollas, de putas, de que si te la come, y es que terminas ydices qué bonito». A mí eso me encanta, porque era justamente lo que quería conseguir. Quería que gente como mi madre, a la que se le ponen los pelos de punta con ciertas partes del diálogo, al final dijera: «qué bonito». Y me pasó. En el estreno se me acerca una chica con su novio, que era un machirulo, el epítome del Marlboro Man. Y me dice quele ha encantado, y que se ha sentido «mogollón como Lula». Y claro, yo me quedé… Pensé: «joder, aquí el Marlboro Man, que me dice que se ha sentido como una puta travesti». Y en ese momento me dije que habíamos llegado al corazón de las cosas, porque el personaje tenía tanta vida que a este tío se le había olvidado que el personaje lleva la polla recogida con un esparadrapo. Yo temía que fuera un corto gay, pero ahí vi que no lo era.

 

– Eso pensé yo la primera vez que lo vi, que el planteamiento corría ese riesgo, que fuera para festivales gays. Pero lo pensé a posteriori, porque viéndolo la historia es tan bonita que no piensas en nada más.

– Yo creo que ese corto lo consiguió. Me ha dado muchas alegrías y sobre todo mucha seguridad para enfrentarme a la nueva aventura.

 

Izan Corchero

 

– ¿Y tú crees que ese tipo de cine es apto para el público español? En la mayoría de los festivales la mayoría de cortos son chistes. Son cinco minutitos, con una gracieta, una ocurrencia, y los tuyos son cortos serios que necesitan una implicación del espectador.

– A mí, por ejemplo, lo del Notodofilm Fest no me parecen cortos, me parecen sketches. Yo diferencio mucho entre un cortometraje y un sketch. Alguno de estos sketches son magníficos, pero es como decir: ¿un tuit es una noticia? Un tuit nunca será una columna de opinión, aunque dé una opinión. Para mí un cortometraje nunca será sólo una historia, aunque cuenta una historia. Entra en una profundidad a la que algo de tres minutos, por pura matemática, no puede llegar. Que si no son comerciales, pues no lo sé; pero te digo que en el país en el que vivimos no los pondrían en televisión. Pero es que no sé hacer otros cortos. Me implico de tal manera en lo que hago que necesito rodar las historias que me apasionen.

 

– Eso es lo que me interesa: si te da igual todo y tú cuentas las historias que quieres contar o si piensas en determinado público.

– Nunca pienso en el público, no. De hecho, con el corto que estoy rodando he pedido subvención durante tres años y me la ahan denegado siempre. Y en una de las ocasiones sé la razón. Me lo denegaron porque no les parecía un cortometraje ético. No es una snuff movie ni pornografía infantil ni nada parecido. No pienso en el público; puedes pensar en él en un sentido prácitco, como si se entenderá este plano o así. Pero no puedes pensar en él en el sentido de si le gustará, porque un público es un monstruo sin cabeza, y nadie sabe lo que funciona. Nigth flowers sobre el papel es una locura, pero se puso en Filmin y ganó el premio del mes; he recibido mensajes que se te caen los calzones al suelo de lo entregada que está la gente con él. Más que pensar en el público hay que ser fiel a uno mismo. Hay cineastas que van de encargo en encargo y tienen un sello personal y lo hacen todo bien y hacen obras d arte; de puta madre, pero yo sería incapaz de hacerlo.

 

 

Un momento del rodaje

 

– En cualquier manifestación artística, si creas algo pensando en cómo va a ser recibido ya no estás creando algo personal, estás creando algo condicionado.

– Y sobre todo es que no te haces ningún favor. El proceso de crear es intentar no mirar más allá de lo que estás haciendo. Una de las realidades del director es asimilar lo que está pasando y tratar de alcanzar esa imagen que tienes en la cabeza y que es la perfección y que nunca consigues. Intentar poner cara a un público es una gilipollez. La historia del cine está llena de películas que han sido locas, por las que nadie daba un duro, y que han triunfado. Por ejemplo El nombre de la rosa, que todo el mundo decía que era una puta locura, que quién quería ver monjes… Tienes que ser fiel a ti mismo y lanzar tu mensaje. Que luego se recoge, pues guay, que no se recoge, pues guay también. Pero es verdad que las películas se hacen para ser vistas; una cosa es no pensar en el público y otra pensar que no hay público.

 

– ¿Cuándo viste tú que tu futuro estaba en contar historias mediante el cine?

– Desde pequeño. Yo con nueve años llegué del colegio y dije que iba a vivir en Hollywood y que quería hacer cine. Yo hacía mis videotecas. El cine ha sido un refugio sagrado que me ha sacado de muchas cosas además. Yo podría vivir perfectamente viendo películas y leyendo libros. El tema de contar historias me ha atraído siempre mucho, además de una manera muy natural. Yo de pequeño pedía libros y películas, pero no de manera repelente. El otro día quedamos en mi casa varias personas del cine y vimos Madagascar 3, o sea que nunca he sido un pedante o un repelente. Yo recuerdo ver Amarcord de manera natural, por curiosidad mía, así conocí a Ford, a Fellini… Recuerdo, por ejemplo, la primera vez que vi muchas películas.

 

Rubén Romero Sánchez y Javi Giner

 

– ¿Y qué directores son tus referentes?

– Joder, odio este tipo de preguntas.

 

– Ya, pero me refiero no a quiénes pueden ser los mejores sino a quiénes tomas como modelo para contar tus historias. Yo a veces tomo como modelos a escritores que no son quizá mis preferidos.

– Sí, yo por ejemplo tengo como referente a Almodóvar, no sólo por su cine sino porque he trabajado directamente con él mano a mano; Fellini; Woody Allen, pero el primero, no el último, el Woddy Allen de Delitos y faltas, Hanna y sus hermanas; Cassavettes; Lars von Trier, que me cae muy mal pero sus películas me fascinan; Haneke, que me apasiona; Sidney Lumet, Billy Wilder, el melodrama de Douglas Sirk… Pero la trinidad serían Almodóvar, Wilder y Fellini. Bergman, por ejemplo, es según la película: hay películas que son insoportables, como Fanny y Alexander, que es un mojón.

 

– Yo en tu cine veo a Fellini y Cassavettes.

– Para mí Fellini era un referente clarísimo en Nigth flowers y nadie de prensa me lo dijo. Yo es que copié cosas sacadas directamente de Fellini. Una de las putas, la gorda maquillada, es la Saratina de Fellini. Todo el mundo veía a Almodóvar y John Waters. Y claro que lo hay: en el momento en que pones a dos putas travestis, sexo y alguien follando en un capó es Almodóvar y John Waters.

 

– ¿Qué te gustaría haber conseguido dentro de unos años?

– Me gustaría haber conseguido una carrera en cine en donde no me hubiese vendido demasiado, haber mantenido mi parcela de libertad. No sé qué significa eso, pero me gustaría no haber perdido la pasión ni las ganas, y conservar una voz. Y me gustaría seguir haciendo cine, sin lugar a dudas. Y es que estamos tan jodidos con la crisis que tampoco me quiero poner a pensar. Ya iremos viendo. Ahora me pillas preparando este corto, y mi futuro es terminar de rodarlo. Hay proyectos después, pero ahora mismo no pienso en eso. De forma vanidosa sí me gustaría haber logrado ciertas cosas. Algo de reconocimiento, pero sobre todo para que eso me ayude a continuar con mi trabajo;  muchas veces los premios no son tanto el hecho de recibir premios sino que el recibirlos te abre puertas.

 

Las fotos del rodaje son de Rocío Ruiz

 

 Ver Nigth Flowers completo:

 

[vimeo]http://vimeo.com/40078461[/vimeo]

 

 

2 thoughts on “Serie Directores de Cortos: 9- Javi Giner

  • el 31 octubre, 2012 a las 1:41 pm
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    Espléndida entrevista. Me gusta leer a los compañeros cuando hablan por directo y demuestran que detràs de las palabras hay ideas, pensamiento. Buenas preguntas, buenas respuestas, y un recorrido cinematográfico que mezcla lo personal con elementos exteriores y crea una ósmosis de gran interés para el lector. Como digo siempre, esta sección de Culturamas es la bomba. Muestra mucho, enseña bien.

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  • el 1 noviembre, 2012 a las 5:18 pm
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    He seguido el trabajo de Javier Giner en todas sus facetas y dejo aquí que soy fanática de él. Sé que está rodando en estos momentos un cortometraje porque le sigo en facebook y tengo la impresión siempre la he tenido, como dices en tu entrevista, de que es un tío que va a ser muy grande.

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