Una historia cultural de Nápoles

Por Mario S. Arsenal.

NápolesLlevaba desde hacía tiempo embarcado en la búsqueda impertinente de una historia de Italia. Mi condición de humanista e italianófilo me empujó a desatender las publicaciones más soberbias y ambiciosas. En realidad no era mi afán el buscar cualquier historia al uso, sino que pretendía hallar un relato intelectual, un relato multidisciplinar, un relato cultural en suma. Y me topé, Dios sabe cómo quizás, con una pequeña editorial granadina llamada Almed. Allí estaba, publicado hace más de un año y medio. Un libro que parecía ser el final de mi sesgada búsqueda, «Historia cultural de Nápoles». A la sombra del Vesubio. Justo lo que quería, una historia intrahistórica sin capítulos crípticos ni abluciones teóricas, un libro en el que disfrutar del pasado con visión de correspondencia en el presente.

Las cotas que me había marcado fueron superadas hasta límites insospechados. La delicia de la lectura y la seriedad del texto me hicieron desconfiar a priori, pero no pude sino rendirme ante una auténtica proeza de la divulgación. Y no por la cierta erudición, que también, sino por la maravillosa síntesis y la perfecta imbricación de los complejos sucesos acaecidos en una ciudad tan paradigmática como bella y misteriosa. No lo digo yo. Lo decían muchos célebres escritores y filósofos romanos como Propercio, que sentía venir a los mil demonios cuando su amada Cynthia se marchaba allí a pasar unos días, o Séneca, que por temor a traicionar su rígido estoicismo no fue capaz de pasar allí un día completo. Todos sabían que la bahía de Nápoles escondía un modo de vida distinto respecto de la península itálica, diferentes costumbres, otro sabor. El emperador Nerón, conocido paladín de la extravagancia (y posiblemente, permítanmelo decir, uno de los primeros dandis de la historia en muchos aspectos), cuando no estaba en la Domus Aurea y el senado quedaba libre de responsabilidades ciudadanas durante unos días, él aprovechaba para acercarse a Nápoles para apaciguar su ansia de belleza y erotismo. Horacio cantó la sublimidad de las tierras napolitanas y Virgilio, el gran Virgilio, compuso allí su Eneida, una de las obras que mayor repercusión ha tenido en toda la historia cultural occidental. Y podíamos seguir con anécdotas curiosas, pero no es éste el lugar más propicio para aborrecerles. No hace falta que nadie se lo lea. Además, este libro habla por sí mismo.

La historia que se nos muestra es la historia de un lugar que fue cruce de caminos comerciales, reducto de varias culturas predominantes, catalizador de costumbres y modos de vida siempre en armonía, en convivencia. Nápoles, digámoslo de una vez, representa el reducto, primero griego y después epicureísta, más latente de Italia, y, para quien piense que las tradiciones no perviven o no se mantienen por sí mismas, que ojee los periódicos para comprobar qué sucede allí hoy día. El acierto de Jordan Lancaster, autora de este libro, es el de ofrecernos el privilegio de señorear un promontorio desde el cual mirar la compleja totalidad de acontecimientos que van sucediéndose a lo largo de la historia. Desde un breve inciso sobre la época medieval, recorre pasajes de la historia aragonesa de Nápoles, el larguísimo paréntesis borbónico hasta llegar a la Nápoles plenamente italiana con la firma del plebiscito de 1860 y la descomposición como Reino de las Dos Sicilias.

Quizás el único pero a mi entender sea el abuso indiscriminado de las fórmulas legadas por Benedetto Croce. Entiéndanme, no se trata de invalidar un texto porque siga a pies juntillas otro más poderoso ni porque el autor en cuestión esté desfasado, en este caso es justo al contrario, pero con ciertos matices. Un ávido lector puede darse cuenta con facilidad del enfoque marcadamente epistemológico que quiere dársele a asuntos que son más ligeros de lo que son dibujados. Como Croce, en definitiva. Pero por lo demás, podemos decir con seguridad que se trata de una de esas historias que merece la pena disfrutar, en las que fantasear recreando pasajes y paisajes (en Nápoles entra todo), una muestra de que la erudición no ha de ser necesariamente inaccesible al gran público.

Quizás un día, tal y como reza el dicho, vemos Nápoles y morimos ipsofacto. Aunque mucho lo dudo después de haber leído este libro, pues, en todo caso, habremos muerto precisamente en la última página.

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Historia cultural de Nápoles. A la sombra del Vesubio

Jordan Lancaster

Ed. Almed, 2011

280 pp., 22€

 

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