Entrevista a Martí Gironell por "El último abad"

 

Por Benito Garrido.

 

Martí Gironell (Besalú, 1971), se ha preparado y documentado a conciencia para escribir esta su cuarta novela, El último abad. Escritor y periodista, Gironell se ha consolidado como autor de novela histórica: El puente de los judíos (2007), La venganza del bandolero (premio Néstor Luján de novela histórica 2008), y El arqueólogo (2011) le respaldan. Como periodista, actualmente trabaja en los servicios informativos de Televisió de Catalunya y colabora como articulista en los diarios El Periódico y El Punt.

 

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Portada de “El último abad”.

El último abad. Martí Gironell. Editorial Suma de Letras, 2012. 400 páginas. 

 1554. El monasterio benedictino de Sant Benet se hunde en la más ruin miseria. Como él, muchos otros monasterios catalanes van también a la deriva, una situación que beneficia las ambiciones del rey Felipe II. Sin embargo, el nuevo abad de Sant Benet, Pere Frigola, indignado por la situación crítica e injusta que encuentra, cree que existe una solución y se plantea el reto de hacerlo resurgir de sus cenizas cueste lo que cueste y a pesar del peligro que ello puede conllevar.

Esta es la historia del monje que plantó cara a la corona y a la Iglesia. Intriga y suspense, vida y muerte, amor y odio se mezclan en una novela que retrata los estragos de la corrupción política, religiosa y social en la segunda mitad del siglo XVI, así como la situación precaria de un pueblo devastado. Una novela que nos asoma a las tradiciones, al arte, a los viñedos, a la gastronomía, a las relaciones y a los intereses enfrentados existentes en el momento del renacimiento de uno de los monasterios con una historia más convulsa.

 

Entrevista:

 

P.- ¿Cómo surgió la idea de escribir este thriller ambientado en el siglo XVI?

Surgió cuando me estaba documentando para El arqueólogo, mi anterior novela, la historia de un monje de Montserrat que a principios del siglo XX viaja a Tierra Santa y Mesopotamia en busca de piezas para el futuro museo bíblico del monasterio. Pues bien, para documentar mejor la historia de este hombre tuve que acceder al archivo de Montserrat, y vi que este monasterio absorbió el de Sant Benet de Bages cuando fallece el último abad, Pere Frigola, todo un personaje pero con mayúsculas. Plantó cara a Felipe II y a la Congregación para la Observancia de Valladolid para evitar que éstos ejerciesen el control sobre las abadías catalanas y por tanto, sobre los pueblos. Un hombre que no creía en el modo que se estaban llevando las cosas, y decidió enfrentarse a todo (en plan solo ante el peligro) con el fin de bloquear la política anti-catalanista de la corona. Ese conflicto histórico entre Cataluña y Castilla, y ese personaje tan peculiar, me atraparon y pedían que escribiera su historia.

 

Martí Gironell. Foto © El Punt.
Martí Gironell. Foto © El Punt.

P.- Periodista en diferentes medios y escritor de novela histórica. Supongo que para ti el lenguaje es algo tan importante como la misma trama histórica.

Doy mucha importancia a la lengua. Yo que juego a menudo con expresiones del catalán más popular y además vengo de los medios de comunicación, quiero que se me entienda y que se me lea, pero eso no quiere decir que pueda descuidar la lengua, todo lo contrario. Intento conseguir un leguaje ágil y muy próximo, que permita conocer expresiones, adjetivos, incluso oficios perdidos con su propio léxico. Me gusta reivindicar el hecho de trabajar con las palabras, y el diferente tratamiento que tiene cuando escribo para un medio de prensa, que cuando escribo para publicar un libro. La interpretación posterior del lector también es diferente. A través de los libros llegas a una comunicación con el lector mucho más directa e intensa que por otros caminos; con las nuevas tecnologías existen grandes posibilidades de interacción con el lector.

 

P.- Consigues en tu novela hacer un completo fresco de la Cataluña medieval. ¿Entretenimiento y labor pedagógica son buenos aliados en una novela como esta?

Creo que sí. Muchas veces es lo que busco, intentar coger de la mano al lector para sumergirlo en la realidad de una época, que pueda ver como era la gente y como vivía. Y a partir de las historias personales, con minúsculas, intentar entender la historia con mayúsculas. Los grandes personajes ya tienen sus novelas y sus biógrafos. Para mi es más importante el acercamiento a la gente normal y corriente que luchaba por sobrevivir, por amar, por crecer. La trama a través de esa visión, de esa realidad es quizás más cómplice del lector pues se trata de personas que eran como él, aunque viviesen quinientos años antes.

 

P.- Imagino una labor de documentación ardua e intensa. ¿Qué ha sido más duro en este caso, el trabajo de documentación o el de escritura del relato?

Disfrutas más escribiendo. Aunque también es interesante cuando te vas encontrando con según que inputs y te planteas los posibles juegos que puede darte aquello de cara a la trama. Aunque estés haciendo novela histórica, no quita que en el fondo es ficción, que estás recreando asuntos que deben ser lo más verosímiles posible. De ahí que si tienes documentación contrastada puedes estar más seguro de la verosimilitud de lo que estás escribiendo.

 

Sant Benet.
Sant Benet.

P.- Intriga, muerte, corrupción política y religiosa… Si no fuese por el momento histórico, podríamos hacernos a la idea que también podría ocurrir en la realidad actual.

Sí. En el libro hay diálogos que podrían estar sacados de cualquier tertulia actual. La historia se repita y aquí está la muestra. La corrupción es un mal que se ha repetido continuamente, incluso ha ido a más. Y lo peor es que afecta a todos por igual, seas político, rey, abad, fraile, o un pequeño alcalde de pueblo. Todos tenemos debilidades y nuestro lado oscuro, aunque intentemos arrinconarlo; es algo intrínseco al ser humano. El tema conectará mucho con la gente pues creo que todos alguna vez nos hemos visto en la tesitura de tener que traicionar nuestros ideales o nuestra forma de pensar. Esto pasaba hace quinientos años y sigue pasando ahora. A algunos les tiembla más la mano y a otros no tanto.

 

P.- Personajes atractivos y bien definidos. ¿Qué te atrapó primero: el personaje del abad Frigola o las circunstancias históricas? ¿dónde se unen realidad y ficción?

Como te decía antes, ambos me atraparon a la hora de escribir su historia: el conflicto de los monasterios y la fuerza de un personaje con tanta personalidad. Por otro lado, intento que realidad y ficción convivan en mis historias. La vena periodística me obliga siempre a aclarar al final de mis libros qué es cierto y qué no, qué forma parte de mi imaginación y qué es rigurosamente histórico. La cuestión es hacer un buen encaje (que lo que no sea real pueda parecer verídico) que no llegue a  distorsionar la lectura, para que ésta siga siendo ágil y enganche. La labor de documentación en estos casos es clave, pero tampoco debe notarse demasiado; que sirva para escribir sobre un tema concreto que el lector desconoce, acercándoselo y mostrándoselo. La pericia o el oficio está en saber encontrar ese término medio: que el lector llegue a aprender del tema, pero sin que en ningún momento sienta que el escritor está por encima de él, sino a su lado (en el mismo plano), tomándole de la mano para pasear juntos a lo largo de esa historia.

 

P.- ¿Qué queda hoy de aquellos monasterios benedictinos que tuvieron tanta repercusión histórica?

Nada, no queda nada. Existe algún monasterio como el de Montserrat, pero no tiene la trascendencia que tuvo en su momento. Antes, los monasterios no solo eran centros de recogimiento sino también de poder. Las personas consultaban al abad incluso a la hora de hacer justicia. Los fieles cuando morían entregaban sus posesiones al monasterio para que se rezase por su alma. Así, poco a poco, los centros religiosos se convertían en señores feudales que iban adquiriendo poder hasta a nivel político. De toda aquella importante influencia hoy ya no queda nada. La Iglesia siempre ha estado ligada a intereses políticos y económicos, pero actualmente ha pasado a formar parte de un plano mucho más secundario en la realidad que vivimos.

 

Sant Benet.
Sant Benet.

P.- Para escribir esta novela has estado viviendo durante un año en el monasterio de San Benet, escenario de tu libro. ¿Qué te ha aportado a nivel personal y profesional esta experiencia?

Me ha aportado no solo la tranquilidad para poder escribir, sino también tener contacto con personas del territorio que te nutren de mucha información, sobre todo aquella que no está en los libros, la que se cuenta y ha pervivido a través del imaginario popular. Contacté con gente que te cuenta como era el entorno antes y ahora, con estudiosos que te avanzan las luchas del abad del monasterio, como autoridad moral y política. Toda esa información y documentación es básica para luego avanzar en una escritura coherente de la novela. También me sirvió para captar la esencia misma del territorio donde se desarrolla la historia, y aprehender detalles que de otra manera te hubiesen pasado desapercibidos.

 

P.- ¿Qué crees que aporta hoy en día la novela histórica al lector para que tenga tanto éxito?

Al menos lo que yo pretendo es que el lector sepa de donde venimos, qué pasaba cuando nosotros no estábamos aquí. Conocer esos antecedentes te da la seguridad de que, por un lado, no vas a cometer los mismos errores que se cometieron en el pasado, y por otro, puedes comprender el presente para que el futuro sea un poco mejor. Conseguir esto a través de una novela histórica, aparte de entretenimiento, te da otro punto de vista, incluso la capacidad de conocer en profundidad el asunto. Finalmente cogerás lo que quieras de esa novela, en función de la receptividad que tengas como lector, pero sabrás más. Y ese punto de curiosidad histórica, de saber qué pasó cuando no estábamos todavía en el mundo, es el que empuja el éxito de la novela histórica.

 

P.- ¿Nuevos proyectos de los que puedas hablarnos?

Siempre tengo nuevos proyectos, y muchas historias por contar. Soy un culo de mal asiento. Pero acabo de ser padre y eso ya me está dando suficiente trabajo. Si concreto algo más, tengo un par de proyectos, uno de ellos muy avanzado, muy documentado y con una trama bastante entera. Entre biberones y pañales procuraré hincarle el diente para quizás en par de años poder darle salida. Sí te puedo decir que se trata de novela histórica, pues es un campo en el que me siento cómodo a la hora de escribir. Y creo que a los lectores les gusta también.

 

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