Primeras digestiones del Primavera Sound

Por Nil Rubió

Han transcurrido dos de los tres días más intensos del festival, con una maratón musical inigualable por variedad y calidad, en medio del entorno marítimo del Fòrum, en un recinto más extenso que nunca. Hecho que mantiene las maltrechas piernas de los asistentes que no se fidelizan con unos pocos escenarios, en tensión (y dolor) constante. Bendito dolor. La masiva afluencia de gente no repercute excesivamente en la movilidad, siendo el escenario Heineken, con sus cabezas de cartel congregando a miles, allí donde el apogeo colectivo de la masa se siente con más fervor, y obliga algunas veces a aplaudir y vitorear pegando codazos a tus vecinos, contribuyendo a la comunión violenta en sociedad.

Blur 06 Eric Pamies
Blur en éxtasis, por Eric Pàmies

Esto sucedió con Blur la noche del viernes, probablemente el primer y único momento de verdadera celebración festiva popular de proporciones sísmicas que se erigirá en la edición de 2013, aunque no fue continuada. Hacía tiempo que no bajaban como grupo a Barcelona, y Damon Albarn se mostró predispuesto y agradecido, invitando al público a observar momentáneamente la luna casi llena que se alzaba sobre el mar, comunicativo, entregado, mientras Graham Coxon se comportaba como un loco con la guitarra, cuando la canción lo permitía. Vinieron con coros, vientos y bases electrónicas, sonaron estupendamente en la mayor parte del concierto (Song 2 por contra, en directo nunca suena verdaderamente llena, lo que el público ya se encarga de solventar) y casi todos sus clásicos (Girls And Boys, Tender, Parklife, Coffee & TV, End Of A Century, The Universal, Beetlebum, Country House…), en un setlist que no fue al grano (el que van tocando desde la reunión) llevaron el público a la euforia, pero de forma irregular. Un concierto de retorno después de tantos años, acostumbra a pedir a un grupo con la variedad de sonidos que atesora, a seleccionar lo más reconocido y a poner toda la carne al asador, y no terminó de ser el caso, aunque cuando se centraron plenamente en sus fuerzas y no en el que se intuye una dirección futura, reclamaron con pleno y sobrado derecho su condición de grandes. The Jesus & Mary Chain, unas horas antes, sonaron destripados, distorsionados, punzantes y ambivalentes como siempre, cumplieron el expediente sin ningún tipo de pasión o fingido interés y dieron todos sus clásicos al respetable, desde su característica, y «perfeccionada» con el tiempo, pose de indolencia, lo que gustará poco o no importará, pero las canciones antológicas emergieron como píldoras nostálgicas que iban sucediéndose de una banda que tocaba  por inercia, bañados en la luz de la cruz que presidía el escenario.

The Jesus and Mary Chain, por Eric Pàmies
The Jesus and Mary Chain, por Eric Pàmies

El viernes fue el día en medio del viento, que dio una sensación de frío que seguro que encantó a los amigos británicos que se desplazan en masa para ver a sus grupos coetáneos, creando un ambiente nada mediterráneo y más continental que cambió radicalmente el vestuario del respetable desde el más temperado jueves. En medio de los arrebatos del aire, pocas fuerzas lograron un cambio climático como éstos grupos, de los que la semana siguiente desgranaremos todos los detalles.

Unos ejemplos: Neurosis: Aplastante metal pesado, infernal, su fuerza: arrolladora. Shellac: Albini y los suyos. Transmitieron mucho más, junto con energía y determinación con su propuesta ultra del minimalismo rockero, que unos Django Django muy bailongos pero bastante dispersos, que no terminaban de llegar allí donde sus largos desarrollos electrónicos y selváticos prometían. Honeybird & The Birdies, bizarrería funky folk al lado del mar, una auténtica personalidad. Nick Waterhouse, soul y rock del más puro y sin adulterar, levantó más al público que el propio viento. Solange, la hermana de la otra Knowles, musa indie que ofrece mucho con su combinación de soul, R&B, funk… James Blake, y su innegable personalidad, que más que un concierto, construyó un ecosistema alrededor de su pop electrónico con este soul suyo tan peculiarmente transfigurado.

Savages 01 Dani Canto
Savages, por Dani Cantó

Todo, tras un jueves donde las seis cuerdas percutieron de forma implacable. Savages, aún con la muerte técnica de una de las dos guitarras que utilizaba su guitarrista, aumentaron exponencialmente el impacto de su ya de por sí gran disco, con un directo tremendo, sacando su vertiente más punk que post. Metz, empezaron un tanto ahogados, pero su brutal rock entre los primeros Nirvana y Refused, cuando cogieron el ritmo en la segunda canción, entusiasmó al público. Sudor y distorsión ensordecedora. Apabullantes. Tame Impala conquistaron al público con su lisérgico sonido, que ganó cuerpo y potencia en directo, impresionando más que en su disco. Dinosaur Jr. dieron otro recital tirando del mejor repertorio, llenando con su sonido del que tantos aprendieron el amplio espacio del Escenario Primavera. Bob Mould salió con ganas de comerse el mundo y puso mucho Sugar en su actuación, directo y sin concesiones.

Para hoy, no hay menús que valgan. Se espera un gran festín. El huésped, maestro de ceremonias, gurú de la cocina, nos espera alrededor de las once y media de la noche. Nick Cave y los Bad Seeds que le acompañan, son sin duda, uno de los platos más fuertes, y ya es decir, de la edición más bien cargada de todas las del festival. Sin contar con que My Bloody Valentine contribuirán a terminar la velada del Escenario Heineken, llevando su inigualable sonido y su aura mítica, ya entrando en la madrugada. Con la ausencia de Rodríguez y Band of Horses, aún hay un buen puñado de propuestas en las que perderse en las horas previas o durante los citados: los míticos Wu-Tang Clan, The Babies, Crystal Castles, Antònia Font

A la parrilla: http://www.primaverasound.es/horarios?f=&d=4&l=forum

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