Claves para leer a Mo Yan, Premio Nobel de Literatura

Más allá de si el Nobel de Literatura 2012, de nombre real Guan Moye, es o no cercano al poder comunista de China, la pregunta es si los lectores de todo el mundo deben interesarse en su obra y por qué. Esta semana empezaron a llegar las primeras novelas a Colombia gracias a tres traductores radicados en España quienes le explicaron a El Espectador el alcance de una narrativa que, según ellos, dice mucho más sobre ese régimen y esa sociedad que el significado de su irónico nombre literario: Mo Yan, “el que calla”.

“Directo y sin concesiones”

Carlos Ossés, graduado en filosofía y letras, filólogía inglesa y doctorado en traducción de la Universidad de Valladolid, ha traducido libros para 16 editoriales y es profesor de idiomas radicado en Barcelona.

“Traducir a Mo Yan es una enorme satisfacción personal y profesional; con toda seguridad, es lo máximo a lo que un traductor puede llegar a aspirar. En cualquier caso, los traductores solo somos vehículos de la genialidad de otros y ahí debemos quedarnos. Es el premio a un autor y eso no te concede automáticamente el Nobel de Traducción.

La obra me llegó a través de la Editorial Kailas, que es la que ha publicado algunas de sus obras en España. Se merece que su apuesta por un autor prácticamente desconocido haya dado sus frutos, porque es una editorial independiente que se ve obligada a competir sin muchos medios contra las grandes editoriales con las únicas armas de su buen ojo y su exquisito gusto literario. Les agradezco de corazón que me hayan permitido conocer su obra de primera mano.

Traduje primero “Las baladas del ajo” (2007). Desde el primer momento me fascinó. Su lenguaje es directo, sin concesiones y, aunque su apariencia sea tan cruda, su esencia no deja de estar llena de poesía. En cualquier régimen totalitario las pasiones tienen poca cabida. Y eso es precisamente lo que les sucede a los protagonistas de esta novela, cuyo amor resulta imposible, tanto por la influencia de las antiguas tradiciones feudales que todavía transpiran en la china rural de la novela como en las imposiciones del régimen comunista que les toca vivir. Son unos Montesco y Capuleto trasladados a la China rural.

Luego traduje “La vida y la muerte me están desgastando” (2008), una novela que no te deja indiferente. Satírica, aguda, crítica. Puedes reírte, llorar, sufrir… todo a la vez. Es una original radiografía de la China del siglo XX en donde la ambición y la crueldad del hombre siempre acaban sacando a la luz lo peor de nosotros, sea cual sea el modelo de gobierno que impere. Aunque esta obra, a diferencia de Las baladas del ajo, deja una puerta abierta a la esperanza, a un futuro mejor.

Encuentro muchas semejanzas en cuanto la creación de mundos fantásticos mezclados con la cruda realidad, y de ahí su influencia con Faulkner y García Márquez. Tal vez las diferencias se perciban más en que adapta esa fantasía a la realidad política y social propia del país en la que se desarrolla esta obra. Es evidente que Mo Yan no reniega de la influencia de García Márquez en su obra. La mezcla de mitos como el averno y la reencarnación con la cruda realidad de la China del siglo XX es una prueba de ello y, al igual que sucede en el realismo mágico, es una mezcla que no resulta en absoluto conciliadora.

Mo Yan es un autor crudo, que no permite que la retórica le aparte del mensaje que pretende transmitir. A veces, sus descripciones fisiológicas de todo aquello que tiene de desagradable el ser humano recuerdan a Swift. Sin embargo, en su conjunto, consigue que el todo de la obra resulte poético y eso es lo que me resultó más fascinante de él. Te lo pone muy fácil a la hora de plasmar todo lo que quiere transmitir, aunque se trate de una cultura tan distinta y lejana. En ese sentido, es una joya para cualquier traductor.

He traducido también a Nadine Gordimer y Joyce Carol Oates. Ambas autoras, al igual que Mo Yan, plasman en su obra una fuerte crítica social y una lucha de clases, pero sin tanta violencia como Carol Oates. Tampoco existe una lucha étnica, interracial, como en el caso de Gordimer, aunque su estilo es igualmente sobrio. Tal vez su principal diferencia sea la ironía y el fino sentido del humor que se desprende en obras como La vida y la muerte me están desgastando.

En cualquier caso, es un honor haber podido traducir a dos Premios Nobel. Eso colma los sueños de cualquier traductor. Traduje un librosobre la huella que dejó Zheng He y sus descendientes en toda la costa del Índico, incluidos los países de tradición árabe. No solo fue una hazaña de enormes proporciones, sino todo un intercambio cultural y étnico. Las fotografías de los mineros de azufre en Indonesia, de los rituales budistas en Indochina o de los campesinos de Vietnam o de Camboya podrían servir perfectamente de inspiración para una estupenda novela de Mo Yan”.

“Un mundo complejo”

Mariano Peyrou, escritor nacido en Argentina EN 1971 pero radicado en España. Autor de siete libros de poesía; invitado al Festival Internacional de Poesía de Bogotá 2005; músico, sociólogo, especialista en Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid. Traductor de la novela ‘Grandes Pechos, amplias caderas’ (Mo Yan, Kailas Editorial, Madrid, 2007).

“La obra de Mo Yan es amplia y rica, y en ella conviven –a veces en paz, a veces con violencia- elementos heterogéneos; se trata de un autor que, como suele decirse en estos casos, ha creado un universo propio, un mundo tan complejo como pueda imaginarse.

En una de las dimensiones más llamativas de su obra, Mo Yan da cuenta de los procesos históricos de China a lo largo del siglo XX. Orientado sobre todo a las regiones rurales, relata minuciosamente las consecuencias que tienen los principales cambios de modelo socio-político en comunidades muy alejadas de la toma de decisiones. En claro contraste con este enfoque narrativo, las enrevesadas peripecias de los personajes están marcadas por toda clase de pasiones desmesuradas y en ellas intervienen constantemente elementos mágicos y oníricos. Las fronteras entre lo real y lo fantástico se borran tanto en el plano de la acción como en la mente del lector, que acaba aceptando que el relato del Gran Salto Adelante pertenece a la misma categoría ontológica que los que proceden de la mitología o los delirios individuales.

Los personajes de estas historias están fuertemente marcados por su pertenencia a un linaje y soportan el peso de una tradición familiar, y sin embargo, cabe en ellos una enorme dosis de libertad, de arbitrariedad; están muy condicionados pero al mismo tiempo tienen la capacidad y la audacia de seguir sus impulsos. Son, en cierto modo, seres “naturales” en un contexto sumamente limitado por lo cultural.

En los libros de Mo Yan asistimos a episodios de una crueldad extrema y de una infinita ternura; hay lugar para la ingenuidad y para el escepticismo, para lo cómico y para lo trágico, para un vitalismo despreocupado y para la angustia existencial. En este sentido, es fundamental el tono neutro y desapasionado del narrador, que mantiene todos estos elementos en un difícil equilibrio gracias a una distancia que da a entender que, aunque nos esté contando cosas de lo más inverosímil, a él no le preocupa ni por un momento que nos las creamos o no. Incluso parecería que tampoco él se las cree del todo. Ésa es, quizá, la cualidad más atractiva y valiosa de esta obra: por su textura mixta, por los polos contrarios que sintetiza, funciona como una leyenda.

Al margen de su rigor sociológico, de su capacidad de análisis psicológico y de su vuelo imaginativo, o tal vez gracias a todo esto, los textos de Mo Yan operan en nosotros como si fueran narraciones fidedignas de un espacio y un tiempo a la vez exóticos y cercanos. Y como creemos en sus personajes y en sus aventuras, los convertimos en reales”.

“Es tan mágico como su prosa”

Cora Tiedra García, nacida en España en 1982, máster en traducción e interpretación de la Universidad de Sydney y en publicaciones de la Universidad de Salamanca, Pre-PhD en literatura de la Univesidad Complutense, profesora de idiomas.

“Un sueño hecho realidad. Todavía recuerdo cuando Marta Alonso, Coordinadora general de Kailas, y yo fantaseábamos con este día. «Imagínate si se hiciera real, Cora», me decía, «el teléfono sonando, entrevistas… sería increíble…». Nunca pensábamos que fuera a suceder. Bueno, en realidad sí lo pensábamos, pero no en esta vida. Es sin lugar a dudas lo mejor que nos podía pasar, a Kailas, a mí personalmente como editora y traductora y a los lectores, porque Mo Yan es único. Fue gracias a Ángel Fernández Fermoselle, dueño de la editorial. Quería apostar por literatura china y así nos adentramos en Mo Yan. Sí, tuve la suerte de conocer a Mo Yang en 2008 cuando lo trajimos a España con el lanzamiento de Las baladas del ajo. Es una persona tan mágica como su prosa.

Mi teoría es que si lees a Mo Yan te haces fiel. Entras en su mundo y te atrapa. Serás un lector incondicional. Traducir “La república del vino” en 2010 es la experiencia más intensa y gratificante como traductora. Mo Yan es tan complejo y a la vez tan simple, tan terrenal y a la vez tan alegórico que tienes que vivir su prosa para poder traducirla. Estuve encerrada sin salir de casa meses hasta poder terminarla. Luego traduje “Shifu, harías cualquier cosa por divertirte”, un buen aperitivo para adentrarte en el universo de Mo Yan. Son una serie de relatos maravillosos que te sumergen en el simbolismo de Mo Yan, en su humor, crítica y mordacidad. 

Mo Yan es Mo Yan y destaco su capacidad de crear su propia «voz», su propio sello, su propio universo… eso solo lo consigue un Premio Nobel. Su mundo descriptivo, alegoría y creación de personajes. Es tan real y a la vez tan irreal… Es ÉL.

Es cierto de que a veces es tan abstracto como terrenal. Te envuelve, descoloca, te transporta a unas escenas completamente ajenas, completamente vivas… Hay que leerlo

He traducido a Joyce Carol Oates y creo que ella y Mo Yan comparten el don de poder transportarte a escenarios completamente únicos y a una crítica del ser humano estéril e implacable. Obviamente Mo Yan plasma además un mundo y una cultura oriental completamente desconocida para muchos de nosotros… las costumbres, los colores, los olores, la descripción de la comida, las relaciones… y el humor…el humor chino es muy característico y con mucho sabor.

Es cierto que Mo Yan tiene un poco de todos y de ninguno. Joyce, Faulkner, Márquez…. todo se mezcla en su prosa… todo se difumina para crear la VOZ que insisto diferencia a Mo Yan. Él es único y tiene su propia voz. Ahí está su mérito.  Mi última experiencia con fue “Rana”, editada por nosotros y traducida del chino por Yifan Li. Fue muy enriquecedor y un trabajo intenso. Siempre comentando, aclarando… aprendiendo día a día de las costumbres chinas y tradiciones”.Fuente: El Universal

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