Duelo de egos

 

Por INMA GÓMEZ REYES

La segunda temporada de la serie regresó el pasado lunes a TVE con un gran duelo de egos entre Fernando e Isabel, interpretados por unos excelentes Michelle Jenner y Rodolfo Sancho sobre quien manda más en Castilla.

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El capítulo arranca con la recreación a modo de escena del famoso cuadro de Francisco Pradilla, La rendición de Granada, y rápidamente regresamos a modo de flashback justo al final de la primera temporada al momento en el que Isabel se autoproclama reina de Castilla sin la presencia de Fernando para mostrarnos las consecuencias…

La más inmediata es el enfado de Fernando que al recibir una carta del Arzobispo Carrillo poniéndole al tanto del atrevimiento de su mujer, se toma como afrenta personal el que su mujer se haya autoproclamado Reina sin su presencia y se pasa todo el capítulo con una indignación que va en aumento.

De regreso a Castilla, Fernando para en Turégano para que sus tropas repongan fuerzas pero lo que se suponía iba a ser algo puntual se acaba dilatando en varios días. La tardanza de Fernando inquieta a Isabel que sabe que le está devolviendo el no haberlo esperado para proclamarse Reina.

En este capítulo se pueden ver los dilemas morales que tiene Isabel ya que si se conduce como una reina con carácter su matrimonio puede resentirse, pero si no lo hace sus contrarios, los partidarios de Juana pueden declararse en rebeldía y eso no piensa consentirlo. Después de mucho darle vueltas, Isabel decide que se ha de comportar como una reina y prohíbe la entrada a su marido a Segovia con la excusa de que no puede permitir su entrada en la ciudad sin ser recibido como merece, por lo que hace que Fernando acampe ante las puertas de Segovia lo que agrava el enfado de su marido.

Fernando quiere ser tratado como rey en Castilla y lo único que recibe es el tratamiento de esposo o consorte de la reina lo cual lo enfurece constantemente. Por su parte, Isabel se hace valer que Castilla es suya y que la Reina es ella. Ambos personajes mantienen un pulso constantemente por ver quien es superior al otro, hasta que se dan cuenta, gracias al malmeter del arzobispo Carrillo (maravilloso Pedro Casablanc), de que sus egos no pueden entorpecerles en su hacer como reyes. Finalmente, Isabel accede a que su esposo tenga tratamiento de rey y pueda impartir justicia en Castilla, aunque ella no pueda hacer lo propio en Aragón.

Por su parte el arzobispo Carrillo que había tanteado al rey de Portugal para saber si invadiría Castilla a favor de Juana, acaba por jurar lealtad a Isabel. Carrillo al igual que su sobrino, el fallecido Juan Pacheco, en realidad lo que hace es mirar por su propio bando que no es otro que él mismo. Cuando se descubre que hay preparada una rebelión contra Isabel y que él anda en el ajo decide ya sí con todas las cartas y acompañado de Diego Pacheco, hijo de Juan, presentarse en Sintra ante el Rey de Portugal y ponerse del lado de Juana.

La semana que viene asisitiremos al inicio de lo que se ha denominado como la guerra de sucesión castellana entre los partidarios de Isabel y de Juana.

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