Nieves Chillón

Nieves Chillón Orce

 

LA POESÍA DE NIEVES CHILLÓN

  

Por Jorge Díaz Martínez 

 

La poesía de Nieves Chillón muestra sobre la base de un discurso cuidado y personal, y a través de una paleta de símbolos místicos y paganos, una serie reconocible de heridas y cicatrices, que son las propias del sujeto contemporáneo. La confusión de la infancia y la edad adulta en el interior de la conciencia, la pérdida dolorosa de las nociones idealizadas del amor y la divinidad, la experiencia de la cultura como un envoltorio de plástico que nos ahoga, la merma del sentido de identidad, añadiendo las preocupaciones relativas a la escritura como creación artística, todo ello viene a combinarse en sus poemas, pero dejando sitio también a momentos de elevación y conmoción amorosa o contemplativa, en muchas ocasiones asociados a la vinculación con la naturaleza y sus ciclos, tal vez como única medicina capaz de reconectar con la propia naturaleza humana -además de la poesía, por supuesto-.

 

 

Nieves Chillón nació en Orce (Granada) en 1981.  Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Granada y actualmente es profesora de educación secundaria de Lengua Castellana y Literatura.

En 2004 edita su primera plaquette, La hora violeta (Colección Granada Literaria, Ayuntamiento de Gr.) y en 2006 Morning Blues en la editorial Cuadernos del Vigía. Con La canción de Penélope ha obtenido el XIX Premio de Poesía Mujerarte (Ayuntamiento de Lucena, Córdoba, 2011) y con Rasguños el I Premio de Poesía Jorge Manrique y Vinos de Uclés 2012 (Vitruvio Ediciones, 2013).

Ha participado en diversas obras poéticas conjuntas, en festivales -poeta emergente en Cosmopoética 8, (2011)- o en antologías como La vida por delante. Antología de jóvenes poetas andaluces, Ediciones en Huida, 2012.

 

 

Paisaje_

 

Si Mahmud Darwish contemplara estas tierras

no perdonaría nuestra oración apátrida.

Porque somos del aquí mientras tú eres del aquí

y del allí; no somos del azar.

 

Nuestro cuerpo va llegando a la última

de sus cuatro estaciones

sin conocer el hambre verdadera,

la que decimos sentir a menudo.

 

Amar. Romper. Todo vacío.

Yo miro este paisaje y te repito árbol a árbol

y árbol a árbol renuncio a ti gritando.

 

Si Mahmud Darwish volviera nos diría: amaos,

cuando todo se quiebra, amarse no debe ser un secreto.

Me pregunto cuando miro estos muros

cómo concretan las teselas la luz

y si tú la buscarás en mi cuerpo

como el mar a las luciérnagas del estrecho de Mesina.

 

Del allí y del aquí llegan primero las maletas y el cuerpo,

lo demás viaja despacio, a veces una vida

se demora, un mosaico de días.

Como las ambulancias o el pasillo de urgencias,

aprendemos después, cuando ya es tarde,

que nunca fuimos del azar y ni siquiera

somos completamente dueños del aquí.

 

                                                (De Rasguños)

 

 

Intimidad_

  

Llevo dos corazones

uno en cada mano

para dar calor a mis dedos,

a mi garganta que se duele de tanto grito.

 

Los calcetines sienten su indignidad

pero resisten,

mi ropa interior va dentro

de una bolsa de papel

color de rosa,

merecería un cuerpo

de uva adolescente

pero tendrá que conformarse.

 

                                                (De Rasguños)

 

 

Bolsa de plástico_

 

Una bolsa de plástico

para llevar naranjas

artículos

recién comprados

gatos recién paridos

 recién muertos,

 

para llevar pescado

fresco sangre

vísceras podridas

que comerá la gata

con hambre y con angustia,

 

una bolsa blanca

es niebla de los campos

mortaja

de todo lo comido

lo caduco

estandarte del vómito,

 

los escupideros de los coches

aman las bolsas

medusas que ahogan

a las medusas verdaderas

y a los niños desobedientes.

 

                                               (De Rasguños)

 

 

Estaciones_

 

Ven conmigo.

Dormiremos en la cálida tierra.

 

La desnudez es agua y reverdece

al paso de las estaciones.

 

El viento en la vejiga seca

se redondea y canta.

 

Estas ramitas secas eran pájaros:

les brotará una pluma en primavera.

 

                                                (De Rasguños)

 

 

Tres razones_

At home I have a blue piano,

but I can’t play a note.

 

Else Lasker-Schüler

 

Con el hambre lejana de las redes de pesca

yo sostuve tu mano mientras me la tendiste,

con urgencia de escalera de incendios

imaginé razones para no irme de aquí:

 

La senda verdiazul de nuestras cicatrices,

las veredas antiguas de la carne.

Cada tarde somos lo que leemos,

cada noche seré lo que yo quiera

y no una esquina de papel escrito.

 

Es admirable la dignidad de mi piano

que me espera de pie desde hace meses

tan elegante y triste como el de Else Lasker-Schüler,

aunque el suyo había muerto en una guerra.

 

Soy una oliva en el suelo sobre el manto caído

soy la raíz y el tallo de alguna especie autóctona,

agua y sangre que tal vez recorrerían

un largo camino para llegar aquí y no marcharse.

 

                                                (De Rasguños)

 

  

Dame un remedio para los pies fríos y los dedos

desalentados, alguna medicina para el asma

que me producen las huellas de mi cuarto,

apaga la estufa y dame una botella de lejía

para limpiar las marcas de mi humanidad vírica

abre y airea y que no entre ninguno

de los gorriones que gorjean en el cristal

de mi ventana grande blanca recta y pura

cuando el cielo amenaza nieve

me recuerdan que tengo la cama sin hacer

que está fría y arrugada por mi dolor de espalda,

y que ningunas manos podrán alinear

mis cervicales en el universo.

  

                                                (Inédito)

 

 

One thought on “Nieves Chillón

  • el 2 octubre, 2013 a las 10:10 pm
    Permalink

    Buena poesía. Se nota que cuida las palabras que usa. Como todos los grandes poetas describe una dura realidad, como es el ejemplo de uno que he interpretado como un poema sobre la muerte. Era corto y sencillo pero muy completo. En esos pocos versos, nos explica la dura realidad. Quizás lea algo de ella, no sé.
    Gracias por compartirlo.
    Saludos

    Respuesta

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