La obra de arte como objeto de intercambio

Por  Violeta Nicolás.

 

Autor Nacho Ruíz, prólogo Pedro Medina

La obra de arte como objeto de intercambio. Procesos y estructuras del mercado del arte

Editorial IED, 2013 edición revisada digital

 

Editorial-IEDEl Instituto Europeo de Diseño de la mano de Pedro Medina, ha creado recientemente una editorial de libros electrónicos, la mayoría gratuitos y el resto a precios muy económicos, entre 0,99 y 3,49 €, “para facilitar su distribución y colaborar a crear teoría sobre la cultura del proyecto” nos dice Pedro Medina. En el caso concreto de construir teoría sobre procesos contemporáneos, han empezado con el libro de Nacho Ruiz, galerista en T20, con una gran trayectoria en el ámbito del arte contemporáneo. El libro en cuestión forma parte de la colección “Proyecta” en la cual se reúnen obras monográficas sobre aspectos contemporáneos del sistema y la cultura del proyecto, afrontados desde un punto de vista transdisciplinar, desde el arte y la arquitectura a aspectos particulares relativos a la dimensión social del diseño. Entre los próximos libros, afortunadamente, contaremos con los textos de Ana Belén López Plazas e Isidoro Valcárcel Medina, artista performer, polémico, que defiende la máxima de arte es vida y viceversa.

 

Es imprescindible despertar, sobre todo en los menos iniciados, a la cruda realidad del mercado del arte, entendido en tanto “sistema”, en el cual el artista es un elemento más, donde el galerista, el crítico, las instituciones, coleccionistas… tienen roles relevantes para completar un proceso. Al fin y al cabo se trata de un comercio, pero eso sí, con una mercancía especial, difícil de definir en el mercado económico.

 

En el apartado Posturas críticas frente al mercado del arte, el autor nos recuerda cómo la bienal de Venecia de 1972 se reveló como punto álgido del desencanto, y de la obra de arte como medio de protesta. Más adelante, se nos habla de la evolución en la figura del artista, que pasa de tener que realizar obras por encargo, con una temática y estilos restringidos, a adquirir una teórica libertad creativa, que deriva en una postura anti-económica, donde se pretendía negar el carácter comercial del objeto artístico. “Surge un artista de estirpe romántica que tiene sus hitos en Van Gogh y en los héroes de las primeras vanguardias, como personajes marginales, acreedores de un inmenso capital artístico en su acepción simbólica, pero pobres de solemnidad en lo material”. Asimismo nos refiere tipos de artistas, institucionalizado, cercano al poder político, el que trabaja con una galería…

 

Es interesante cómo nos hace reflexionar acerca de la valoración económica de la obra de arte, “el valor económico no solo depende de la calidad intrínseca de la obra de arte –considerando como calidad la unión de los factores importancia en el contexto histórico, interés de lo expresado, resolución técnica y valoración estética–, sino de la unión de múltiples elementos, factores dentro de un sistema”.

 

En el apartado Unicidad-multiplicidad nos señala la importancia que llega adquirir el grabado o de la experimentación en el arte y la tendencia a un arte desmaterializado en la década de los sesenta. “Sin embargo, el mercado se adapta a la nueva situación y se fragmentan instalaciones, se fotografían acciones y se filman happenings y performances”. También nos habla de la inclusión de la fotografía y nuevos medios en el sistema del arte, su evolución histórica, y destaca a Benjamin como principal apoyo al medio fotográfico, al considerarlo como obra de arte. Explica la problemática que entraña el formato del video desde el punto de vista comercial. 

 

Nos cuenta que, en el mundo actual, el galerista es quien toma el relevo de los tradicionales mecenas, pero debemos tener en cuenta que según el autor, “es el personaje más silencioso del sistema del arte”. Nacho Ruiz, con su experiencia como galerista, comprometido con su labor, afirma, “La galería de arte es un término que trasciende el espacio físico en el que se ubica y al hecho de la venta en sí”. Finaliza, con un epílogo crucial para una panorámica más completa, sobre la situación del “sistema” del arte en el cambio de milenio. 

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