Un modelo combativo al rescate: reseña de La banda que escribía torcido

 

Por Miguel Ángel Albújar Escuredo

 

PORTADA-WEINLa banda que escribía torcido (Libros del K.O) es un libro que recoge las vivencias de los principales protagonistas de lo que se llamó Nuevo Periodismo, pero también es mucho más. Emplazada la narración a lo largo de la década de los 60 y los 70, el autor, Marc Weingarten, relata el nacimiento de una tendencia revolucionaria de hacer periodismo, y por ende de ver el mundo. La narración, modulada tal que una novela coral, asemeja a un puzzle humano, un mosaico de ambiciones desatadas y talentos despertándose al son de una de las épocas de los Estados Unidos más revisitadas por la ficción y la historia académica. Weingarten honra a una batería de escritores de talento quilotómico, psicología eléctrica e inquietud ulísea: Tom Wolfe, Hunter S. Thompson, Norman Mailer, Joan Didion, Michael Herr, Gay Talese y John Sack suponen la base quiromántica del hechizo preñado de dos décadas de prosa irrefrenable y efectista.  El libro es ligero, se lee con alegría, sirve de manual de consulta del periodismo norteamericano, sintetiza el nacimiento y decadencia de una publicación escrita, resume la forma de vida de un free-lance por vocación, demuestra la inmoralidad de la política, denuncia la dificultad de mantener la integridad cívica, está protagonizado por seres infelices y perdidos, rememora una época de libertad extrema, recuerda la inmundicia de Richard Nixon, destapa la impotencia ante la estupidez y la rapiña colectiva, retrotrae los horrores de la guerra y sus consecuencias, indaga en lo que supone ser ciudadano, reclama un retorno a lo salvaje, ensalza la creatividad visceral, disecciona la psicopatología de interés mercantil, reproduce el ansia de poder que vertebra las sociedades capitalistas, funciona como compendio de traiciones, reúne un parnaso de metáforas peyorativas, sirve como epígrafe de la derrota moral de la izquierda exquisita, radiografía el esqueleto zafio y brutal de los movimientos populistas, desenmascara magos de tres al cuarto, retrata la genialidad a pincelazos alcohólicos, desmitifica mitificando, recupera figuras olvidadas que lo son porque cruzaron el horizonte y nunca volvieron, cita momentos cumbre de la espontaneidad, calca la deriva neurótica de dos décadas, enseña fundamentos de honestidad humana, censura el plagio en tanto que copia mediocre y ensalza el plagio en tanto traducción esencial, alaba la pulsión drogodependiente mostrando su decadencia a largo plazo, enfatiza el comportamiento autodestructivo como forma de supervivencia, entreteje un manto de principios esclerotizados, loa a los héroes usados anónimos, subraya el sentimiento de culpa trocado por fama y dinero, describe el dolor y la impotencia de la escritura como venganza. Pero también es mucho más.

La banda que escribía torcido nos sitúa en un tiempo pasado umbilicalmente unido a nuestro presente de siglo XXI. La crisis ética sesentera y setentera, salvando el salto temporal, contiene similitudes de desánimo y desesperanza simétricas a las que estamos viviendo. La urgencia de reformular nuevas épicas y descubrir paisajes desconocidos, frente a la retórica del ánimo de ciencia ficción y la mutilación constante del estado del bienestar, constata un sentido de la Historia cíclico y cruel: las guerras que afrontaron estos seres geniales deben volver a pelearse. Desde esa óptica ejemplarizante, el libro de Marc Wingerten es una apología a favor de la responsabilidad visceral que a todo ciudadano democrático le urge interiorizar. Lejos de ánimos panfletarios, el autor despliega una narración memorialística, un homenaje hacia aquellos talentosos escritores que decidieron jugarse su porvenir en el campo de batalla de las libertades civiles. Se trata de un libro necesario, síntoma de reacción de la cultura democrática ante las agresiones ultramaterialistas que amenazan con sepultar lo humano, lo realmente cultural, bajo el peso del dogma pirata neoliberal. Que por cierto, de liberal tiene el nombre y nada más.

 

La banda que escribía torcido es un gran libro, pero también es mucho más.

 

 

 

 

 

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