Extremadamente peligroso

 

Por MARTA ESCOBAR MARTÍ

Jesús Calleja, su equipo y dos espeleólogos rusos se adentran en el desafío más arriesgado que han llevado a cabo hasta el momento en un programa especial de Desafío Extremo, quedándose atrapados a más de 1.600 metros de profundidad.

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Empezó como un desafío habitual, como tantos otros han hecho Jesús Calleja y su equipo. La única diferencia, en un principio, es que se trataba de un reto que combinaba aventura con investigación. Su objetivo: descender por una sima a 2.000 metros bajo tierra en la cueva más honda del mundo, situada en Abjasia, para averiguar si a tanta profundidad existe algún tipo de vida y, con esto, documentar lo que ni National Geographic ha conseguido grabar.

Resultado: hay vida en las profundidades terrestres pero este propósito quedó relegado a un segundo plano cuando las circunstancias naturales decidieron salirse del camino marcado y bailar su propia canción haciendo explotar una gota fría no prevista en los mapas, que conllevó la inundación de distintos pueblos de la zona y el cierre de algunos aeropuertos.

A pesar de la ilusión y la esperanza depositada en la expedición, la naturaleza tiene el control del planeta y así lo demostró en Abjasia, atrapados bajo tierra, un programa especial de Desafío Extremo. Después de atravesar gateras, túneles, cascadas y hasta un sifón inundado, y estando a punto de llegar a los dos mil metros de profundidad –su objetivo-, la gota fría comenzó a depositar miles de litros de agua helada en el interior del agujero natural más largo de la Tierra multiplicando por cuatro su caudal habitual. Y, consecuentemente, obstruyendo muchas de las galerías por las que tenían que pasar para volver a ver la luz del sol.

Allí, a 1.637 metros bajo tierra, permanecieron seis días “enterrados en vida”, tal y como decía un Jesús Calleja totalmente distinto al que el espectador había conocido hasta el momento. Un Jesús Calleja que exteriorizaba el miedo y el pánico que produce el tener que valerse por sí mismo para sobrevivir al no contar con ayuda del exterior. Y un Jesús Calleja que, junto a sus compañeros, hizo un esfuerzo de control mental increíble.

Angustia, terror, claustrofobia, desesperación… son solo algunas de las sensaciones que el espectador puede percibir en su propia piel al visualizar el capítulo más peligroso que Calleja y su equipo han realizado hasta el momento. Un desafío que, seguro, ha hecho cambiar la mentalidad de todos sus participantes, aunque también de la audiencia; que les ha hecho valorar la vida des de un punto de vista no conocido hasta el momento y que, sobre todo, les ha abierto una puerta a nuevas sensaciones y sentimientos que permanecían ocultos en su interior. Unos sentimientos que, probablemente, no hubieran despertado de no ser por esta situación de supervivencia extrema.

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