El primer Milagro de los Beatles

Por Miguel Abollado. El 22 de Marzo de 1963 se produjo uno de los hechos que marcarán para siempre la historia de la música.
Cuatro chavales de Liverpool se encerraron en un estudio durante 11 horas para grabar su primer álbum, que titularían «Please please me».  Sobre los Beatles se ha dicho ya tanto que poco más puedo añadir yo. Que fueron muy grandes, que grabaron trece discos, más de doscientas canciones en 7 años, y que algunos de esos discos están considerados los mejores de la historia de la música pop según un montón de listas. Este año 2013 se cumplen cincuenta años de aquella grabación, así que me pareció un buen motivo para hablar por primera vez de los Beatles en este blog.

En esta ocasión sólo voy a hablaros de la importancia, del increíble milagro que supuso la grabación de este primer album. Un milagro que dudo mucho que se vuelva a repetir. Habitualmente se habla que los Beatles aparecieron en el año 62 con el single «Love me do», y desaparecieron con la publicación de «Let it be», a principios de 1970. Si consultáis las listas de los mejores discos, si preguntáis a cualquiera, más o menos experto, más o menos forofo de los Beatles, os dirá que «Srg. Peppers» fue el mejor disco, otros dirán que fue «Revolver», o el «White Album», o incluso «Abbey Road». Si me preguntáis a mí, os diría que todos. Pero me quedo con dos en particular que son los que mejor reflejan el espíritu de este maravilloso grupo, uno de ellos es el «White Album», grabado en 1968, para mí el mejor disco que he escuchado nunca (algún día hablaremos sobre él), y el otro es «Please please me», grabado como ya os he dicho en 1963. Cuando digo que es el que mejor refleja el espíritu Beatle, es porque en él ya se pueden intuir todos los elementos que se repetirían en el resto de los discos, y que hicieron tan grande a este grupo. La mayoría de las canciones llevan la marca Lennon-McCartney, pero están cantadas por el verdadero artífice de la canción, es decir, las que canta Lennon son de Lennon, y las que canta McCartney son de McCartney (versiones aparte). Muy pocas veces, ni en los primeros discos, y mucho menos al final, las canciones las compusieron los dos juntos. Alguna de George Harrison, varias versiones (sólo las grabaron los primeros años), y una que canta Ringo. Siempre había un hueco para una o dos canciones de Harrison, y siempre componían una para que la cantara Ringo, cuyo talento para la batería fue inmenso, aunque lo fue menos para la composición.

 

 

Pero la historia de este disco comienza mucho antes,  allá por el año 1959. No voy a daros la lata con números que se pueden sacar de cualquier wiki. Pero para que os hagáis una idea, el día que entraron a grabar «Please, please me», los Beatles habían dado más de 200 conciertos en The Cavern, por entonces un garito maloliente de Liverpool, y un número indeterminado de conciertos en Hamburgo, en garitos mucho más malolientes. Digo indeterminado porque nadie sabe en realidad cuántos conciertos llegaron a dar. Se sabe que fueron tres veces a lo largo de tres años, que pasaron largas temporadas allí, y que había días que tocaban 12 horas seguidas en varios garitos. Podemos hablar de 200, 300 conciertos, que sumados a los de Liverpool sobrepasaba la cifra de 500. ¿Qué grupo, hoy en día, es capaz de acercarse a esa cifra de conciertos en todo su recorrido como banda? Puede que alguno, sí, pero os aseguro que ningún grupo en la historia de la música ha dado 500 conciertos antes de grabar su primer álbum.

Por eso cuando Brian Epstein, el que sería su manager, entró por primera vez en The Cavern a finales del año 61, se quedó absolutamente fascinado con el sonido de ese grupo de matados vestidos de rockers que tocaban de espaldas, comían en el escenario e insultaban al público.

Por eso «Please please me» es un pequeño milagro. 14 canciones grabadas en 11 horas, algunas prácticamente grabadas en directo, y de alguna de ellas sólo se llegaron a grabar dos tomas. Grabar un disco en 11 horas no es fácil, os lo aseguro, pero que quede así, con esa pulcritud de sonido, tan rockero, tan drástico, tan suave en las baladas, con esas voces doblando por detrás a la perfección, Lennon cuando canta McCartney, y al revés cuando canta Lennon, o los otros tres al mismo tiempo doblando a Lennon en Twist and Shout. Nadie ha versionado a los clásicos del Rock como lo hicieron los Beatles en sus primeros años, como nadie (al menos ningún blanco) ha sido capaz de cantar un blues como lo hacía Mick Jagger cuando los Rolling eran los Rolling y no esta cosa que son ahora.

La primera canción del disco ya nos da una buena patada de rock and roll. Se llama «I saw her standing there», y fue compuesta y cantada por Paul, es un rock clásico, de esos que te hacen levantarte irremediablemente de la silla. Una de mis canciones preferidas de Paul. Fijaos en la segunda voz, la que canta Lennon. Intentad imitarla, a ver si os sale. Tomáos vuestro tiempo. Pues imaginaos así con todas las canciones, y todo en 11 horas. Es verdaderamente increíble. Encontraréis un rock cantado por Ringo («Boys»), baladas como»PS I love you» o «Misery», que quizá hoy suenen algo inocentes, medios tiempos como «Love me do» o la magnífica «Please please me», que fue su primer número uno, y como colofón, otro patadón llamado «Twist and Shout». Os contaré una anécdota quizás menos conocida. La versión de «Twist and Shout», que no es original de los Beatles, la canta John al final de la sesión. Se les acababa el tiempo, y John estaba completamente afónico. Grabaron solo dos tomas. Se quedaron con la primera. Esa versión es la que conocemos de oírla mil veces. Perfecta en la ejecución, perfectas las voces, un ritmo brutal, y una voz de ultratumba, que nunca se volvería a oir en ningún disco posterior, porque es la voz de John completamente afónico.

 

 

Os invito a que escuchéis el disco entero. Tranquilamente, tumbados en el sofá. No es el mejor disco de los Beatles, ya os lo digo, pero por las circunstancias antes descritas, sí que se puede considerar un pequeño milagro. Después vendrían muchos más. Claro que los milagros no existen, y tampoco casi nunca los genios. Aunque en este caso puede que sí; es cierto que en la historia de los Beatles, por encima de todo, hubo dos genios, Paul y John, pero también hubo una disciplina, un trabajo, una perfección musical lograda tras multitud de conciertos; una conjunción perfecta producto de una amistad férrea de los cuatro Beatles, mucho más férrea de lo que siempre se ha llegado a decir; un manager inteligente, que los descubrió y les dejó vía libre para hacer lo que quisieran; un productor más inteligente todavía, sin cuya participación no se conciben los mejores discos de estudio del grupo (desde el año 65 al 68).

Fueron famosos, fueron ricos, tuvieron suerte, porque eran realmente buenos, porque tocaban bien, cantaban mejor, y componían mejor todavía. Encima eran majetes. Pero oye, también porque dieron 500 conciertos antes de empezar, ahí es nada.

La suerte no existe, tampoco los milagros, tampoco los genios… o puede que sí.

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