BANALIDAD

Por Juan Carlos Vicente. El edificio es una muestra de salvajismo arquitectónico, brutalismo heredado de los años setenta, aún en pie, con el hormigón vestido por cadáveres de enredaderas y un gran cartel en el que se muestra el nombre del grupo corporativo.

Abandonamos la suciedad de la calle, entramos en grupo, pasamos por el detector de metales, nos despojamos de nuestras llaves y teléfonos móviles, nos identificamos y apuntan nuestros datos personales. Nos desnudamos.

Los motivos que nos empujan son diferentes. Ascendemos a través del interior del edificio, ganamos altura.

Durante la entrevista somos grabados por una cámara conectada a un ordenador. Permitimos que nos evalúen, nos cubrimos con palabras, apartamos la vista o miramos intensamente. El rostro que captura la pantalla no es el nuestro. La estructura ósea, la concavidad que alberga los ojos, las diferentes capas que cubren los anillos protectores del tuétano.

Tres días después ponen un arma en nuestras manos.

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