La tarea del traductor: Ben Clark y Diez de Diciembre

 

Por Anna María Iglesia

@AnnaMIglesia

Mientras me dirijo a La Central del Carrer Mallorca, repaso las preguntas que he preparado para la entrevista; las repaso con desconfianza, pues no estoy segura si serán las correctas. En el bar de la librería me espera Ben Clark, poeta y traductor; ha venido a Barcelona para presentar su traducción de  Diez de Diciembre de George Saunders publicado por Alfabia. Los ejercicios estilísticos y la experimentación lingüística del autor norteamericano resultan  un reto para todo traductor, un reto al que Clark  se ha enfrentado y del que ha salido victorioso. Una extraordinaria traducción, en la que la fidelidad del texto se combina con la adaptación referencial de frases y dichos imposibles de traducir. Con Diez de diciembre Clark demuestra que lo intraducible no existe. El temor a no saber qué preguntar al traductor de Saunders, «eres el primer traductor que entrevisto», le confiesto, desaparece a lo largo de una animada conversación acerca del lenguaje y sus problemáticas interpretativas, de la fidelidad traductora y del diálogo que se instaura entre la amplia biblioteca que configuran las lecturas y las traducciones del joven Ben Clark.

 

No puedo empezar la entrevista sin preguntar, parafraseando a Walter Benjamin, ¿cuál es la tarea del traductor?

Creo que la tarea del traductor, aunque suene muy obvio, es ser muy fiel al original. No creo que la traducción implique reinventar el texto; sin duda hay una parte creativa, pero el traductor debe ser fiel al original, aunque dentro de esa fidelidad hay las pequeñas tuercas que uno puede apretar más o menos y que representan el margen de libertad creadora que puede tener el traductor. En una sola frase, diría que la tarea del traductor es ser fiel al original.

En una entrevista comentabas que «la traducción es lo opuesto a la escritura», pues está ausente la inventiva, Sin embargo, ¿se tiene una mayor libertad en el momento de traducir y adaptar a un nuevo idioma un autor como Saunders, cuya narrativa se caracteriza por la experimentación lingüística?

Es más obligada la fidelidad porque cuando hablamos de la narrativa de Saunders, como de la narrativa de muchos otros autores, hablamos principalmente de lenguaje, de un uso muy particular e individual del lenguaje; de hecho, Saunders tiene relatos cuyo valor no reside en lo que se narra, pues se cuentas más bien escasas acciones, sino la manera en la que se narra, es decir, son relatos que se sustentan principalmente por su forma. En Diez de Diciembre, el lenguaje de Saunders es muy preciso, lleno de matices, dependiendo del momento narrativo y de lo que se quiere expresar, y, precisamente por esto, la traducción se convierte en una tarea complicada en cuanto debe mantenerse muy fiel al original a la vez que tiene que intentar verter  al castellano las implicaciones significativas. Si no se mantiene esta fidelidad, se pierde los matices y las connotaciones originales; en el momento de traducir a Saunders, no se trata simplemente de verter en castellano lo narrado, sino de contarlo de la misma manera, es decir, respetando la forma.

diezEn tu traducción de Diez de diciembre, se ha recurrido a notas a pie que explican determinadas referencias más bien oscuras y difícilmente interpretables, sin embargo, también hubiera sido lícito mantener la dificultad y oscuridad interpretativa, pues al fin y al cabo forma parte del estilo de Saunders

Juntamente con la editorial, hemos intentado no excedernos con las notas, incluso hay algunas que podrían eliminarse, pues son notas más bien filológicas y no de traducción. En los casos más significativos, sin embargo, no hay notas, hay una apuesta de traducción, en algunos casos arriesgados, como es el caso del último relato, donde hubo que consensuar sea con la editorial sea con el propio autor la traducción y la adaptación al castellano de distintos chistes, referencias más o menos ocultas…El último relato es el ejemplo perfecto de que hay ocasiones, y especialmente cuando uno se enfrenta a este uso de lenguaje, en las que es imprescindible llegar a un consenso con el autor, pues si se traduce literalmente el texto no tiene sentido alguno. Ante estas circunstancias, es una suerte poder contar con el autor vivo y, sobre todo, con un autor dispuesto a colaborar.

¿Consideras una suerte el poder contar con la colaboración del autor?

Yo creo que sí, que es una suerte que no siempre se tiene y que, además, depende de la actitud del autor. En una ocasión John Banville, autor irlandés del que yo nunca he traducido nada, me comentó que él no tenía nunca ninguna relación con los traductores de sus obras, no le interesaba mantener ningún tipo de diálogo puesto que, al no conocer el idioma de la traducción, no podía aportar, o al menos eso decía Banville, nada.

¿Qué importancia tuvo la colaboración y el diálogo con Saunders en el momento de traducir Diez de diciembre?

El autor te puede ayudar si en un momento dado necesitas cambiar radicalmente de ejemplo o de manera de decir, puesto que la traducción literal no tendría sentido, para comprender la referencia que hay detrás de las palabras, para poder plasmar, con otras palabras y otra forma, esa misma referencia. En el último relato de Diez de Diciembre, por ejemplo, en la versión  original hay una referencia a Mary Poppins, referencia que nosotros cambiamos recurriendo al Chavo del Ocho; para mí era muy importante que, al menos antes de la publicación de la traducción, Saunders hubiera podido conocer este cambio y descubrir a través de internet quién era el Chavo del Ocho y así aprobar la modificación. De hecho, en estos casos, el autor más que entender, tiene que aprobar el cambio; aunque no comprenda los matices de la traducción, al menos que comprenda lo que la adaptación realizada por el traductor.

Las referencias religiosas impregnan los relatos de Saunders, son referencias que él utiliza de forma irónica y la través de ellas pone en evidencia el carácter contradictorio de los personajes. Por ello, son referencias nunca claramente explícitas que, no en pocas ocasiones, has decidido hacer explícitas en las notas a pie de página para especificar su origen. ¿En la versión original, Saunders también explica dichas referencias?

No, en el original no se especifica a través de notas el origen de las frases bíblicas porque son todas frases que resultan muy obvias, que son fácilmente reconocibles para el lector, puesto que provienen del King James Biblie, es decir, de la traducción que realizó el Rey James del texto sagrado. En el último relato que, como ya te he comentado, dio distintos problemas en el momento de la traducción, aparece la frase «aléjate de mí» que es una referencia que aparece también en la película The Master en la canción «get behind me Satan». Ese «aléjate de mí», que en castellano podría pasar desapercibido, en inglés es rápidamente reconocible, de allí que en el original no se requieran notas explicativas, mientras que en la traducción se necesiten, por lo menos algunas.

Es decir, para el lector norteamericano estas referencias bíblicas son reconocibles. Por lo que comentas, ¿has querido hacerlas reconocibles también para el lector español a través de las notas?

Saunders no pone nunca ninguna nota y, por tanto, el hecho de añadir algunas en la traducción supone una apuesta. En la traducción en catalán, el traductor, en cambio, ha apostado por no poder ninguna nota; son dos apuestas distintas. En mi caso, yo no quería que el lector atravesara el libro sin percibir que los personajes tienen una fuerte carga religiosa y que  su moralidad, una moralidad indudablemente muy retorcida, está impregnada por un trasfondo católico que, a su vez, es el mismo que tuvo Saunders en su formación.

La religión tiene una función paradójica, muestra la contradicción ética y moral de los personajes y de la sociedad en la ellos están inmersos

A lo largo de todos los relatos, Saunders habla de la doble moral, de la sociedad estadounidense, presenta personajes con grandes conflictos, con traumas; en varios relatos, Saunders deja en el aire, insinúa sin nunca especificar, posibles abusos infantiles, como es el caso del primer cuento.

Podemos decir que para Saunders la religión no resulta en absoluto reconfortante

La religiosidad tiene un carácter siniestro. Es muy evidente en el monólogo final de Exhortación, un relato en el que el lector no sabe exactamente lo que sucede, todo  lo aparentemente terrible que parece suceder ocurre fuera de escena; el monólogo concluye con las palabras, «todo irá bien, todo irá bien», que es una especie de dicho muy anglicano que es utilizada a modo de despido en el que se desea el bien a través de una fórmula religiosa. En este caso, decidí añadir una nota a pie de página para explicar el recurso a una fórmula bíblica por parte de personaje a modo de despedida.

saundersEn una entrevista, Saunders afirmaba que «todo hombre feliz, debería guardar en el armario un hombre desgraciado con un martillo cuyo constante golpeteo le recuerde que no todo el mundo es feliz». ¿Cuán importante es que el traductor se identifique con la poética del autor que traduce?

Yo creo que el traductor debe infectarse un poco del autor que traduce y, en este sentido, mi traducción de Anne Sexton o de Edward Thomas me volvió, aunque momentáneamente, un poco loco, pues indudablemente me impregné de los dos autores y de su poética. El traductor debe ser un poco actor, debe intentar ponerse en el lugar del autor y adentrarse en esa ficción que implica adoptar en cierta manera el personaje del autor. En mi opinión, el traductor no puede posicionarse en el mismo lugar del lector y, de la misma manera, aunque intente adoptar su personaje, tampoco puede estar en el mismo lugar del autor; el traductor se sitúa, sin duda, en un lugar más próximo al autor, aunque siempre con un ojo puesto en el futuro lector. Sinceramente, creo que autores como Saunders escriben sin tener muy presente, o puede que en absoluto presente, el lector, sin embargo, el traductor no puede adoptar esta misma postura, debe posicionarse en un lugar intermedio

La poesía de Anne Sexton es una poesía corporal, explícita, impregnada de una realidad abyecta. No sé si como traductor de ambos autores, estarás de acuerdo que entre Sexton y Saunders podría establecerse un cierto paralelismo en cuanto a los temas recurrentes en sus obras.

Si, estoy de acuerdo, yo también creo que tienen algo en común. Saunders, que es treinta años más joven que Sexton, está interesado en la realidad de su infancia y por tanto el mundo de los suburbios, los mismos que configuran la realidad en la que Anne Sexton, ya de adulta, se forma y se impone como poeta. En este sentido, podemos pensar que a través de los dos autores, confluyen dos mundos que terminan por ser el mismo: es el mundo y la realidad de la posguerra, es decir, de los años y de las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, los años del crecimiento de las grandes ciudades, de la masificación de los productos, del auge de los centros comerciales. No lo había pensado anteriormente, pero creo que podemos decir que los dos autores comparten una poética norteamericana de los años cincuenta.

La crítica ha definido la obra de Saunders como una narrativa que crea una distopía en la que aparecen de forma irregular la tecnología y la extrema modernidad a la vez que recrea la Norteamérica menos industrializada, más alejada de las grandes ciudades.

En verdad hay muy poca presencia de la tecnología, de hecho en su relato más futurista, Escapar de la cabeza de Araña, lo único tecnológico es un mando y mecanismo que introduce una especie de medicamento en el cuerpo. En casi todos los relatos, no hay presencia alguna de móviles, tampoco está muy  presente internet, aunque se haga mención a él.

En este relato, la modernidad aparece como una arma peligrosa para el individuo

Yo creo que no es una mirada crítica hacia a la tecnología, sino a nuestro comportamiento

Es decir, al uso que le damos

Si, pero tampoco creo sea exactamente esto. Para mí una mirada crítica hacia nuestro uso de la tecnología está presente en Black Mirror, por ejemplo, donde un Iphone puede convertirse en un objeto del mal. En Saunders, por el contrario, está la idea de que nosotros somos el mal o, mejor dicho, cometemos el mal por naturaleza y que, además, la tecnología puede ayudarnos a ejercer el mal con más fuerza y perfección

Yo trataba de hallar el lado humano de la narrativa de Saunders, pero tus palabras frustran mi intento

Saunders tiene fe en la humanidad, pero sus heroes son los niños por su inocencia, porque actúan sin ningún interés; sus héroes son Eva del relato Los diarios de las Chicas sémplicas, el último niño del relato Diez de Diciembre, incluso, aunque de forma más velada, los gemelos del relato Al Rosten.

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Al Rosten es el paradigma del individuo de las buenas intenciones, de la búsqueda del éxito personal y social y que se enfrenta a un contexto y a una realidad que, aparentemente, sólo le pone obstáculos

Al Rosten es un hombre egoísta que, como todos, o al menos muchos, quiere prosperar en la sociedad norteamericana contemporánea y completamente materialista. Al Rosten es una especie de cantamañanas que, si bien no es malo, intenta siempre la huída hacia adelante que no conduce a nada; habla siempre de lo que podría ser, pero que nunca llega a ser. Rosten es como la burbuja inmobiliaría, piensa en construir para poder luego tener unos resultados, enriquecerse, adquirir importancia, pero, al final, no sólo no construye nada, sino que fracasa.

Al Rosten es el relato cuyo tema resulta más cercano para el lector castellano; las ansías de éxito, su fracaso de un individuo inmerso de una sociedad basada en lo material, la abundancia y la escalada social puede leerse perfectamente como un reflejo de nuestra propia realidad.

Si, estoy completamente de acuerdo, aunque también creo que para leer y percibir esta cercanía es necesaria una humildad que yo no sé si España tiene. Es decir, leer un retrato de lo que ha ocurrido en España a través del relato de Al Rosten es posible, pero obliga a ser muy crítico con uno mismo porque, en definitiva, Al Rosten es un personaje muy resentido, no le gusta que le vayan bien las cosas al otro, pero, a la vez, le gustaría estar en ese pequeño cenáculo de poder, aunque sólo sea un cenáculo local

Al Rostes es el «Middlel class men» que quiere dejar de ser un hombre de clase media para escalar socialmente

Exacto, Al Rosten aspira a estar un poco por encima de la posición que ocupa a nivel social; es un retrato muy interesante para nosotros en este momento y en este lugar. Si lo leeremos como creo que debería leerlo, esto no lo sé.

Inmediatamente, la narrativa de Saunders se asocia y se compara con la obra de Vonnegut; sin embargo, su escritura, en especial en el relato Los Diarios de las chicas sémplicas recuerda la escritura periodística, a ese gran periodismo narrativo norteamericano. En particular, es imposible no pensar en Hunter S. Thompson, por su brevedad y concisión, a la vez de la ausencia de vacilación ante la posibilidad de mostrar lo abyecto de la sociedad retratad

Si te refieres en especial a Los Diarios de las chicas sémplicas se cuenta la siguiente anécdota: és escribió una novela y se la enseño a su mujer, quien, parece ser, le comentó que el texto era espantoso. Posteriormente, la mujer, por casualidad, dio con unas notas de Saunders había tomado para una conferencia y consideró que esas notas, tomadas aparentemente sin mucha más intención que la conferencia, debían ser publicadas, conformaban un relato mucho más valioso que la novela que le había enseñado anteriormente. Esta anécdota muestra esta brevedad e inmediatez propia de Saunders, un autor bastante esquemático, con un lenguaje muy crudo y a la vez sencillo, nada ampuloso. En el caso de Los Diarios de las chicas sémplicas es el caso más extremo, son anotaciones, muchas de ellas interrumpidas, reducidas al mínimo. Saunders es un autor muy esquemático y, como tal, podemos decir que es un autor muy moderno.

Puede ser un comentario obvio, pero Saunders es, sin duda, un autor influenciado por la rapidez de la imagen.

Son cuentos a los que Saunders dedicó muchas horas, pero que, en el momento de ser leídos, dan la impresión de rapidez y de inmediatez; son relatos envueltos de una cierta urgencia. En este sentido, es un autor que juega con la inmediatez y, por tanto, con la rapidez de las imágenes, pero que, sin embargo, no puede ser definido como un autor plástico en tanto que no construye bellas y perfectas imágenes. Su escritura se construye a través de fogonazos, como cuando en el momento del aterrizaje de un avión, el pasajero va acercándose a la pista y va percibiendo las luces de las pistas.

En su ensayo, Aprendiendo de las Vegas, Robert Venturi describe la rápida e instantánea percepción de los carteles luminosos de moteles y gasolineras dispersas que, desde la ventanilla de los coches, se percibe en las autopistas que recorrer una desértica Arizona.

Parafraseando el título de un poemario de Felipe Núñez, un autor extremeño fantástico, Saunders es un Balizamiento para un aterrizaje nocturno.

 

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