Tres obras en cartel dirigidas con maestría por Gerardo Vera

Por Horacio Otheguy Riveira

Con una concepción audiovisual excepcional en España, es un escenógrafo y director de cine que en los últimos años ha dirigido formidables representaciones teatrales.

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Aquí y ahora, Gerardo Vera es el único director que tiene en cartel tres obras importantes de géneros distintos con dos autores españoles y uno irlandés: Maribel y la extraña familia, de Miguel Mihura, años 60; El Crédito, de Jordi Galcerán, 2013 —en versión simultánea catalana por otra compañía—, y El cojo de Inishmaan, del irlandés Martin McDonagh, estrenada en 1997. Tres estilos, tres maneras de respetar los textos y profundizar en ellos con variedad de registros: gran comedia y a la vez show musical, comedia de situación con dos personajes, y una atípica elegía tan cruel como divertida, o, mejor dicho, con afinada crueldad de supervivientes filtrada entre negras sonrisas.

Ya en sus comienzos de tímido escenógrafo fascinó con una escenografía insólita para un Chejov inolvidable, protagonizado por María José Goyanes, María Asquerino y Pedro Mari Sánchez, nada menos que La gaviota según incomprendida visión de Manuel Collado, un director ambicioso e imaginativo ya fallecido. El espacio escénico tenía árboles que brotaban de un escenario mágico, ambientando escenas pulcras, conmovedoras, insólitas para aquellos años 80 en el teatro privado. Cuando se le buscaba para entrevistarle, Vera se ponía a un lado, dejaba la voz al director. Poco a poco, año a año, su gran cultura multidisciplinar se fue encarrilando hacia diversos enfoques, y en todos destacó: un talento fuera de lo normal en este país tan dado a las especialidades de alguna cosa y de ninguna pero con buena apariencia.

En 1992 se atrevió —oh, rediós, en efeto, bravía osadía, que dirían los clásicos— con las fieras del cante popular en un Azabache desaforado y apasionante homenaje a la copla, en pocas funciones en el Teatro de la Maestranza, de Sevilla, que llegó a grabarse en vídeo pero del que hoy sólo se encuentran imágenes sonoras de la primera parte en Youtube. Allí estaban Juana Reina, Rocío Jurado, Nati Mistral, Imperio Argentina y María Vidal con imponente orquesta y gran ballet. Única vez que se reunieron estas divas y al frente un muchacho que ya sospechaba que el arte había que saberlo encontrar en todos los rincones, populares y exquisitos de la cultura universal.

Luego su carrera fue intensa, con películas interesantes (Deseo, La Celestina) o excelentes, como la muy audaz, Segunda piel, un conflicto bisexual nunca tratado en el cine nacional con Jordi Mollá, Javier Bardem, Ariadna Gil y Cecilia Roth. Pero cuando se introduce en el teatro, con su mucha cultura académica (tiene varios títulos universitarios) y de afinado espectador, el talento de Gerardo Vera impulsa una trayectoria que en los últimos años ha tenido una evolución conmovedora, tanto por sus mayores logros como aquellas funciones en las que no conseguía todo lo que ansiaba.

Pero fueron tan grandes los títulos llevados a cabo cuando era director del Centro Dramático Nacional durante ocho años, que sus puestas en escena coincidieron con un generoso repertorio dirigido por colegas con elencos de gran fuste: 150 espectáculos, 37 coproducciones, 41 autores españoles y 51 extranjeros, 48 directores de escena nacionales y 40 de fuera, 33 producciones en gira, y la apertura de las dos nuevas salas del Teatro Valle Inclán.

Funcionó el gestor, sabiéndose rodear de un gran equipo de trabajo que estuvo a las duras y las maduras, mientras él mismo era un director que se arriesgaba cada vez de diferente manera. Entonces disfrutamos de su versión de Divinas palabras de don Ramón María del Valle Inclán, inaugurando la sala que lleva su nombre, con abstracciones espaciales, desnudos integrales, intérpretes de primera fila, y Emilio Gavira en el desafortunado ser cúmulo de miserias que se arrastra en la negra España valleinclanesca… Luego montó Un enemigo del pueblo con notables aciertos, a pesar de la penosa versión de Juan Mayorga, a quien le dio por actualizar el drama de 1882; después… un Rey Lear espectacular y un Woyzeck sobrecogedor.

Pero Vera es, además del minucioso director de obras tan complejas como Platonov, de Chejov, uno más de la profesión si se le encuentra de espectador aplaudiendo a sus colegas mezclándose entre el público que no le reconoce, que no sabe quién es el hombre que sonríe y aplaude con generosidad el trabajo ajeno, y esa espléndida actitud es lo que transmite en sus puestas en escena: un río de emociones minuciosamente estudiadas, pero que a su vez dependen del corazón y el talento de sus actores: esos seres sorprendentes que ama con veneración, a la par de los textos de autores que respeta y mima.

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«Maribel y la extraña familia», de Miguel Mihura, estrenada en julio de 2013.

Hoy es también productor (Grey Garden Producciones) que saca adelante desde el verano su primera comedia, Maribel y la extraña familia, de Miguel Mihura, y una tragicomedia irlandesa que arrancó en Navidad en el Teatro Español con poco público y semana a semana fue creando el éxito que ahora se lleva el Teatro Infanta Isabel, El cojo de Inishmaan. Al mismo tiempo, El Crédito, del magnífico Jordi Galcerán, un encargo que sigue a sala llena. La suerte le acompaña y Vera es un hombre de teatro cabal rodeado de profesionales de merecido prestigio en todas las facetas, consciente que el viaje es fascinante cada vez que empieza a fraguar cada espectáculo del que jamás se sabe qué va a pasar.

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Pero lo que más me importa cuando sigo palmo a palmo sus funciones es la sensibilidad y la cultura que despliega ante cualquier elemento que ha de poner en escena, los detalles del humor, la tragedia o el drama; ningún género le es ajeno porque lo que le importa es la mirada que conlleva sentimientos y juicio crítico, el grito desgarrador de Madre coraje o la fascinación de la desesperación en Agosto. Ahora que ya podemos ver la película de Hollywood, tan poca cosa, convertidas las 4 horas originales en 2 horas de melodrama menor… nos queda la ilusión de volver a ver la versión teatral con Amparo Baró y Carmen Macchi al frente de un reparto sensacional con Gerardo Vera cuidando los detalles, creando el clima en que todos estuvimos envueltos ante la aventura de una familia bajo mandato de una madre terrible que a su vez clama en su infinita soledad. La reposición de Agosto ya está acordada con el Teatro Español para comienzos del 2015. [NOTA: poco después falleció Amparo Baró, con lo que todo intento quedó cancelado]

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Una escena capital de «Agosto» en la versión del Centro Dramático Nacional, 2011-2012.

Gerardo Vera, el hombre de los abrazos con sus intérpretes, el que besa uno a uno en los estrenos, el creador al que muchos sienten como un padre generoso, el señor de las sonrisas fáciles en las ruedas de prensa… y el buscador de perlas en el peor de los momentos, capaz de sacar adelante creaciones que muchos creían imposible.

Gerardo Vera, entre sombras recreando mundos con la sencillez del maestro que no necesita más que ponerse a trabajar ideando espacios, redescubriendo voces…

… recomponiendo obras de arte que amanecen cuando hay un espectador atento que se enamora de personajes que han venido de muy lejos para contarle su propia vida…

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