Contra-corriente: Exposición de pintura Stefania Albiero y poesía de Isabel Montero

Por Javier del Sastre Alonso.

 

Habitar la Línea

C/Amparo, 91, Madrid 

-Metro Lavapies-

Del 7 al 28 de febrero

 

De cómo caminar solo, y terminar nocturno recorrido en galería de arte con fragancia de mujer

 

contracorriente_6_webCaminaba la otra noche solo, por la ciudad. ¿Hacía frío?. Las manos en los bolsillos y el corazón bien guardado en la cartera vacía, atrás, en el pantalón. Un abrigo de harapos, dos gotas de lluvia, sin llegar a nevar. Caminaba solo, en soledad parietal. Y me sorprendí de repente, a mi mismo, hablando con un inmenso pato de nieve oscura, que se había acomodado plácidamente en mi imaginación, en el mismo, en el mismísimo centro de la Glorieta del Insomnio, donde desemboca la Avenida de los Insurrectos, cerca, muy cerca de la vieja estación.

 

Yo creo que se llama exposición al conjunto de sensaciones, mutaciones y modificaciones que sufren unos ojos. O una piel, o una película sensible ante la proximidad inalterable de uno o varios objetos que, en buena medida, se componen de magia. Yo creo que el acto de exponer es el de haber puesto antes, siempre antes, sobre un tapete verde de sueños, un trocito de locura. Tropecé con el bordillo de la acera, cayendo de bruces en mitad de un pasillo de una Galería de Arte, como un cajoncito de sueños, o una invitación a la primavera. Doce miradas de mujer me traspasaron con ojos de lienzo, con ojos de palabras, con pestañas de silencio el interior de mis bolsillos, el interior de mis castillos, el interior de mis pasillos que conducen directamente al fondo, al mismo fondo de un corazón, bien guardado en la media luna que esconde mi cartera, dibujando cierta constelación.

 

Isabel era mi vecina cuando yo tenía casa. Isabel escribe palabras y cocina poesías. Yo no lo sabía. Stefania era mi vecina cuando yo tenía casa. Stefania captura imágenes con sus dedos y los desparrama en lienzos de colores como por arte de magia. Al fin y al cabo, mezcla indispensable, para imaginar objetos que un día cualquiera, en Galería de Arte con bordillo en la acera (con el que tropezar), armándose de la fuerza de los sueños que da la sinrazón, los reúnen para que tropieces con bordillo tal y caigas dormido en mitad de una exposición.

 

Doce mujeres resueltas en imágenes confundidas, entre letras, que danzan al son que ellas tararean, sugerentes , nerviosas y expectantes, curiosas y temblorosas en mitad de una idea, o en medio de una esfera que forma una habitación. Isabel y Stefania eran mis vecinas y ahora son mis amigas.

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