Sad bastard music: 45 canciones para llorar desconsoladamente – III

 Nick Drake

 

Por Pablo Hernández Blanco @pabsthewhite.

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31. Nick Drake – «Which Will» – Pink Moon (1972)

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Which will you love the best?

Para mí no hay álbum más triste que Pink Moon. Sea por motivos personales, por la historia que lo rodea o por la temprana muerte de Nick Drake, se trata de un disco que hace de la depresión un bello monumento al que arrodillarse, cuya atmósfera e intensidad (pese a su corta duración) lo convierten en un disco idóneo para escuchar a altas horas de la noche en la soledad más absoluta. Which Will es una de sus piezas en la que Drake hace gala de un folk íntimo y oscuro, donde el cantautor británico susurra sus penas y desdichas –como si nos estuviera contando un terrible secreto del que se avergonzara–, acompañado por su experto manejo de la guitarra acústica y una melancólica melodía. A veces sorprende lo mucho que se puede hacer con una voz y una guitarra, aunque tratándose de Nick Drake quizá ya estemos demasiado acostumbrados.

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32. Nico – «Afraid» – Desertshore (1970)

Nico

 

You are beautiful and you are alone.

Al escuchar «Afraid» no cabe duda de que Nico está cantando acerca de su propia experiencia; más aun, está cantando para sí. Have someone else’s will as your own, nos dice, como si en su vida hubiese sido ella misma y se hubiera dedicado simplemente a colmar los deseos de los demás, con tal de satisfacerles y poder encajar. Al final, «Afraids» pone de manifiesto que Nico era capaz de hacer grandes cosas sin necesidad de someterse a merced de los demás; aunque como deja claro su tono, triste y ascético, puede que Nico se diera cuenta demasiado tarde. El daño ya estaba hecho; más aun, era irremediable. Hacía tiempo que Nico era un juguete roto, y la culpa no era suya.

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33. Otis Redding – «I’ve Been Loving You Too Long» – Blue (1962)

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You are tired and your love is growing cold.

La esencia del soul más puro en tres minutos, con un Otis Redding en estado de gracia (la canción la compuso él mismo, junto con Jerry Butler), «I’ve Been Loving You Too Long» ha sido versionada por artistas tales como Percy Sledge, Etta James y Aretha Franklin y su estatus de clásico habla por sí solo. Poco más se puede decir acerca de una canción así.

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34. Palace Brothers – «You Will Miss Me When I Burn» – Palace Brothers (1994)

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When you have no one, no one can hurt you.

Esta canción plagada de anhelo cortesía de Will Oldham (en una de sus enésimas encarnaciones musicales), transmite una soledad que duele. Tal y como nos dice, a veces es mejor estar solo, aunque sea porque, así, nadie podrá hacerte daño. Con una sencillez casera, Oldham indica que solo quiere que le echen de menos para sentir que todo es real, para sentirse vivo; realmente no puede con la soledad, que parece engullirle lentamente. Aunque nos lo niegue, y él lo sabe mejor que nadie, en el fondo no quiere estar solo; prefiere correr el riesgo de que le rompan el corazón de nuevo antes que verse devorado por la soledad, por mucho que diga lo contrario. Impresionante también la versión del grupo de Mark Lanegan, Soulsavers

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35. Radiohead –«How To Disappear Completely» – Kid A (2000)

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That there, that’s not me.

Desaparecer inmediatamente sin dejar huella, hacerse invisible; en resumen, dejar de existir. Es un sentimiento que todos hemos padecido de manera imperiosa más de una vez, como si el no hacerlo nos encerrase aun más en una prisión invisible de la que nos vemos obligados a escapar. A primera vista, «How To Disappear Completely» parece tratar sobre una persona próxima al suicidio: In a little while I will be gone, canta Thom Yorke, y lo hace con tal desidia que da miedo. Pero la canción va más allá; es una radiografía de una persona desconectada de la realidad (I’m not here, this isn’t happening) al borde del precipicio, y su visión existencialista y sonidos insólitos la convierten en algo escalofriante y depresivo de principio a fin.

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36. Red House Painters – «Have You Forgotten» – Songs For a Blue Guitar (1996)

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Have you forgotten how to love yourself?

Mark Kozelek, mente creativa detrás de Red House Painters (y posteriormente Sun Kil Moon) y experto en todo lo relacionado con la melancolía y la mezcolanza, es el clásico ejemplo de músico taciturno que gracias a su tumultuosa vida interior consigue música de increíble calidad. Al menos, si no fuera por sus conocidas batallas con la depresión y constantes romances fracasados no nos habría dejado esta estupenda canción, capaz de sumergir a uno en la peor de las tristezas sin previo aviso. No es por nada, pero ojalá siempre estés triste, Mark; todos te lo agradeceremos.

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37. The Replacements – «Here Comes A Regular» – Tim (1985)

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I used to live at home, now I stay at the house.

Pese a su rebeldía y cachondeo constantes, The Replacements también tenían su lado sensible (véase «Unsatisfied», «Answering Machine» o  «The Hanging Party» en caso de duda), pero quizá sea esta la canción que, de todo su catálogo, más miserable nos haga sentir. Es aquí donde Paul Westerberg lanza una oda agridulce al hombre medio, más bien mediocre, a una vida cotidiana y sin mayores esperanzas. Insistir en el juego de palabras de ‘regular’: el tipo del que canta es tanto un  un tío del montón, un tipo medio, como un cliente frecuente en un bar de mala muerte, que en este caso es testigo de cómo malgasta toda su vida delante de la barra: First the glass, then the leaves that pass, then comes the snow.

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38. Roy Orbison – «Crying» –  Crying (1962)

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I love you even more than I did before.

Esta preciosa canción, clásico entre clásicos, es una de las más conocidas de su genial autor. Por su parte fue algo arriesgada en su día, ya que Roy Orbuson la publicó inmediatamente después de otra balada («Running Scared»); y es que publicar una balada después de otra era, según la sabiduría popular, algo así como un paso en falso, un harakiri comercial. Eso sí, «Crying» resultó ser un hit en toda regla. En 1000 UK #1 Hits, Orbison explicó cómo le vino la idea a la cabeza de la siguiente manera:

«I was dating a girl and we broke up. I went to the barber shop to get a haircut and I looked across the street and there was this girl that I had split up with. I wanted to go over and say, ‘Let’s forget about what happened and carry on’. But I was stubborn. So I got in the car and drove down the street about two blocks and said to myself, ‘Boy, you really made a mistake. You didn’t play that right at all.’ It certainly brought tears to my eyes and that’s how I came up with ‘Crying’.»

Tampoco conviene olvidar el emocionante dueto grabado en 1987 junto a K. D. Lang, en el que sus voces combinan a la perfección y contribuyen a engrandecer una canción ya de por sí inmejorable. Palabras mayores, en todo caso.

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39. Sibylle Baier – «The End» – Colour Green (2006)

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Time is over when we could simply say I love you.

No queda nada por hacer y la desesperanza te corroe por dentro como infección que se propaga inexorablemente. Este es el final, querido amigo, según Sibylle Baier. Su voz angélica contrasta con la oscuridad de esta pequeña estampa, mediante la que nos muestra un paisaje humano desolador, en la que ella se ve abandonada a su suerte, terriblemente sola, con su guitarra acústica como único acompañante fiel. Es el final de una relación sobre lo que canta en realidad, pero el agotamiento y desesperación en la voz de Baier hacen parecer que en realidad canta sobre el fin del mundo. Y, la verdad sea dicha, no parece importarle mucho. Bebamos hasta morir todos.

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40. The Smiths – «Asleep» – Louder Than Bombs (1987)

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Deep in the cell of my heart I will feel so glad to go.  

Como un bebé suplicando que le canten una nana antes de irse a dormir, Morrissey implora: sing me to sleep, sing me to sleep. Cantar sobre el suicidio es algo delicado (Don’t try to wake me in the morning, ‘cos I will be gone), pero Morrissey lo hace con tal elegancia que es imposible no sentirse identificado. Un año después de la publicación de la canción como single de 12” se suicidaron ocho fervientes fans del grupo (fruto de una interpretación demasiado literal, quizá) y Morrissey, muy en su línea, no pidió perdón a nadie pero mostró una inesperada empatía: “I don’t want to be a nurse. I’d rather say, in essence, well, the despair you feel is true, and it’s common. Not enormously common, but common”. La canción acaba con Morrissey esperando que haya otro mundo, un mundo mejor, pero ni él mismo se lo cree. Por algo quiere irse, al fin y al cabo. 

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41. Songs: Ohia – «Blue Chicago Moon» – Didn’t It Rain (2002)

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You are not helpless.

Jason Molina, el hombre tras Songs: Ohia y Magnolia Electric Co., fue uno de los cantautores más infravalorados de los últimos quince años, con una música que evoca noches oscuras y autopistas largas y vacías. La baldía promesa de que todo irá bien es el hilo conductor de esta canción: Molina ha logrado ocultar su propia soledad hasta tal punto que ni él mismo la reconoce, pese a estar sumido en una depresión interminable, y trata de convencerse de que (por fin) saldrá de ésta, como si estuviese hablando con otra persona distinta de él: I’ll help you try to beat it, se dice a sí mismo. Tras pasar parte de la última década en clínicas de rehabilitación, el cantautor de Ohio falleció en marzo del año pasado, en Indianapolis, tras haber ahogado su cuerpo en alcohol durante los últimos años. Encontraron su cadáver y en su bolsillos únicamente tenía un teléfono móvil, donde tan solo guardaba apuntado el número de su abuela. Tenía 39 años. Fue un final que, de alguna manera, no hizo sino cumplir con el colosal tormento de sus canciones, expuesto aquí en toda su plenitud.   

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42. This Mortal Coil – «Song to the Siren» – It’ll End In Tears (1984)

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Did I dream you dreamed about me?

La etérea voz de Elizabeth Fraser –cantante de Cocteau Twins–, convierte a esta canción de Tim Buckley en una experiencia mágica; haciendo gala de una atmósfera inequívocamente lynchiana y embelesada en todo momento por una espesa melancolía, «Song to the Siren» es una preciosa pieza llena de anhelo y vulnerabilidad, envuelta en un aire casi fúnebre. Decir que supera a la original no es una afirmación descabellada; en cualquier caso, la versión de This Mortal Coil (grupo ad hoc en el que se juntaban componentes varios de la discográfica británica 4AD) es la que la hizo famosa y, por sí sola, la canción es una indudable joya.

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43. Tom Waits – «San Diego Serenade» – The Heart of Saturday Night (1974)

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I never saw the morning ‘til I stayed up all night

Antes de transformarse en ese genio alocado e impredecible, durante sus inicios Tom Waits no era más que un joven vagabundo trasnochador y bohemio, un romántico empedernido que vagaba sin rumbo por las malas calles de Los Angeles, cuya música, influida por el folk y el jazz, era idónea para entretener al sediento público de nightclubs de poca monta. Mediante una serie de ingeniosas contraposiciones, en «San Diego Serenade» Waits recapacita y recuerda días mejores, en una canción que alude de manera sencilla a nuestra incapacidad para valorar algo de verdad hasta el momento en que lo perdemos, todo ello empapado en un aire nocturno y lleno de remordimiento (I never spoke ‘I love you’ ‘til I cursed you in vain / I never felt my heartstrings until I nearly went insane), con un piano como sustento musical para la entonces joven e inexperta voz de Waits. A su manera, la canción es sencilla y conmovedora a partes iguales.

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44. Townes Van Zandt – «Colorado Girl» – Townes Van Zandt (1969)

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It’s been a long time, mama, since I heard you call my name.

Aquí el afligido cantautor de Texas se nos va a Denver, a ver si encuentra a su chica de Colorado, esa chica que hace tiempo le abandonó, esa chica cuya prometedora sonrisa hace ruborizarse a las mismas montañas. Hace mucho que no se ven, pero el bueno de Van Zandt sigue anclado al pasado y con la tonta esperanza de poder verla de nuevo: su intención es deshacerse de los blues de Texas que le azotan día sí, día también, y la chica de Colorado parece ser la solución para ahuyentarlos de una vez por todas. Su única estrategia es, parafraseando a Benedetti, que un día cualquiera, sin saber cómo ni con qué pretexto, su chica de Colorado por fin le necesite. Él mismo intuye, en el fondo, que la ocasión nunca se dará, pero Van Zandt prefiere cantarle a los sueños –si bien en vano– antes que dejar que estos le derroten.

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45. The Wrens  – «She Sends Kisses – The Meadowlands (2003)

The Wrens

 

All’s well in hell and here’s hoping.

Ah, The Wrens: grupo infravalorado donde los haya, además de tipos con muy mala suerte. De un disco plagado de impotencia y decepciones escojo esta canción por ser, quizá, la más intensa, directa y desgarradora de todas. The Meadowlands es sin duda uno de los mejores discos de la década pasada, y «She Sends Kisses» el tiro de gracia, the final nail in the coffin, y la canción perfecta para poner fin a este artículo: prepárense para llorar.  

 

Fuentes:

Chuck Klosterman –  Killing Yourself To Live: 85% of a True Story (Scribner)

June Skinner Sawyers – Tougher Than the Rest: 100 Best Bruce Springsteen Songs (Omnibus Press)  

Mark Oliver Everett – Things The Grandchildren Should Know (Little, Brown)

Michael Azerrad – Our Band Could Be Your Life (Back Bay Books)

Tony Fletcher – A Light That Never Goes Out: The Enduring Saga of The Smiths (Windmill Books)

Y ante todo internet, en particular www.allmusic.com y www.rateyourmusic.com, páginas web imprescindibles para cualquier melómano que se precie. 

 

 

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