Antero o la épica de barrio

anisdelmono

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“No des explicaciones, que cuando se tientan las carnes,

sobran. Si las pidiera, llora.”

“Aguanta así, entre niña espantada y hembra que manda.

Cuando tartamudee o calle, ya está cosido el remiendo.”

 

La literatura se parecerá al comer, hay quien escribe con la pluma como si fuera cubierto de plata y quien usa las manos directamente, incluso los puños si hiciera falta. Escribir sin receta, con verdad de la buena, la que deja poso. Del rezo a la carne, de la lírica de las faldas, o de la lírica de la carne al rezo por las faldas. Hay palabras que saben a café, a aceite de oliva, a geranios regados de sol en las terrazas, a ropa tendida, a radios que viven en cocinas que nunca descansan, a portales que cuentan historias, a amores de asientos traseros de coche. Con su tempo, atrapando el aliento arrabalero mientras nos buscamos el siete en nuestras rodillas que nos hicimos en el descampado cuando niños, que después ya vendrá la brecha en carne viva que perdura en el alma y que nace al amparo de los dioses de extrarradio. Así es “El hombre que cabía en una botella de anís del mono”, sabiduría de la calle.

 

“El hombre que cabía en una botella de anís del mono” por Antonio Romero, “Antero” editorial S Portula.

 

http://www.sportularium.com/?p=2563

 

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