María Pastor resucita a Emily Dickinson en Guindalera

Por Horacio Otheguy Riveira

 

Emily Dickinson vuelve a Madrid después de 31 años, en las manos de William Luce, un autor superlativo en el género de biografías teatrales.  La bella de Amherst es un recorrido familiar, con receta de cocina incluida, por la experiencia de una poetisa excepcional.

 

LA BELLA DE AMHERST - con MARÍA PASTOR - foto de Manuel Benito - IMG_5679

 Una mujer encerrada en casa en el siglo XIX no era nada raro. Padre duro y austero que, sin embargo, le deja una fortuna para que ella y su hermana vivan confortablemente lo que les quede de vida. Tampoco es raro. Pero que una de esas mujeres descubra un tesoro poético de la otra y lo haga público, y convierta a su hermana —ya fallecida— en una de las mayores poetisas de Estados Unidos sí es peculiar, diferente, emocionante.

Emily Dickinson (1830-1886) permaneció gran parte de su vida dentro de casa, escribiendo y recibiendo a muy poca gente y saliendo muy de vez en cuando: su prisión era su cielo en la tierra; la palabra escrita, un paraíso donde exaltaba la libertad de pensamiento. El amor terrenal le era bastante ajeno, no conoció amante, y el discurso de la vida y la muerte le señaló casi todos los caminos, un tanto salpicados con excelentes recetas de cocina.

El dramaturgo William Luce la inmortalizó a través del teatro, lo mismo que hiciera con Mozart, Molière, Lillian Hellman, Emily Brontë y otros grandes de las artes. En todos los casos utilizó la misma estrategia: su vida cotidiana, su estar a ras de suelo, con el corazón de los humanos y no con el estigma fervoroso de los héroes ni los divos.

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China Zorrilla, única intérprete de habla hispana que interpretó esta función por Hispanoamérica y en la propia ciudad donde vivió y murió Emily Dickinson.

En Broadway la estrenó Julie Harris a finales de los 70. En Madrid, Analía Gadé con dirección de Miguel Narros en 1983. Por los mismos años la primera actriz uruguaya China Zorrilla, con toda una vida en Argentina (cine, teatro, televisión), fue capaz de larga temporada con gira por varios países hispanoamericanos, pero además fue la única en estrenar la función, en inglés, en la propia ciudad de Amherst, Massachusetts, donde dicen que Emily repitió en los oídos de los que paseaban por sus calles algunos de sus poemas, eso sí, salpicados de dulces condimentos. Y conmovedores versos:

En mi dedo tenía una sortija.
La brisa entre los árboles erraba.
El día estaba azul, cálido, bello.
Y me quedé dormida sobre la suave hierba.

Al despertar miré sobresaltada
Mi mano pura en aquella tarde clara.
La sortija entre mis dedos ya no estaba.
Cuanto poseo ahora en este mundo
Es sólo un recuerdo de color dorado.

Norma Aleandro la repuso años después con otro concepto escénico, y nada más se supo hasta ahora en que Juan y María Pastor, padre e hija: versionador-director y protagonista, abandonan temporalmente la poderosa riqueza del anterior montaje, Duet for One, potente redención por el psicoanálisis, y se introducen en un mundo singular en que la poesía y los más dramáticos momentos de la existencia se expresan dulce e irónicamente, a través de la muerte de la protagonista, una briosa joven de 184 años poseída de eterna juventud, dispuesta a tendernos las manos y hacernos volar con la delicadeza de una sutil ambientación y una palabra viva que viene de muy lejos para resucitar a uno de los personajes más entrañables de la poesía anglosajona.

Emily Dickinson, filosofía existencial de alguien que parecía estar muerta en vida. Reflexiones profundas en un discurrir de vida cotidiana, «aparentemente» corriente, pero su voz nos alcanza más allá de lo humano y lo divino, con un llamado de atención que supera todo imprevisto, cualquier convencionalismo. La bella de Amherst ha regresado a Madrid y no conviene retrasar la visita. A la salida, correr será poco para hacerse con uno de sus libros, con una antología, o con un poco no más de su ya legendaria fragancia poética:

Porque yo no podía detener la muerte,
Bondadosa se detuvo ante mí
En el carruaje cabíamos sólo nosotras
Y la inmortalidad.

María Pastor en una delicada composición de teatro dentro del teatro, atravesando con elegancia el dolor y la alegría de un personaje admirable.

 

La bella de Amherst (Emily Dickinson)

 Autor: William Luce

 Intérprete: María Pastor

 Espacio escénico, versión y dirección: Juan Pastor

Ambientación: Teresa Valentín-Gamazo

Realización de vestuario: Ana Montes

Iluminación:Sergio Balsera

Fotos: Manuel de Benito

Lugar: Teatro Guindalera

Este espectáculo se ha realizado con el apoyo de

Espectadores Micromecenas Productores

Fechas: Hasta el 29 de junio de 2014

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